Póntelo fácil en mayo: 13 platos de primavera con cuatro ingredientes
Una sección mensual para solucionar las comidas y cenas del día a día, con consejos para sacar el máximo partido a cada preparación, ingredientes que facilitan la vida y platos de temporada
Mayo ocupa el quinto en los doce meses que tiene el año, con la primavera rampante y las fruterías dándolo todo para ayudarnos a que la sucesión de comidas y cenas de la temporada sean una fiesta de sabor y color. Fresas, guisantes, albaricoques, ciruelas, espinacas y lechugas son los protagonistas de hoy en la sección “póntelo fácil” que está aquí para ayudarte a optimizar recursos, tener a mano fórmulas, ingredientes o técnicas que nos ayudarán a comer bien sin dejarnos ni el sueldo ni la energía en ello.
Después de las recetas que saben a pasta -pero no son pasta- con las que nos estrenamos en marzo y las 11 propuestas para cocinar con las conservas que tengamos en la despensa de abril, vamos con 13 recetas primaverales que se preparan son solo cuatro ingredientes, desde cremas hasta guisos, salteados o ensaladas (y una especial para los que siempre tienen un huequito para el postre). Hemos dejado fuera de la lista de ingredientes los que solemos tener en casa: aceite, sal, vinagre, especias o aromáticas secas, algunas salsas básicas como la mostaza.
Además de recetas, cada mes daremos una lista “más fácil todavía” para cocinar una vez y comer varias, comprar congelados o embotados que formen parte de las diferentes recetas que vayamos a proponer. También habrá ideas para acompañarlos y completarlos, además de algunas sugerencias de fondo de despensa que pidan poco tiempo de cocción para esos momentos en los que la rapidez marca la diferencia. Todas las recetas son para cuatro personas, a no ser que se indique lo contrario (al final encontrarás buenos motivos para duplicar algunas y congelarlas o darles otros usos culinarios).
Sopa de albaricoque, remolacha, yogur y nueces
Sencilla, sabrosa y saciante, el trío de adjetivos que le pido a una crema fría para que pueda convertirse en una cena completa solo con ponerle algunas cosas encima. Empieza triturando hasta conseguir una crema fina 600 gramos de albaricoques deshuesados y la misma cantidad de remolacha cocida con media cebolla dulce, 400 mililitros de agua fría, dos yogures naturales, un buen chorro de aceite de oliva virgen, otro de vinagre de manzana -tiene que quedar alegre-, sal y pimienta. Lleva a la nevera un par de horas y remata cada plato con una cucharada extra de yogur y nueces picadas. Si quieres darle más enjundia, un par de huevos cocidos ocho minutos, unas gambas salteadas, salmón, queso feta o ricota le irán muy bien. Si, al contrario, quieres una versión más bebible, añade más agua y ajusta el aliño para que no quede sosa.
Judía verde, patata, zanahoria y huevo (con refrito de ajo y pimentón)
Uno de mis platos favoritos durante todo el año, que en temporada podemos preparar con judía fresca (aunque la congelada sigue siendo una buenísima opción para tener siempre en el congelador, y si la tratamos bien, sin recocerla, nos dará grandes platos). Lleva a ebullición agua salada mientras pelas y troceas cuatro patatas medianas. Prepara otro cazo para cocer ocho huevos duros durante ocho minutos (corta la cocción al final con agua fría). Pon a hervir las patatas y corta en cuartos a lo largo y después por la mitad tres o cuatro zanahorias, que irán al agua cuando las patatas lleven cinco minutos hirviendo. Quita las puntas y trocea unos 800 gramos de judía verde, añádela a la olla cinco minutos después que las zanahorias y deja que cueza todo junto unos cinco o seis minutos más. Mientras, pela y lamina entre cuatro y infinitos dientes de ajo y dóralos en un cazo con un buen chorro de aceite de oliva virgen y sal. Cuando tengan color aparta del fuego, añade pimentón al gusto -y, si quieres, copos de chile- y remueve para que no se queme: un buen chorro de vinagre de manzana o Jerez y lo tenemos. Escurre la verdura -puedes guardar el agua de cocción como base para un caldo- y sirve con el refrito y los huevos. Si solamente necesitas preparar una o dos raciones, el microondas te puede ayudar mucho.
