Seis bocadillos y tostadas con huevos para triunfar en una cena rápida
Revueltos, duros, en tortilla con rellenos variados, como ensaladilla cremosa e incluso fritos, los huevos y el pan son un combo perfecto para improvisar ricas comidas en minutos
Con un par de huevos -literales-, buen pan y poco más se puede cenar de maravilla sin dejarte ni el sueldo, ni el cerebro ni mucho tiempo. Como el socorridísimo bocata de tortilla francesa ya estaba inventado; aunque no hemos renunciado a incluirlo con ideas para darle una vuelta, hemos tenido que tirar de inventiva y añadir otras de nuestras preparaciones favoritas a esta lista.
Un sándwich cremosísimo en el que la yema del huevo hace de salsa, que también puede prepararse con brioche en lugar de molde, una sugerencia para meter dos huevos fritos en un panecillo sin que se esparramen o huevos revueltos tuneados con verdura, queso o embutido. Los panes que acompañan cada preparación no están escogidos al azar, sino por características que hacen que ambas cosas funcionen bien juntas, pero son perfectamente intercambiables por otros de textura similar.
En pan de molde con ensalada de huevo mollet (sin mayonesa)
Usamos ensalada en el concepto americano de la palabra, ya que no hay ninguna hortaliza o verdura de hoja en la ecuación, aunque tampoco la mayonesa omnipresente en ese tipo de preparaciones. ¿Cómo conseguiremos entonces la textura cremosa? Cocinando los huevos en el punto justo, la yema hará gran parte del trabajo. Para un sándwich, cocina dos huevos en agua hirviendo a fuego suave durante seis minutos, sácalos y corta la cocción con agua muy fría.
Pela los huevos, aplástalos con un tenedor y añade un poco de sal y pimienta, mostaza, un chorrito de aceite o mantequilla fundida y cebollino o tallo de cebolleta picados al gusto (si los tienes). Remueve todo bien, repártelo entre un par de rebanadas de pan de molde tostadas solo por la parte de fuera -no la irá mal un poco de mantequilla untada en el interior- y listo para comer.
Barra con huevo duro, lechuga, aguacate y mayonesa
Este bocadillo es otro de los motivos por los que siempre hay que poner un par extra cuando vas a cocer huevos y dejarlos en la nevera, listos para cualquier apaño. Hay varios sistemas diferentes para prepararlo: puedes trocear todo y mezclarlo con mayonesa, como en la ensalada americana que mencionábamos antes. En este caso, si quieres que la lechuga aporte crujiente, existe la posibilidad de usar iceberg (que tampoco sirve para mucho más, pobre).
También puedes hacer capas finas de mayonesa en el pan, entre el huevo en rodajas, el aguacate y la lechuga ligeramente salpimentados. Mi manera favorita pasa por aliñar los tres ingredientes con sal, pimienta, un poco de aceite y algo de vinagre o limón y usar la mayonesa solo para untar generosamente el pan: como una ensalada en bocata, fresquísima pero con un toque untuoso. Si quieres darle vidilla a la salsa con un poco de salsa picante, chile, alguna especia o hierba, adelante.
En panecillo, huevos fritos o planchados con jamón y/o chips de alcachofa
Para que la cosa no acabe en desparrame, es importante escoger un panecillo capaz de recoger el líquido de la yema, con miga esponjosa y blanda y algo de corteza para contenerlo. Un bollo de Viena, un káiser o un mollete; aunque tal vez este haya que vaciarle un poco de miga, serán perfectos. Puedes freír los huevos si te gusta la puntilla -aquí te enseñamos a hacerlo- o cocinarlos a la plancha en una sartén antiadherente si, como a mí, su textura te recuerda a la bolsa de las naranjas. Si los has frito, escúrrelos bien para que no quede aceitoso, y añade solo una pizca de sal, porque el jamón ya aportará la suya (y mejor rectificar después que pasarse).
Abre el panecillo, pon un huevo con la yema hacia arriba y otro con la yema hacia abajo y aprieta delicadamente para que ambas exploten y empiecen a empapar. Pasados 10 segundos, ábrelo y pon encima del huevo superior unas láminas muy finas de jamón serrano, de cebo o ibérico, que se fundirá ligeramente con el calor. Puedes añadir unas chips de alcachofa caseras -también puedes hacerlas en la freidora de aire- o compradas, o cambiarlas por el jamón si no lo comes. Si tienes la nevera en modo minimalista, no te preocupes porque solo con huevo también está rico.
En bagel con bacon y cebollino
Sencillísimo, efectivo e imposible de comer sin pringarte (pero vale la pena). Un par de huevos planchados, dos lonchas de bacon a la plancha -aquí te enseñamos unas cuantas maneras de dejarlo crujiente, si te gusta así- y cebollino picado dentro de un bagel artesano de semillas. No hace falta añadir sal, porque el bacon ya aporta la suya. Ten servilletas a mano, o prepárate para chuparte los dedos literalmente.
Tortilla francesa rellena en pan de hogaza
Un clásico que soluciona cualquier cena -por qué no se suele preparar a la hora de comer es uno de los grandes misterios de la humanidad- y al que podemos dar tantas vueltas como queramos jugando con diferentes rellenos. Partiendo de la receta de tortilla francesa perfecta -dejamos el vídeo aquí debajo-, podemos rellenarla de cosas tan variadas como jamón dulce o lacón, atún en lata o pimientos en conserva bien escurridos, verduras o setas previamente salteadas o algún queso que funda bien (tetilla o Arzúa-Ulloa con una cucharada de cebolla confitada es una de mis combinaciones favoritas). ¿Necesitas más ideas concretas, porque por la noche tu creatividad se va a dormir antes que tú? Aquí van 10. Tuesta una o dos rebanadas de buen pan de hogaza, úntalas con tomate, con mantequilla o simplemente adereza con un hilo de aceite virgen extra y disfruta del manjar.
Tostada de pan integral con huevos revueltos y lo que tengas por la nevera
Centeno, kamut, espelta o cualquier pan de miga densa y sabor intenso servirá como lecho sobre el que acostar unos huevos revueltos (que no tortilla desmigada). Para que queden bien,empieza poniendo una cucharada de mantequilla o de aceite de oliva a fuego suave en una sartén antiadherente. Cuando esté caliente, baja el fuego al mínimo, añade los huevos, remueve, salpimenta y deja unos segundos sin mover hasta que se forme una capa cuajada. Remueve de nuevo y repite el proceso hasta que consigas una textura cremosa (si prefieres verlo, en este vídeo te enseñamos cómo hacerlo).
Si quieres añadirles chorizo, sobrasada, panceta o similar, córtalos a trocitos y deja primero que se funda su grasa en la sartén, elimina la que quieras y usa el resto en lugar del aceite o la mantequilla. También sirven verduras de hoja como las espinacas, cebolla, espárragos verdes o setas troceadas, todas previamente salteadas para soltar su agua. También es una buenísima salida para ese o esos trocitos de queso que se han secado un poco o sobraron de una receta y amenazan con empadronarse en la nevera: rállalos si son duros y córtalos en daditos si son blandos, y añádelos a la sartén justo después que el huevo.
Si tienes el día hedonista y un buen cruasán de mantequilla a mano -sin esa cosa pegajosa infernal que le pone encima gente que quiere ver el mundo arder-, puedes abrirlo por la mitad, darle un golpe de plancha por la parte de dentro; sin apretar ni añadir ninguna grasa extra, y usarlo como base en lugar del pan.
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