BLT: un sándwich clásico y una receta actualizada

Si una cosa saben hacer bien al otro lado del charco es meter las cosas más sencillas y a priori aburridas entre dos rebenadas de pan y que sea un éxito. El PB&J (peanut butter and jelly) es una de esas combinaciones sospechosas, sobre todo antes de probarlas. El día en el que unté mi tostada de desayuno con mantequilla de cacahuete y una cucharada de mermelada de moras lo entendí todo: a veces queremos algo sencillo y aburrido que reconforte y sepa a lo de siempre.

Otro ejemplo es el BLT: bacon, lechuga y tomate puede parecer un trío poco apetecible, pero tiene su razón de ser, sobre todo si se hace bien. Es básico, puede hacerse con los ojos cerrados y tiene todo lo que necesita un sándwich: el bocado carnoso y jugoso del tomate, frescor y crujiente por parte de la lechuga, un punch salado y ahumado en forma de bacon. Para terminar, una buena dosis de mayonesa para que los tres ingredientes se junten de forma uniforme y no salten de un lado para otro cuando te los metes en la boca.

Vamos a intentar hacer este clásico, lo más perfecto posible. Hay varias cosas importantes: usar muy buen tomate -aprovechando que está acabando la temporada, podemos utilizar un par de variedades que aporten color y dulzor- y aliñarlo por separado. Un buen chorro de aceite de oliva virgen extra, sal en escamas y pimienta negra recién molida.

El bacon que quede muy crujiente y plano -para hacerlo se puede colocar un trozo de papel sulfurizado y un cazo encima-: no hay nada peor que un bacon chuchurrío y blandengue que se sale entero con el primer bocado. Lo mismo con la lechuga, para no desmontar todo el sándwich, lo mejor es cortarla en juliana fina y mezclarla con un poco de mayonesa. La salsa vamos a tunearla un poco; al bacon un poco de dulce le queda como un guante, así que mezclaremos la mayonesa con un poco de miel y con una cucharadita de mostaza, realza el sabor del tomate y nos da un poco de picor.

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