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Infancias robadas

Mina, 10 años, empleada de hogar. Shanta, 9 años, trabaja en una fábrica de válvulas. Mobarak (12 años), Rydoy (10), Ibarhim (8)... Ninguno cobra más de 13 euros al mes. Un tercio del salario mínimo. Y la capital de Bangladesh es solo una gota en el océano de la explotación infantil.

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