Panecillos rellenos de tomate, espinacas y provolone
Rellenar un panecillo con queso, verduras y huevo y hornearlo es una de las mejores maneras de conseguir en pocos minutos una cena que gustará a cualquiera entre 0 y 99 años.

Queso fundido, un huevo con la yema blandita, pan crujiente y una salsa de tomate espesa: no se me ocurren muchas combinaciones más apetitosas que esa para una cena mientras ves una o un desayuno-comida dominguero y vago en casa. Esa es la magia de estos panecillos rellenos: se preparan en un pispás, admiten infinitas versiones y dejan un olorcillo en toda la casa que sirve de ambientador gratis (y también hace que se te arremolinen niños y mayores en la cocina preguntando cuándo estará listo eso que huele tan bien).
Si se quiere rellenar con otros ingredientes que no sean huevo, también puede usarse un panecillo alargado o una baguette abiertos a lo largo. Con una hogaza –mejor si no es muy alta– los resultados también pueden ser buenos: en este caso, mejor poner todos los ingredientes ya calientes para facilitarle el trabajo al horno y que el pan no se queme por fuera.
Las variaciones son prácticamente infinitas: es desde una buena manera de mezclar piña, jamón y queso sin que te acusen de atentar contra la integridad de la pizza, hasta la posibilidad de reciclar con dignidad esos medios pimiento, berenjena y cebolla que te sobraron de un sofrito y orbitan desde hace dos días por la nevera como alma en pena (o un resto de boloñesa, pollo asado, escalivada, etc).
Con champiñones y calabaza tendrá sabor a otoño, con remolacha y manzana asadas, a invierno, con sobrasada, queso de Mahón y miel nos llevará hasta las Baleares, con un poco de bechamel, mucha cebolla y restos del cocido –no solo carne, la zanahoria también podría darle un buen punto– será como un metacanelón, y así hasta el infinito y más allá.
Lo suyo es encontrar una buena proporción entre los elementos jugosos, fundentes y amalgamantes y los más duros –como podrían ser daditos de panceta, chorizo o jamón hechos sin aceite en la sartén–, y entre los sabores más suaves y los potentes. El queso es innegociable, una base vegetal también, pero a partir de aquí ancha es Castilla.
Solo hay que tener cuidado con los ingredientes que suelten mucha agua, capaces de convertir nuestro pan en una esponja empapada y hacer que nos perdamos la magia del contraste entre un interior blandito y una corteza crujiente. No me refiero a que renuncies a ellos, sino a que los saltees o pases por el horno antes, como hemos hecho con los tomates cherry.
Ingredientes
Para 4 personas
- 4 panecillos grandes, redondos, cuadrados o rectangulares (de viena o de pan)
- 300 g de tomates cherry (mejor si son de pera)
- 200 g de espinacas frescas
- 1 cebolla
- 1 diente de ajo
- 4 huevos
- 1 cucharada de hojas de albahaca picada (y algunas hojas pequeñas enteras para decorar)
- 150 g de provolone rallado o troceado pequeño
- Guindilla al gusto (opcional)
- Aceite de oliva
- Sal
Instrucciones
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