El cierre, el ERTE... y tratar de no perder la ilusión
“Aunque no te falten clientes, vives siempre al límite del negativo. Súmale el estado de alarma”, cuenta el dueño del salón Class peluqueros en Alcalá de Henares
Cuando en enero, comienzas a ver en los telediarios noticias sobre este maldito coronavirus en China, piensas que, verdaderamente, no te va a tocar. Vives ajeno a ello. Continuas llenando tu agenda, haciendo pruebas de novia para marzo, dando cita para los peinados de comunión en mayo. En febrero, continuas escéptico y animas a muchos de tus clientes con un próximo cambio de imagen de cara a primavera, que ya está cerca.
Esa misma semana, cuando el Gobierno central decreta el estado de alarma, pasas los días con miedo. El salón vacío. Cierras un día el salón teniendo que pagar el salario de cuatro trabajadores con una caja de 60 euros. Empiezas a desvelarte.
El viernes 13 tras el cierre del salón, llego a casa y se decreta estado de alarma. Veo con incredulidad que algunos negocios como peluquerías debemos permanecer abiertos. El sábado, tal cual me dicen, abro mi salón sin trabajadores, viene la policía y, tras una inexplicable reprimenda, bajamos el cierre. A partir de aquí, me confino abrumado por todas las nubes negras económicas que se avecinan.
Yo solo soy un peluquero, un pequeño empresario, que mantiene su negocio funcionando bien y dando de comer a algunas familias. Llevo 27 años, con negocio propio y, desde unos años a esta parte, mientras incrementan los bolsillos de algunos, menguan los de otros. Hace años, esto no pasaba. El incremento de la presión fiscal es inasumible para las peluquerías. Los políticos actuales, por los que ya no me siento representado, deberían tener la formación suficiente para hacer las cuentas y ver que no cuadran. Aunque no te falten clientes, vives siempre al límite del negativo. Pues bien, a esto, súmale el estado de alarma.
Haces un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) y mandas a los trabajadores al paro, con la incertidumbre de si van a cobrar; pides préstamos para pasar el bache de un mes y te endeudas más, sin saber si en el futuro lo podrás pagar. Y así, con esa angustia te despiertas todos los días a las dos de la madrugada. Aparte, gestiona los daños personales y familiares que esta situación añade.
Pues bien, a pesar de esto, no me rindo, continuo hacia delante. No sé si en la fórmula actual o reinventándome de alguna forma, saldré de ésta. Todos saldremos de ésta. No es momento de vivir solo de lamentaciones. Como dice la famosa canción Resistiré.
Juan Sánchez Pardo es dueño del salón Class peluqueros en Alcalá de Henares. Esta tribuna pertenece a la serie La Experiencia Personal, que EL PAÍS Madrid publica a diario durante la cuarentena por coronavirus. Puedes leer aquí la experiencia personal de Quique Villalobos (El poder de hacer barrio), Carlos González (Anestesia contra el miedo), Tábata Cerezo (La razón por la que estamos encerrados), Celia Blanco (Funeral Malasañero), Nacho Martínez (El cumpleaños de Charo se canta en el patio de luces), Esther Arroyo (“Liberar espacio: a mi abuela de 93 años la sacan de paliativos”), de Miguel del Arco (¿Cómo estar tranquilo cuando sabes que tienes una plantilla?), de Mariah Oliver (“Dos meses sin cobrar el sueldo”), de Victoria Torres (La tribu se pone en marcha), de Juan José Mateo (Ojo, que tiene 38º) o de la doctora María Sainz Martín (Ponerse al día).
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