Todos tendremos una historia que contar sobre cómo vivimos el confinamiento por la pandemia del coronavirus. En EL PAÍS Madrid hemos querido tejer un recuerdo coral con los testimonios en primera persona de madrileños que han escrito cómo se afrontó la vida -y las muertes- durante el estado de alarma por la crisis sanitaria. Pequeñas pero grandes historias de barrio, de lucha, de duelo, de miedos, de ayuda y, también, de esperanza por parte de vecinos de todas las edades, desde los ocho años de Mateo, el más joven en participar. Estas son las tribunas que hemos publicado hasta ahora en la serie La experiencia personal.
La cuarentena se complica cuando vives en la calle. “El patio me provoca ganas de huir nada convenientes”, escribe Antonio Torre Caliani, uno de los usuarios del albergue para personas sin hogar habilitado en Ifema. “Se teme al virus, por supuesto, pero también a la salida”.
“Clientes que están 100% concienciados y otros que pasan absolutamente de las normas (...) y a la hora de llamarles la atención, aún tienen la desfachatez de encararse”, relata Julián García, charcutero.
"Respetando la distancia de seguridad, mi tío le recitó los nombres de todos sus hijos y nietos". Miguel Ezquiaga, nieto de un fallecido por coronavirus, relata la videollamada familiar para despedir a su abuelo. “Es tozuda la imagen de los más veteranos peleándose con el teléfono móvil”.
“Los ángeles existen, pero con gafas de buceo. Escribo desde una habitación aislada del Gregorio Marañón donde estos ángeles entran y salen sonriendo”, relata el autor, Ignacio Bazarra, durante su ingreso.
La autora cuenta su experiencia durante el desplazamiento, donde ayudó en varias residencias de personas mayores. "Teníamos que buscarnos la vida para poder comer y no perder tiempo en desplazamientos, y pudimos contar con la solidaridad de la gente de los pueblos", afirma.
Cecilia Ortiz es la dueña del bar La Dorrego de Chamberí. "He tenido que acudir a servicios sociales y Cruz Roja para recibir ayuda con la comida. Todo lo que tenía lo había perdido", escribe
La experiencia de un médico internista del hospital Ramón y Cajal: "Llegó el tsunami sanitario. Ya no eran varias decenas de pacientes los que ingresaban diariamente, sino más de 100, hasta casi 200 en un solo día"
A estas alturas, escribe Andrés Molina, pensionista, “sabemos que todo pasa y que cuando pasa, inmediatamente pasa algo más”. “De lo único que estamos seguros es de que pronto nos vamos a ir”, añade.
Mateo, de 8 años, se pasa el día montado tipis para acampar en casa. Por sacar lo positivo de la situación, cuenta que le gusta poder pasar más tiempo con su familia y confiesa un pequeño placer: “No me tengo que poner vaqueros y eso me gusta”.
“Los casos que han seguido llegando son principalmente asuntos relacionados con la violencia de género y delitos económicos como robos o estafas a través de Internet”, explica el autor
Miguel Ángel Pérez estaba apunto de hacer una cosa muy rara: abrir un cine. De momento, Cine Embajadores es “un sueño en punto muerto”. “Mi madre, que tiene 82 años, dice que le gustaría vivir unos añitos más y poder ir muchas veces al cine”.
"Lo que no se nos ocurría a unos se les ocurría a otros, y así, compartiendo esfuerzo y trabajo, fuimos articulando una red de solidaridad", cuenta Javier Cuenca, de la Asociación Vecinal La Incolora de Villaverde Alto
La autora relata su mes y medio de confinamiento sin ver la luz del sol: "Hasta ahora, salvo algún domingo después de salir el sábado anterior, no había reflexionado demasiado sobre lo que supone tener que vivir permanentemente con la luz artificial encendida".
"Desde que llegó la crisis por el coronavirus, somos más meticulosos. Por ejemplo, hemos dejado de usar las sopladoras para limpiar más con agua", cuenta Sara Gema López Martín
Charo, vecina de Nacho Martínez, lleva media vida en un piso alquilado del que pueden echarla cualquier día. Cuando se enteraron de que era su cumple, todos los vecinos se organizaron para sorprenderla: “Dice que es el mejor cumpleaños de su vida”.
