_
_
_
_
La experiencia personal
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El poder de hacer barrio

Gracias a la labor continua de las asociaciones de vecinos se cubren necesidades allí donde la administración no ha podido llegar a tiempo, escribe el autor

Dos vecinos conversan en el balcón de sus casas en Madrid durante el estado de alarma.
Dos vecinos conversan en el balcón de sus casas en Madrid durante el estado de alarma.Mariscal

Llevamos tres semanas de confinamiento y el Whatsapp echa humo, me resulta casi imposible seguir en redes sociales todo lo que me interesa y me he acostumbrado tanto a las videoconferencias que casi las uso más que las llamadas convencionales. “No paro”, “curro más que antes”, “no tengo horas para hacer todo lo que hace falta” me dicen compañeros y compañeras de asociaciones vecinales y colectivos de barrio. Y es que desde antes del 14 de marzo ya estaban identificando necesidades y organizándose para afrontar lo que se nos venía encima.

En todo este tiempo han surgido infinidad de iniciativas de apoyo mutuo, redes de solidaridad con personas voluntarias para bajar a hacer la compra, recoger medicinas e incluso para sacar al perro de quienes, por ser muy mayores o por estar enfermos, no pueden salir a la calle. Colectas y donaciones para montar bancos de alimentos porque los habituales estaban cerrados. Recogidas de máscaras y gafas de buceo para proteger al personal de hospitales y residencias. Y así un sin fin de iniciativas que están, literalmente, salvando vidas. Este mismo viernes varias familias nos quedamos hasta media noche montando 1.000 pantallas protectoras para llevarlas al hospital más cercano. Sorprende, dicen algunas voces, la respuesta solidaria de la gente y es normal. Estamos tan habituados al individualismo, al “do it yourself” que a muchos les queda lejos aquel lema de la Bola de Cristal de “solo no puedes, con amigos sí”. Sin embargo, esa aparente espontaneidad no ha sido tal, o al menos en muchos lugares no ha surgido sin más.

Numerosas asociaciones y colectivos pequeños, que en el día a día no cuentan más que con un puñado de personas activas, han sido la piel y el cerebro, las manos y el corazón de esas iniciativas que ahora reconocemos como esenciales. Gracias a su organización continua, a su trabajo de hormiguita, a mantener caliente la brasa, hoy hay llama para cubrir necesidades allí donde la administración no ha podido llegar a tiempo, porque su funcionamiento es lento o porque había quedado tan debilitada por un sin fin de recortes que aún hoy no es capaz de cumplir su función, ayudar a quien más lo necesita.

Cuando las familias salen al balcón cada día a las 20.00, para agradecer el trabajo de sanitarios y demás personal que nos está sosteniendo como sociedad en esta terrible crisis, una parte de esos aplausos es para esa activista de barrio que se deja muchas horas de su vida, de atender a su familia, para ayudar a los demás. Son para esa asociación que los más retrógrados califican de “chiringuito político”, pero que en realidad supone la diferencia entre ser barrio, estar unidas, tener capacidad de reacción ante los problemas o estar vendidos ante lo inesperado. Eso somos, somos barrio y en eso estamos

Quique Villalobos es presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Madrid (FRAVM). Esta tribuna pertenece a la serie La Experiencia Personal, que EL PAÍS Madrid publica a diario durante la cuarentena por coronavirus. Puedes leer aquí la experiencia personal de Carlos González (Anestesia contra el miedo), Tábata cerezo (La razón por la que estamos encerrados), Celia Blanco (Funeral Malasañero), César Martínez (El cumpleaños de Charo se canta en el patio de luces), Esther Arroyo (“Liberar espacio: a mi abuela de 93 años la sacan de paliativos”), de Miguel del Arco (¿Cómo estar tranquilo cuando sabes que tienes una plantilla?), de Mariah Oliver (“Dos meses sin cobrar el sueldo”), de Victoria Torres (La tribu se pone en marcha) , de Juan José Mateo (Ojo, que tiene 38º) o de la Doctora María Sainz Martín (Ponerse al día).

Información sobre el coronavirus

- Aquí puede seguir la última hora sobre la evolución de la pandemia

- El mapa del coronavirus: así crecen los casos día a día y país por país

- Preguntas y respuestas sobre el coronavirus

- Guía de actuación ante la enfermedad

- En caso de tener síntomas, estos son los teléfonos que se han habilitado en cada comunidad

- Pincha aquí para suscribirte a la newsletter diaria sobre la pandemia


Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_