Ir al contenido
_
_
_
_

Póntelo fácil en noviembre: recetas con huevos para cualquier hora del día

Una sección mensual para solucionar las comidas y cenas, con consejos para sacar el máximo partido a cada preparación, ingredientes que facilitan la vida y platos de temporada

Recetas con huevo
Mònica Escudero

El huevo es uno de los ingredientes más versátiles que podemos tener en casa: económico y saludable –el mito de que disparan el colesterol ya quedó atrás–, nos ofrece infinitas opciones para comer rápido y bien. Además, por su capacidad para llevarse bien con queso, verduras crudas, cocinadas y hasta en conserva, restos de otros platos o salsas; de uno en uno o en grupo, son ideales para sacar un plato dignísimo de esa nevera que a primera vista parecía vacía (y a nadie le viene mal un triunfo un martes por la noche).

Después de las recetas que saben a pasta -pero no lo son-, cómo cocinar con las conservas que tengamos en la despensa, recetas primaverales con cuatro ingredientes y ensaladas veraniegas, los platos para táper, clásicos actualizados, platos de cuchara rápidos, cremas de verduras, recetas con arroz, platos únicos exprés para todos los gustos o aperitivos, ensaladas, primeros o segundos en satisfryer, además de bases y sofritos para preparar legumbres, en este Póntelo fácil vamos con ese salvavidas culinario que son los huevos.

Vamos con un montón de ideas, más allá del huevo frito con patatas o la tortilla de ídem; deliciosos ambos, pero no para cada día. Revueltos con productos de temporada o tortillas que solo piden cinco minutos y una sartén, todo lo que puede ofrecer un huevo cocido en diferentes tiempos, además de combinaciones exprés para comer sin complicarte (con ideas para táper incluidas). Como siempre, con los ingredientes que ofrece la temporada –en este caso, setas, col, brócoli y coliflor, calabaza, boniato, las primeras alcachofas, puerros o verduras de hoja– y ese fondo de armario que nunca falla: conservas, granos, legumbres y congelados saludables.

Cocidos, pasados por agua, mollet o duros

Un cazo con agua hirviendo lo más suavemente posible es todo lo que hace falta para empezar una cena con final feliz. Para evitar ese shock térmico que puede terminar en desparrame, lo ideal es sacarlos un poco antes de la nevera; si no has tenido tiempo siempre puedes hacer un pequeñísimo agujero en la cáscara con una aguja (la muestra de que este truco funciona es que venden cacharros especiales para hacerlo). Depositar los huevos con cuidado en lugar de lanzarlos desde medio metro de altura también ayuda; por si te preguntas qué más puede estar fallando.

Un buen chorro de vinagre en el agua de cocción no solo ayudará a que la clara se coagule rápidamente en caso de rotura; también ablandará un poco el calcio de la cáscara, facilitando el drama potencial durante el pelado. Si se van a comer fríos, ponerlos cinco minutos en agua con hielo también es buena idea (aquí el contraste térmico juega a nuestro favor).

Vamos con los tiempos: en tres o cuatro minutos conseguiremos unos huevos pasados por agua, perfectos tanto para comer directamente de la misma cáscara mojando un poco de pan con mantequilla, sal y pimienta como para cascarlos encima de un plato de lentejas viudas o una crema de verduras, y convertirlos así en un plato único de cuchara. Si se rompen; que lo harán, considéralo arte contemporáneo y adelante.

Con un par de minutos más de cocción; entre cinco y seis y medio, pasaremos al huevo mollet; uno de nuestros formatos favoritos. Lo hemos preparado con guisantes y polenta, en ensalada con arenque ahumado o aplastado a modo de untable en un bocadillo. Sobre un puré de patatas rústico, boniato o calabaza rematado con espinacas o setas salteadas también son una gran opción (y en la sempiterna tostada de aguacate, que ahora sí está de temporada por aquí).