Pollo guisado con cebolla, ciruelas y vino blanco
Dora ocho contramuslos de pollo bien salpimentados en una cazuela con un fondo de aceite -si son con piel, muy poco, porque soltarán su propia grasa- y retira. En la misma cazuela pon dos cebollas peladas y cortadas en tiras gruesas y un poco de sal; cuando empiecen a coger color, añade cuatro ciruelas deshuesadas y cortadas en gajos. Dale vueltas de vez en cuando durante unos cinco minutos y devuelve el pollo y todo el jugo que haya soltado. Pon un poco de tomillo, sal, pimienta y 300 mililitros de vino blanco. Cocina todo unos 15 -18 minutos -destapado, para que la salsa quede reducida y sabrosa- si los contramuslos tienen hueso; si son deshuesados puedes cocer primero un poco los vegetales con el vino y añadirlos los últimos cinco o seis minutos; al estar previamente dorados y ser un corte fino, se cocinarán muy deprisa. Puedes servir el pollo tal cual, pero si trituras unas cucharadas de la salsa y las devuelves a la cazuela, conseguirás un delicioso equilibrio entre esta y los tropezones.
Fideos con guisantes, coliflor y bacalao
En una cazuela baja o paella amplia y apta para el horno, con un chorro generoso de aceite, marcar por el lado de la piel cuatro filetes de bacalao salpimentados de unos 150 gramos cada uno durante dos o tres minutos. Retirar, reservar y en el mismo aceite, dorar una coliflor pequeña -o media grande- cortada en floretes. Añadir 300 gramos de fideos cabello de ángel y dar vueltas a fuego medio unos cinco minutos, hasta que estén bien dorados. Añadir 300 gramos de guisantes, poner el bacalao con la piel hacia arriba e inmediatamente volcar 700 mililitros de agua o caldo de pescado bien caliente. Cocinar al fuego durante tres minutos y llevar la cazuela al horno caliente con el ‘grill’ encendido a 200 grados —solo calor arriba— durante tres minutos más, o hasta que los fideos se pongan de punta. Si no se quiere usar el horno, cocinar a fuego medio-alto unos cinco minutos o hasta que los fideos queden secos.
Ensalada de garbanzos con rabanitos y cebolla encurtidos, queso fresco
Corta en brunoise una cebolla dulce grande y unos 12 rabanitos en láminas. Ponlos en una vinagreta hecha con unos 80 mililitros de aceite, un buen chorro de vinagre al gusto, sal y pimienta y déjalo todo en la nevera entre media y una hora para conseguir un encurtido ligero. Reparte unos 400 gramos de queso fresco tipo cottage, ricota, requesón o mató en la base de una fuente, pon encima unos 800 de garbanzos cocidos bien escurridos -puedes guardar el agua de cocción para hacer mayonesa- y remata con la vinagreta con los encurtidos y, si quieres, unas aceitunas (si por casualidad tienes perejil fresco a mano, ponle un buen puñado). Remueve bien antes de servir para que se mezclen los sabores y se integren el queso y el aliño.
Pasta con pesto de espinacas
Blanquea o pasa por el microondas un minuto -para que pierdan un poco de su agua- 300 gramos de brotes de espinacas limpios y deja que se sequen bien. Tritura con 100 de parmesano troceado, unos 80 mililitros de buen aceite de oliva, un diente de ajo -o medio, depende de la tolerancia- y un puñado del fruto seco de tu elección (los piñones son canónicos, pero carísimos, y los anacardos, nueces, pecanas, pistachos pelados o coquitos también le irán genial). Reserva otro puñadito de frutos secos para emplatar. Puedes triturarlo tanto como te guste, pero lo ideal es que se note algún trocito de los frutos secos. Mézclalo bien en una cacerola con tu pasta favorita cocida al dente y un poco de agua de cocción; remata con un poco más de frutos secos picados y, si quieres, un poco de ralladura de limón. Listo para comer.
