10 recetas para comerse un pepino entero (o más de uno)
La cucurbitácea se ha convertido en el ingrediente estrella del verano en redes sociales, por mérito propio. Aquí tienes un montón de ideas para disfrutarlo en bocadillos, encurtido, en ensaladas o cremas
Solo si has pasado el verano sin asomarte a ninguna red social, es posible que no hayas leído ni oído la frase “a veces solo necesitas comerte un pepino entero”, el grito de guerra que anuncia una de las tendencias culinarias virales de los últimos meses. Su impulsor, el creador de contenidos canadiense conocido como Logansfewd, empezó a preparar recetas -su intención es llegar hasta 100- en sus cuentas de Instagram y Tiktok con este ingrediente como protagonista.
Con un contenedor de plástico, una mandolina, un cuchillo y un rallador como herramientas, una despensa bien surtida de ingredientes asiáticos de fondo y un buen conocimiento de la gastronomía coreana, Logan arrancó la locura por el ‘pepinismo’, y las redes al completo le siguieron. ¿Cuánto? Hasta el punto de crear una crisis de pepinos en Islandia, cuyas tiendas y supermercados sufrieron el desabastecimiento de esta hortaliza a finales de agosto.
No tenemos un estudio elaborado respecto a las claves de su éxito, pero podemos intuir que un ingrediente económico y fresco, cuyo sabor combina bien con muchos aderezos diferentes, combinaciones sorprendentes y un formato sencillo -sin encender el fuego y con niveles de dificultad que muchas veces no requieren más que cortar y mezclar- contribuyeron bastante. Un kimchi exprés para tomar con fideos fríos, rollitos con arroz y algas, como acompañamiento con muchas salsas de sabor potente y una sopa helada rápida son algunas de las propuestas de Logan. Aquí tienes unas cuantas más de cosecha Comidista para disfrutar tu pepino entero en bocadillos, encurtido, en ensaladas, cremas, aguachile de pescado o marisco o como ingrediente para diferentes aperitivos.
La receta más viral: con salmón, queso en crema y alcaparras
Con ella empezó el pepinazo del verano. Para prepararla necesitarás un tarro grande o un táper: pon en él un pepino y un poco de cebolla -todo cortado en rodajas finas-, dos cucharadas de queso cremoso con hierbas, un par de lonchas de salmón ahumado; que podría ser curado en casa, picado, alcaparras, y una mezcla llamada “everything but the bagel”, que suele llevar semillas de amapola y de sésamo tostadas, ajo seco, cebolla seca y sal. Añade un toque de pimienta, tapa, agítalo bien, deja reposar cinco minutos, mezcla de nuevo y prueba si necesita más sal. Logan le añade la sal de entrada, además de glutamato monosódico; casi omnipresente en sus recetas. El segundo me parece completamente prescindible, y la primera depende bastante del gusto de quien se la vaya a comer -a mí con la del aliño de bagel, las alcaparras y el salmón me llega-, así que mejor probar primero y ajustar después. Si te gusta el limón, no dudes en añadirle unas gotas.
A cucharadas: crema de pepino, yogur y menta
Una de esas recetas que te hacen pensar cómo algo tan sencillo puede estar tan bueno, básica en mi nevera veraniega desde hace muchísimos años y con un sabor que recuerda al tzaziki griego. Para prepararla solamente hay que triturar bien cinco pepinos medianos troceados y sin las puntas -si tienen la piel muy gruesa, se les puede quitar la mitad a tiras, con un pelador o una puntilla- con cuatro yogures naturales, uno o dos dientes de ajo, un puñado de hojas de menta, sal, pimienta, aceite y vinagre al gusto, además de entre 600 mililitros y un litro de agua fría, hasta que quede una crema fina. ¿A qué viene ese baile de cantidades de agua? Me gusta tomarla más líquida si es para beberla en taza, y más densa para tomarla en bol con cuchara. ¿Con qué la podemos rematar? Trocitos de pepino picado, huevo duro o picatostes de pan, por ejemplo. Si no tienes una batidora a mano, puedes hacer una combinación parecida en modo ensalada: trocea el pepino, alíñalo con una vinagreta sencilla y deja que repose un rato en la nevera. Remata con un yogur, hierbas o especias -en la foto de arriba, za’atar, zumaque y perejil- y si quieres, unas aceitunas.