A partir de los ocho minutos, entramos en un terreno donde la clara ya tiene suficiente cuerpo como para convertirse en un contenedor: es el momento de los huevos rellenos –o sin rellenar, simplemente con cosas por encima, como en estas recetas de Claudia Polo– con todas sus posibilidades. De jamón con tomate o sin él, picantes o con mayonesa, atún y encurtidos; si prefieres saltarte la parte de rellenarlos, aplástalos con el resto de ingredientes con la ayuda de un tenedor, ponlos sobre unas legumbres cocidas bien lavados y comida lista.

Nuestra compañera Julia Laich nos explicó al detalle cómo hacer unos huevos duros perfectos, y hay motivos de sobra para tener siempre algunos listos en la nevera. El más socorrido: las ensaladas. Con dos huevos duros picados, 200 gramos de garbanzos cocidos, yogur mezclado con curry, sal y limón, cebolla, unas pasas o nueces y un par de puñados de hojas de espinaca tienes una ensalada riquísima (que además va bien para el táper si llevas el aliño aparte). Cambiando las legumbres, el curry por cualquier hierba seca o fresca, las espinacas por otra hoja verde y añadiendo frutos secos, encurtidos o queso curado en lascas, tienes opciones ensaladeras de plato único hasta el fin de los tiempos.

Recetas febrero

Tortilla francesa, mon amour

Poco queda por decir después de la carta de amor que le dedicamos hace unos meses, tal vez un resumen –dos huevos batidos hasta que se mezclen, una pizca de sal, una sartén que no se pegue a fuego medio con un poco de aceite o mantequilla y un pequeño giro de muñeca– y algunas ideas para rellenarla.

Tortilla francesa

Una buena sobrasada –se puede desgrasar previamente y cocinar la tortilla en un poco de esa grasa– y queso de Mahón tierno o semi, cualquier otro queso que ronde por la nevera; rallado si ya está un poco securrio, alguna punta de embutido, tomatitos cherry salteados o unas hojas de acelga rehogadas con pasas y piñones. Si te gusta el atún de lata caliente; algo que polariza más a la sociedad que el Procés y el cilantro juntos, adelante.

Otras tortillas exprés

La frittata es la prima italiana de la tortilla, pero más tolerante con los errores y sin dilemas sobre el punto del huevo –se cuaja bastante, y en la sartén, nada de horno– o si cebolla sí, cebolla no. Empieza batiendo cuatro huevos con sal, pimienta y lo que te apetezca: aquí Anna Mayer sugirió prepararla con perejil, menta y queso curado en lugar de sal; pero admite prácticamente cualquier cosa.

Un buen pisto casero –¡viva el congelador bien surtido!– o envasado es completamente tortilleable, y en Les Truites preparan una versión con croissants desmigados, nata y Reblochon (tetilla valdría perfectamente) que probamos y aprobamos hace algún tiempo. En el vídeo de abajo, Mikel López Iturriaga propone una tortilla de espinacas y alubias cocidas rapidísima, y otra con berenjena que puede llevar un poco más de tiempo (10 minutos escasos que puedes dedicar a fregar platos, leer El país o al Duolingo). Si tienes agenda de ministro y te parece demasiado tiempo, darle tres minutos de microondas a la berenjena cortada –en un bol, con un chorrito de agua y tapada con un plato– te ahorrarán una buena parte del proceso.

Juntos y revueltos

Bate dos huevos con dos cucharadas de leche entera, sal y pimienta molida. Ponlos en una sartén fría con una nuez de mantequilla y calienta a fuego suave removiendo de vez en cuando. Cuando empiece a cuajar, retira la sartén del fuego y sigue removiendo. Si no terminan de hacerse, acércalos al fuego un minuto sin dejar de remover, retirar y repetir si hace falta; sin pasarse de cocción. Sirve inmediatamente, y ya tienes unos huevos revueltos de campeonato, cuyo único truco es usar el mejor huevo que te puedas permitir.