Säam de lechuga con lo que tengas en la nevera
Los hemos preparado de oreja de cerdo o de papada y sardina y te hemos explicado dónde ir a comerlos en Madrid, pero esta especie de tacos de origen coreano que usan lechuga en lugar de tortillas ofrecen muchísimas posibilidades como receta de aprovechamiento. Piensa en ellos cuando te sobren hierbas aromáticas y mira qué más tienes por ahí para ponerles: sirven desde unos restos de pollo, carne o pescado asado hasta sardinas o bonito en conserva, verduras al horno, huevo duro, aguacate, pepinillos, langostinos cocidos, cebolleta, tomatitos cherry, legumbres o hummus y hasta ensaladilla rusa (si le pones encima una anchoa o un boquerón, triunfo asegurado). Haz una vinagreta un poco densa con mostaza o sriracha, tunea con especias una mayonesa comprada o prepara una casera con huevo, leche o tofu: la idea es conseguir un bocado crujiente y fresco, con algo de proteína para darle resistencia al mordisco -y no morirte de hambre a la media hora- y una salsa que lo alegre. ¿Te darán un premio a la cocina coreana tradicional? No creo, pero comerás rico con lo que tengas por casa.
Guiso exprés de lentejas con acelgas
Pela y pica en grueso un par de cebollas, y ponlas a dorar en una cazuela a fuego medio con un poco de aceite y sal. Mientras, lava y trocea dos manojos grandes de acelgas -entre 1,2 y 1,5 kilos-, separando por un lado las pencas y por el otro las hojas. Cuando la cebolla esté dorada, añade 200 gramos de tomate frito, un vaso de agua (unos 350 mililitros), un poco de pimentón y las pencas de las acelgas. Lleva a ebullición cinco minutos, tapado. Pasado este tiempo, añade las hojas, 1,2 kilos de lentejas cocidas -dos botes grandes- con su líquido de cocción y pimentón al gusto. Lleva a ebullición, tapado, otros cinco minutos: si te gusta más caldoso, puedes añadir más agua. Prueba, ajusta de sazón y a la mesa: salen unas ocho raciones.
Las alcachofas más fáciles del mundo
Son un producto de invierno en una parte del país y brillan durante la primavera en otras: si tienes suerte de tener todavía alcachofas a mano, en este vídeo te enseñamos la manera más sencilla de prepararlas:
Una vez listas puedes abrirlas por la mitad a lo largo, pasarlas por la plancha con un poco de jamón y servirlas con un huevo; cortarlas en cuartos y servirlas con patata cocida y una salsa verde de aceite, limón, sal y perejil, usarlas para un salteado rápido con unos garbanzos cocidos y un poco de tomate frito o añadirlas a una pasta con ajo, aceite y guindilla.
Mejillones con habitas, perejil y limón
Pochar en una olla o cazuela una cebolla pelada y cortada en rodajas finas en un poco de aceite con un pellizco de sal, añadir 600 gramos de habitas frescas desgranadas y 100 mililitros de agua -o un poco de agua y un poco de vino blanco-, subir el fuego y tapar para generar vapor. Mientras, preparar un majado con un diente de ajo o dos, un puñado de hojas de perejil y zumo y ralladura de limón al gusto. Cuando las habas lleven al fuego cuatro minutos, añadir un kilo de mejillones limpios y tapar de nuevo. Pasados dos minutos más, añadir el majado bien repartido y remover. En unos tres o cuatro minutos más -o cuando los mejillones se hayan abierto, el tiempo total dependerá de la potencia del fuego y el tamaño de la olla, entre otras cosas- estará listo. Si no tienes una olla bastante grande, puedes hacerlo en dos veces.
Ensalada de fresas y burrata
Tan sencillo como eficaz: una burrata grande, 500 gramos de fresas sin pedúnculo y troceadas, sal, pimienta, un chorro generoso de aceite y unas gotas de vinagre. Remueve y listo para comer, si quieres añadirle unas aceitunas bajas en sal, un puñado de hojas de rúcula o un poco de cebollino, adelante; pero tal cual está buenísima.