En bocadillo: sandwich clásico inglés y mucho más
Además del sandwich inglés para acompañar el té, hay otros bocadillos que se vienen arriba añadiéndoles pepino. Empezamos con el básico: un buen pan de molde artesano, le quitas la corteza, lo untas bien con mantequilla en pomada o queso cremoso, muchísimas capas de pepino cortado muy fino, todo aliñado con sal y pimienta y ya está, sin más. También podemos añadirlo a un BLT (¿BLTP), ya que se lleva bien con la lechuga, el tomate, el bacon y la mayonesa; a un bagel con queso cremoso y cualquier pescado ahumado o a un bocata de huevo duro, mayonesa y aguacate. También se lleva bien con el atún en conserva, el pastrami o el jamón cocido o asado.
En aguachile, con casi cualquier pescado o marisco
El primo mexicano del ceviche tiene el mismo punto ácido y picante que lo vuelve adictivo, pero necesita muchos menos ingredientes para preparar la salsa que le sirve como base. Exprime lima hasta conseguir 200 mililitros de su zumo y añade uno o dos jalapeños sin semillas, entre seis y ocho ramas de cilantro picado, medio o un diente de ajo y sal al gusto. Ponlo todo en un vaso batidor, tritura bien y pasa a la nevera para que se enfríe. Como guarnición usaremos media cebolla roja cortada a pluma -muy fina- y un par de pepinos pequeños o medianos, a los que quitaremos la mitad de la piel a tiras y, si tienen muchas, también las semillas. Lo habitual es cortarlos en medias lunas, pero también se pueden hacer daditos.
Vamos con el pescado o marisco: servirán unos 300 gramos de camarón o gamba pelados, desvenados y troceados o abiertos en mariposa, mejillones, ostras o navajas, pescado blanco como la lubina, corvina o mero; bonito, caballa o atún si buscamos la potencia del pescado azul, unos lomos de salmón o una mezcla de varios de los mencionados, todo cortado en trozos de bocadito. Mezclar todo bien y dejarlo reposar entre cinco y diez minutos para que se mezclen los sabores y comer con cuchara (se puede decorar con un poco más de chile en rodajas y hojas de cilantro). Con esto conseguiremos un aperitivo para cuatro personas, o un primero para dos.
Con palillos: sunomono japonés (y aplicaciones)
Publicamos esta sencilla receta a principios de verano -adelantados a la tendencia, así somos-, aunque más bien es una técnica para lograr un híbrido entre encurtido y ensalada que también puede aplicarse al rábano o la zanahoria (en este caso no hay que quitarles antes el agua, pero necesitarán un poco más de reposo para empaparse de sabor). Puedes aliñarlo con algas, con furikake, darle un toque picante, servirlo tal cual como acompañamiento o con pulpo cocido troceado, salmón, bonito, gambas o langostinos crudos o cocidos, además de champiñones o shiitake previamente salteados y templados. Se puede convertir en plato único con una base de legumbres, arroz blanco o fideos asiáticos de cualquier tipo (siempre que sean de una variedad que está rica fría o a temperatura ambiente, como los de trigo sarraceno, boniato o trigo y huevo).
Una ensalada diferente: fideos de pepino, zanahoria y salsa de yogur griego y mostaza
Inspirada en la clásica ensalada de col americana, pero en versión ligera -cambiamos la crema agria y la mayonesa por yogur griego- y con la opción de rescatar del armario aquel espiralizador de verduras que tanto usamos en 2018 (algunos incluso tres o cuatro veces, un locurón). Para dos raciones, lava bien dos pepinos medianos de piel fina, quítales las puntas y pasa por el espiralizador: si no tienes uno a mano puedes rallarlo o hacer tiras con un pelador de verduras. Ponlos sobre un colador 15 minutos para que suelten parte de su agua y no lo hagan en la ensalada. Haz espirales también con dos zanahorias medianas -puedes pasarlas directamente al bol, aquí no habrá fiesta acuática- y corta a pluma media cebolla morada. Prepara una salsa con un yogur griego natural, mostaza de Dijon, sal, pimienta y zumo y ralladura de limón al gusto. Mezcla bien con la zanahoria, el pepino bien escurrido, la cebolla, una cucharada de perejil fresco picado, un puñado de pasas y otro de nueces o anacardos. Después de unos diez minutos de reposo, los sabores se habrán mezclado y estará lista para comer.