Además de al plato son perfectos para rellenar un panecillo tostado o una tortilla de harina, tipo wrap. Esta preparación también admite todo tipo de extras: desde un puñado de guisantes descongelados hasta unas setas, cualquier ingrediente cremoso, pimientos de piquillo de bote previamente salteados, salmón o trucha ahumados, aromáticas frescas, tomate seco picado o puerro sofrito. Si les pones tomate y cebolla, tendrás huevos pericos; con un puñado de cilantro, serán a la mexicana (y en este caso, sí pueden ser “tortilla desmigada con cosas”).

El flan salado que vino de Asia

Esta especie de pudding chino, conocido como zhēng shuǐ dàn o zhēng dàngēng, se prepara con huevos batidos y el mismo volumen de caldo (o agua con salsa de soja, miso o sal) que ocupen los huevos, mezclados, colados para evitar grumos, y cocinados al vapor hasta lograr una textura tan sedosa y delicada que recuerda a un flan salado. Para cocinarla basta con ponerlos en un recipiente resistente al calor, sobre agua hirviendo en una vaporera o la base de una cazuela, con algo que lo separe del fondo (yo suelo usar un plato de peltre puesto del revés). En unos 15 o 20 minutos habrá cuajado y se le pueden añadir salsa de soja, sésamo, cebollino, vinagre de arroz o negro: el resultado es ligero, versátil y perfecto para servir solo o acompañado con fideos o arroz blanco.

Electrodomésticos al rescate

Al microondas

Jose Andrés se las vio con los puristas hueveros cuando hace un tiempo reveló que su tortilla favorita llevaba mayonesa y se cocinaba en microondas: lo probamos –como todo internet– y la respuesta fue un “sí” bastante previsible, porque la mayonesa no deja de ser una mezcla de huevo, grasa, sal y su toquecito de acidez.

Pero el sistema más socorrido con este electrodoméstico, que en casa usamos más de una vez a la semana, pasa por poner en un bol o tazón dos dedos de agua, un chorrito de vinagre y dos huevos, llevarlos al microondas a máxima potencia entre 70 y 120 segundos; sacarlos con una espumadera o una cuchara grande, escurrir bien y disfrutar de la versión más fácil de los huevos poché.

En horno o freidora de aire

Para la mayoría de recetas son perfectamente intercambiables, excepto cuando el aire de la airfryer puede resecar algún ingrediente: por ejemplo, en estos panecillos rellenos, que podemos cubrir con papel de aluminio para evitar que el pan se tueste de más mientras se cuaja el huevo. En los clásicos huevos al plato –que solían hacerse al horno pero pueden prepararse perfectamente, y mucho más deprisa, en una sartén o cazuela tapada– podemos usar la misma estrategia, o hundir bien los huevos debajo de la salsa de tomate, bechamel o nata líquida que usemos, para que el aire caliente no los reseque; además de bajar la temperatura de los 180 ºC a 160.

Planchados o fritos

He aquí el dilema, aunque el clan de los sinpuntillistas –que no somos pocos, como vimos aquí– lo tenemos claro. Para todos los demás, esta es la receta del huevo frito perfecto; en este test probamos los trucos para hacerlos exprés con más o menos éxito y también desgranamos todo lo que mejora cuando le plantas uno o dos encima (que, para sorpresa de nadie, es casi todo, espaguetis incluídos).

Volviendo a las versiones sin fritanga, mi versión favorita de los huevos planchados mantiene la yema completamente jugosa, por lo que les añado un chorrito de agua y tapo la sartén unos 30 segundos para que la clara se cocine también por encima. Sirven para rematar absolutamente cualquier plato, así que lo mejor que puedo aportar al respecto es un descubrimiento reciente: si les pones encima una vinagreta con una o dos cucharadas de tomate concentrado están todavía más buenos.

5 bases fáciles para una cena rápida con huevos

Cuscús y hortalizas crudas

Para dos personas, calienta un vasito de agua, viértelo sobre el mismo volumen de cuscús con un poco de sal y aceite, y mezcla bien. Añade las hortalizas que tengas a mano, unos 200 gramos por persona; y sirve con huevo duro y tu vinagreta de preferencia.

