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Zidane, Desailly y Blanc, con la Copa de campeones.
EL PAÍS MUNDIAL | Francia 1998

La consagración de Zidane

Los goles de Suker con pleno empeine, la astucia de Frank de Boer tirando la línea, la garra de Simeone, la tragedia de Beckham, las mejores horas de Owen, y, al cabo del trayecto, el duelo frenético entre dos amigos, Ronaldo y Zidane, frente a frente en el tapete de París. El Mundial de Francia 1998 será recordado por un puñado de obras de arte del balompié pero nunca por el predominio del fútbol sobre la fuerza. En la final de Saint Denis, en un estadio futurista que causó sensación, ganaron los más poderosos. El triunfo de Francia fue la consagración del estilo atlético, representado por el escuadrón de Blanc y Deschamps. Una rueda de acero a la que se plegó el poeta, el gran Zidane, para liquidar el campeonato con sus maneras menos líricas: a cabezazos.

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