Con tratamiento antiestrés: pepino bang bang
¿Tienes ganas de aporrear cosas varias veces al día? Normal. Aprovecha este signo de los tiempos para preparar un plato asiático que elevará el sabor de esta hortaliza, ya que dándole unos buenos golpes -a veces la violencia sí funciona- conseguirás romper su estructura y además que el aliño llegue a sus lugares más remotos. Nuestro compañero y sinófilo declarado Alfonso D. Martín los golpea con una maza, un mortero o el lado de la hoja de un cuchillo grande, para después cortarlos al bies y aliñarlos con ajo, jengibre, semillas y aceite de sésamo,salsa de soja, vinagre de arroz, un toque de sal y uno de azúcar, chile y aceite de oliva hirviendo para suavizar el ajo (la receta completa está aquí). Los rabanitos, el cilantro y la cebolleta china en crudo potencian tanto el sabor como su color, pero puedes usar otros acompañamientos como tofu en dados, pollo -que también tiene su propia receta bang bang-, calamares salteados o huevo cocido.
En familia, con sandía y melón
Vamos a exprimir lo que queda de verano con un festival ensaladero que incluye sus tres cucurbitáceas más refrescantes: pepino, sandía y melón. Solo tenemos que cortar estos tres ingredientes en trozos de bocadito -por cada pepino pequeño, unos 150 gramos de cada fruta- y pasarlo todo a un plato o bol. Nuestra compañera Miriam García propone aliñarla con una buena cantidad de zumo y ralladura de lima, un toque de ajo y vinagre y un poco de jengibre, además de un buen chorro de aceite de oliva suave, sal y pimienta. Un buen meneo, 15 minutos en la nevera -no más, para que los ingredientes no pierdan su jugo- y lista para comer.
Como base para canapés con lo que tengas a mano
Una rodaja de pepino crujiente, fresca y de unos tres milímetros de grosor es la base perfecta para montar ricos canapés con lo que tengas en la nevera o alacena. Desde atún en conserva o restos de pollo asado, mezclados con mayonesa y pepinillos picados -con un poco de salsa picante o chile opcional-, cualquier tartar de carne o pescado, anchoas o boquerones en vinagre o huevo duro y aguacate especiados y aplastados con un tenedor hasta que se mezclen bien. El queso de untar es perfecto para combinar con ingredientes picados: aceitunas, jamón dulce o serrano, encurtidos, pescado ahumado le quedarán genial.
En palitos, para acompañar tu untable favorito
Los palitos, crudités o como prefieras llamarlos, son una buenísima manera de aprovechar un pepino con demasiadas semillas. Solo tienes que quitarle las puntas, cortarlo a lo largo y después a lo largo de nuevo, y con una puntilla o una cuchara podrás eliminar rápidamente la parte más indigesta de esta hortaliza. Ya puedes darle forma de palitos que se puedan comer en un par de bocados de largo, y de un grosor que permita untarlos bien en el elemento escogido sin que se doblen de camino a la boca (por eso es importante usar pepinos bien frescos).
¿Con qué puedes servirlos? Con sobrasada de tomate seco, mutabal y dip de zanahorias, con ‘tofummus’, con un hummus extrafino tal cual, con tomatitos confitados o carne picada especiada, el de judías blancas con muhammara y habas de ricota de ajo asado made in Ottolenghi o musabaha. También puedes ponerle labneh y todo tipo de patés vegetales, con recetas que puedes adaptar al contenido de tu cajón de la verdura. ¿Te da pena la soledad del pepino y quieres añadir más verduras a la ecuación? Zanahoria, pimiento, calabacín e incluso arbolitos de brócoli, coliflor o bimi cocinados ligeramente al vapor -sin que pierdan su textura crujiente- aportarán sabor y color.
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