Juan Sánchez es el dueño del salón Class peluqueros en Alcalá de Henares: "Había que estar a la altura de nuestros clientes y, sobre todo, darles seguridad para que se sintieran como siempre en nuestro negocio"
El autor relata cómo es para la comunidad musulmana no poder vivir este mes de Ramadán sin poder juntarse. "Cuesta creer que se prepare una sola comida para cuatro o cinco personas sentadas, atónitas, en su casa, en lugar de comer rodeada de cientos de musulmanes y compartir el anhelado ‘iftar’", escribe.
Mónica Ávila es abogada en la ONG Rescate, que ayuda a las personas solicitantes de asilo y refugiadas: "Mi trabajo estos días se ha convertido en orientar y tranquilizar a estas personas. Pero cómo hacerlo cuando lo que nos rodea, aparte de desalentador"
El autor, que ha donado la fruta y verdura que cultivaba a bancos de alimentos, reflexiona sobre el aprendizaje que se puede extraer de esta crisis para la lucha contra el cambio climático
A Sofía Thys, estudiante de segundo de Bachiller, le ha tocado prepararse la EVAU desde casa y con clases online: “Cada día recibimos noticias distintas y contradictorias”.
Mario Saénz de la Torre cubre la ruta Madrid-Logroño. Las carreteras han cambiado de aspecto. Y otra modificación de su trabajo: ya no le obligan a descargar gratis la carga que lleva (por las medidas de seguridad), una secuela de la anterior crisis económica.
Alicia Ros, vocalista y bajista de la banda madrileña Cariño, cuenta cómo se organizan para trabajar desde casa. "Nuestra situación es difícil, no hay formulario de ayuda para autónomas y artistas que no hayamos rellenado", reconoce.
En cada ocasión que he salido, me he topado con un ‘policía de balcón’, de esos que vigilan e increpan desde su aburrimiento
Las autoras explican los problemas psicológicos más comunes en la población durante la crisis. "hemos visto un incremento en las consultas sobre sexualidad, como preocupación por un consumo excesivo de pornografía, aumento de la masturbación o interés por cómo abrir la relación de pareja", comenta una de ellas.
Su pequeño aguantó unas semanas de confinamiento, pero empezó a tener ataques y autolesionarse. Los médicos le indicaron que sacaran al niño a pasear. “En cada ocasión que he salido, me he topado con un ‘policía de balcón’, de esos que vigilan e increpan desde su aburrimiento", relata.
Quique Villalobos, presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Madrid (FRAVM), reivindica el papel de los voluntarios y de las asociaciones en los vecindarios: “Gracias a la labor continua de las asociaciones de vecinos se cubren necesidades allí donde la administración no ha podido llegar a tiempo”.
“Durante media hora me siento libre, me da el sol, el aire fresco y hago deporte”, escribe el autor, un médico que va al trabajo en bici todos los días.
Celia Blanco, periodista, perdió a su nuera y piensa hacerle un buen funeral malasañero cuando el coronavirus lo permita. “Las medidas para evitar contagios han sofisticado nuestros gestos en los velatorios. Nos saludamos con los codos sin poder enjugarnos las lágrimas mutuamente”, contaba al principio de la crisis sanitaria.
“Tengo la cabeza en el hospital”, escribe Myriam Valdés. Pensaba que su “último mes de baja estaría lleno de paseos por el parque”. Sin embargo, no puede “dejar de pensar” en el hospital público en el que trabaja.
Luis Ávila agradece cada mensaje de ánimo que recibe en algunos repartos o la mandarina muy bien envuelta que le dio una señora. “Entregas el paquete y una sensación extraña te invade”.
Dice Carlos González que se siente “privilegiado” de ser residente en esta época, pero reconoce que le asaltan muchos miedos diferentes: al contagio, a las cifras, al desconocimiento.
Somos conscientes de que también debemos acompañar, cuidar y garantizar que el proceso de fallecimiento sea digno
Manuel Escobar y su pareja, también enfermera, trabajan en uno de los hospitales más colapsados de Madrid: “Somos conscientes de que también debemos acompañar, cuidar y garantizar que el proceso de fallecimiento sea digno”.
Leticia Martínez y Gonzalo de León se convirtieron en "DJs de balcón" durante la cuarentena. El primer día sacaron un altavoz y pusieron la canción ‘Resistiré’. “Fue bonito y raro a la vez". Hace días que la policía les impide seguir poniendo música.