Arroz o fideos con verduras salteadas

Puedes usar coliflor, col verde o lombarda, espinacas, setas, zanahoria, cebolla o puerro: cualquier verdura que quede rica al dente o salteada será perfecta (unos 200 gramos por persona serán una buena ración). Aliña con soja y, si tienes, sésamo, añade al salteado unos 100 gramos de arroz o fideos asiáticos cocidos y remata con un par de huevos cascados en la misma sartén o wok, todo a fuego alto y removiendo sin parar.

Legumbres cocidas y sofrito

Perfecto para huevos mollet, a la plancha o pasados por agua, y para un cuchareo rápido si le añades un chorrito de agua, caldo o el mismo líquido de cocción o conserva: tres cucharadas de sofrito, 200 gramos de legumbres cocidas y un par de minutos al fuego suave para que se mezclen bien los sabores. La proporción áurea de esfuerzo - disfrute en todo su esplendor.

Patata y verdura, combo ganador

Tal vez la menos exprés de estas bases, pero igualmente nada complicada; y siempre puedes preparar el doble y comerla al día siguiente rehogada con ajo, pimentón, aceite y vinagre (quien lo probó, lo sabe). Empieza llevando agua a ebullición, pela y trocea unas patatas y, sabiendo que estas tardarán 15 minutos en estar listas, pon un temporizador y añade los demás ingredientes cuando toque: aquí tienes una guía para no fallar con los tiempos. Por supuesto, puedes usar judía o guisantes descongelados.

Con pasta o arroz

Solo hace falta decir dos cosas: arroz a la cubana y pasta carbonara. ¿Ligeros? No mucho. ¿Deliciosos? Sin duda.

La hora del postre

Los huevos también están ahí cuando te apetece un dulcecito casero (aunque los bizcochos de microondas fallen más que una escopeta de feria). Puedes preparar unas torrijas canónicas o una tostada francesa tal cual, o añadir a la leche un poco de café o licor para darles un toque diferente. Aquí también te explicamos cómo hacer un flan de huevo al microondas, que siempre sale bien excepto que decidas hacer una libre interpretación de la potencia y los tiempos de la receta. Si lo cocinas a 500 W durante cuatro minutos, dejas reposar dos y repites el proceso dos veces más (tres cocciones y dos reposos en total), lo tienes.

Aunque el postre más fácil que puedes hacer con huevos, es una tortilla francesa con un poco de chocolate dentro: suena raro, pero si te paras a pensarlo, es una versión más mullidita, tierna y sin harina de las crepes francesas.

Más fácil todavía

  1. Si la nevera está realmente vacía, mira a la alacena: ese bote de alcachofas en conserva, salteadas; una lata de maíz cocido, un tarro de alcaparras o una buena fritada pueden cambiar completamente la película cuando hay huevos de por medio.


  1. El pan no solo sirve como acompañamiento: puede ser también el ingrediente de una tortilla, como esta panadera del restaurante Flash Flash, un toque final crujiente en forma de tostada o picatoste o la base para preparar una torrija salada.


  1. Si te parece que tu plato brilla poco, un poco de salsa picante, aceite de guindilla, ralladura de limón, especias, hierbas o unas gotas de vinagre le darán ese toque de alegría que marca la diferencia.


  1. Lo hemos dicho ya, pero nunca es suficiente: prepara siempre un par de huevos duros de más. Mañana, o pasado, le darás las gracias a tu “yo” de hoy por ello.

Sigue a El Comidista en Youtube

Sobre la firma

Mònica Escudero
Editora y coordinadora de equipo en El Comidista, web gastronómica en la que publica desde 2013 recetas y artículos para hacerte más fáciles las comidas diarias. También escribe, cocina y pone la mesa en El País Semanal, es profesora de máster en Barcelona Culinary Hub y se encarga de estrategias de comunicación y SEO en la cooperativa BitLab.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_