Secreto salteado con arroz integral y frambuesas
La acidez de la fruta roja se lleva muy bien con este tipo de carnes, ya que rebaja la sensación grasa en el paladar. Cuece 200 gramos de arroz integral según las instrucciones del fabricante, escurre y reserva. Dora bien en una sartén grande una cebolla grande picada con un poco de aceite y sal; cuando tenga color añade 150 gramos de frambuesas y deja que se cocine todo junto tres o cuatro minutos más, aplastando con una espátula para que las frambuesas se rompan un poco (si quieres, puedes añadir unas gotas de vinagre). Retira y reserva; en la misma sartén dora 600 gramos de secreto ibérico salpimentado cortado en trozos de bocado -no hace falta añadir aceite-; cuando casi esté listo retirar un poco de la grasa si hubiera mucha y añadir el arroz. Saltear todo junto y servir con la “salsa” de frambuesas.
Un huequito para el postre: Selva Negra exprés
Llevar 250 gramos de nata para montar (35% de materia grasa) al congelador durante media hora para que en el momento de montarla esté bien fría (si se va a usar un bol metálico, poner también el bol en el congelador). Deshuesar 300 gramos de cerezas y cortarlas por la mitad, reservando cuatro para decorar. Desmigar 300 gramos de bizcocho, mezclarlo con dos cucharadas de chocolate rallado y 75 mililitros de nata sin montar y remover bien. Pasada la media hora, montar la nata del congelador con un poco de azúcar glas. Poner la mitad de las migas de bizcocho en cuatro platos o boles, añadir encima la mitad de la nata y de las cerezas cortadas. Agregar el resto de las migas y repetir la operación. Rematar con la cereza reservada para decorar y un poco más de chocolate rallado.
Más fácil todavía
- Si crees que te vas a quedar con hambre y quieres darle más enjundia a los säam, remoja unas obleas de papel de arroz en agua tibia, envuélvelos en ellas y conviértelos en unos rollitos vietnamitas. En este formato, además de llenar más, se convierten en una buenísima opción para llevar en táper (siempre que están bien cerrados para que no se resequen). Llévate un recipiente pequeño con la salsa aparte y a mojar como si no hubiera un mañana.
- La receta de Selva Negra exprés es perfecta para devolver a la vida bizcochos o magdalenas que se han quedado un poco secos, se puede adaptar a muchas otras frutas -con melocotón de viña, nectarinas, moras o fresas está deliciosa- y darle sabor poniendo en la nata un poco de vainilla o canela, si no queremos usar chocolate (o no tenemos).
- Los mejillones son un molusco de temporada, económico, rico y saludable que puedes preparar desde en escabeche hasta en arroces, en salsa o con un majado de pan y ajo fritos, pimentón y vinagre. Si todo esto te parece muy bien, pero la pereza de limpiarlos y desbarbarlos te supera, hay dos opciones: lavarlos bien por fuera y quitarles las barbas cuando ya estén abiertos o buscar los de tipo bouchot, más pequeños, muy sabrosos y sin barbas.
- Para preparar muchas alcachofas a la vez, ponlas todas tal cual, enteras y sin pelar, en una olla con agua hirviendo. Déjalas hervir 20 minutos, apaga el fuego y deja que se templen 20 minutos más. Pásalas a un escurridor boca abajo -con el tallo hacia arriba- hasta que se enfríen y pélalas como en el vídeo. Si las cortas en cuartos y las dejas marinando en la nevera en aceite, ajo y hierbas, te servirán para un aperitivo, para completar cualquier plato de pasta o un puré de patata con huevo.
- El pollo, el arroz integral cocido y el guiso de lentejas y acelgas se pueden congelar; si cueces los garbanzos en casa, prepara dos o tres veces más y haz lo mismo. Me encanta comer la verdura recalentada al día siguiente con el mismo refrito de ajo, pimentón y vinagre -también sirve como acompañamiento, por ejemplo, para un pescado a la plancha o al vapor-, así que vale la pena preparar el doble.
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