“El virus nos confronta a una vida que, con frecuencia, no ofrece a cada uno lo que consideramos les corresponde”, relata la autora, doctora en Derecho, psicóloga y criminóloga
Carmen de la Fuente, matrona de 26 años, ha atendido por Twitter dudas en consultas telemáticas en las semanas en las que la Sanidad estaba desbordada: ”Dada la situación, la incertidumbre de las embarazadas debe ser tremenda”.
Miguel del Arco, autor dramaturgo y uno de los dueños del Teatro Pavón, sostiene que se siente “como en el día de la marmota” y teme el desastre económico en su sector: “Intento que no cunda el pánico”.
La autora, hondureña vecina de Vallecas, acudió con su pareja a una red vecinal que reparte comida. Ahora ellos ayudan recibiendo llamadas y distribuyendo los recursos
Después de que diagnosticaran cáncer a su padre, Iker Huarte confiesa que ya solo le queda esperar. “Esperar a que a mi padre le den cita para operarle el tumor de la cabeza cuanto antes. Esperar que él siga optimista aunque pasen los días”.
Álvaro García, profesor de Secundaria en un instituto público de Leganés, narra los primeros días de clases online tras la suspensión de las clases presenciales en toda la Comunidad de Madrid: “A mí, que soy profesor de Lengua, se me vino a la cabeza Cervantes y la pelea en la venta que narra en el Quijote, donde de un momento para otro todo el mundo pierde la cabeza”.
Guillermo García, español residente en Japón, recuerda su experiencia en la anterior pandemia de la Gripe A: "En la academia en la que entonces estudiaba japonés nos obligaron a llevar mascarilla, y a utilizar un dispensador de gel desinfectante al entrar al edificio. Recién llegado al país, yo pensaba: “qué exagerados, no es para tanto…”.
Tábata Cerezo relata la muerte de su abuelo por coronavirus sin funeral, sin velatorio, sin abrazar a su padre. “Qué desgarrador es no podernos dar calor humano cuando algo así sucede”.
El ganadero Tomás Ayuso sostiene que aunque los animales “no entienden de partidos, de equipos ni de colores”, el cuidado y la atención que requieren tienen un coste difícil de asimilar en esta situación.
“Doy clases extraescolares de inglés en un colegio público de la sierra de Madrid. Nuestra empresa hace un ERTE, ya nos avisarán cuando haya novedades”, cuenta Mariah Oliver.
Cierras un día el salón teniendo que pagar el salario de cuatro trabajadores con una caja de 60 euros. Empiezas a desvelarte
Juan Sánchez Pardo, dueño de un salón de belleza, el aborda desmoronamiento repentino de los pequeños negocios: “Cierras un día el salón teniendo que pagar el salario de cuatro trabajadores con una caja de 60 euros. Empiezas a desvelarte”.
“Sigo agarrada a los libros, ese objeto que tanto me ayuda a continuar anclada a la tierra y a respirar”, cuenta Ana Corroto, trabajadora de la Librería Alberti.
Jaime Casal perdió a su abuela sabiendo que no podría despedirse de ella. “Hombre, Jaimuchi...aquí estoy, hecha un asco”, fue la última frase que le dijo. No pudo acudir a su entierro.
"Lo que veo por mi ventana es todo lo que puedo ver de Madrid”, escribe José Manuel Abad, que se ha pasado estas semanas mirando un lateral de Avenida de América.
El confinamiento no es excusa para dejar de hacer deporte, dice Daniel Díaz, monitor de spinning. Para los no iniciados, el autor recomienda “establecer alguna rutina de ejercicio”.
La doctora María Sainz explica que está “tan ocupada con este misterioso y desaprensivo virus” que no va a permitir que “nuestras vidas se desentiendan del ritmo cardiaco de lo que nos hace ser importantes”.
“De todas las veces que la he querido intensamente desde que soy madre, esta es la que más”, reconoce Victoria Torres, en una tribuna escrita cuando el cierre de los colegios era inminente y aún no se había declarado el estado de alarma.
Juan José Mateo relata los entretenimientos de su hija mientras los padres teletrabajan: baila, saca cuentos de la estantería para tirarlos al suelo, corre, gira sobre sí misma, entona el Let it Go.
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