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La experiencia personal
Columna
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La experiencia personal de ejercer el derecho penal en tiempos de coronavirus

“Los casos que han seguido llegando son principalmente asuntos relacionados con la violencia de género y delitos económicos como robos o estafas a través de Internet”, explica el autor

Juan Gonzalo Ospina es abogado penalista en Madrid.
Juan Gonzalo Ospina es abogado penalista en Madrid.

De la noche a la mañana se produjo un cambio drástico en nuestras vidas. Por suerte, podíamos contar con la tecnología como nuestra principal aliada durante el confinamiento. ¿Se imaginan cómo hubieran sido estos días sin móviles, videollamadas e Internet?

Nuestro primer detenido durante el estado de alarma llegó un domingo por la tarde, investigado por una presunta violencia de género. Conseguimos hablar por teléfono con la comisaría de Policía donde se encontraba nuestro cliente sin ningún impedimento a la hora de respetar los derechos del detenido, salvaguardando en todo momento el derecho de defensa. Se realizó la entrevista reservada y, posteriormente, este fue llevado al Juzgado de Guardia, evitando así la clásica noche en comisaría.

En la vista donde defendimos su inocencia para proteger su libertad se tomaron todas las medidas sanitarias posibles. En el aspecto jurídico, el fiscal entendió la existencia, por parte de la denunciante, de un ánimo espurio económico para quedarse el piso durante el estado de alarma, por lo que el juez denegó la orden de alejamiento pese a la oposición de la acusación particular.

Es cierto que, en el ámbito profesional, las asistencias penales se han reducido en más de un 80% y los casos que han seguido llegando a los despachos son principalmente asuntos relacionados con la violencia de género y delitos económicos como robos o estafas a través de Internet. Sin embargo, la llegada del coronavirus nos ha permitido compartir un tiempo necesario con nuestras familias.

En mi caso concreto, he aprovechado para reencontrarme en casa como nunca había podido aprovechar con anterioridad por motivos laborales, como mi inexistente baja por paternidad. Poder desacelerar y acostar o despertar a nuestros hijos, preparar el desayuno, ayudar con el almuerzo e incluso encargarme de la siesta, han sido momentos que, en condiciones normales, probablemente no hubiera podido vivir.

He aprovechado para reencontrarme en casa como nunca había podido aprovechar con anterioridad por motivos laborales

A pesar de la terrible situación y de la incertidumbre, no puedo evitar agradecer el haber aprendido a valorar aún más la felicidad, el tesoro y el amor que nos regalan los hijos. Seguramente, muchos hayamos comenzado a entender las sabias palabras de nuestros padres y abuelos, así como la verdadera escala de valores de la vida.

Lo más seguro será que el post-confinamiento nos vaya acelerarando poco a poco, hasta llegar a la velocidad a la que estábamos acostumbrados antes de estar encerrados y teletrabajar. Sin embargo, tras tanto sufrimiento e igual cantidad de muestras de solidaridad, tal vez recordemos que lo verdaderamente valioso en la vida no tiene precio.

Ahora que hemos sido privados de poder ver libremente a nuestra familia y de abrazar a nuestros allegados, tal vez valoremos cosas que antes no tenían excesiva importancia. Quizá ahora veamos que la humanidad no entiende de fronteras y que las cosas importantes de la vida ya no las podemos volver a dar por sentadas.

Juan Gonzalo Ospina es abogado penalista en Madrid

La experiencia personal: anecdotario de los madrileños durante la crisis sanitaria

Algunas de las historias recogidas en La Experiencia Personal, relato coral de los vecinos de Madrid durante el estado de alarma.
Algunas de las historias recogidas en La Experiencia Personal, relato coral de los vecinos de Madrid durante el estado de alarma.EL PAÍS

Todos tendremos una historia que contar sobre cómo vivimos el confinamiento por la pandemia del coronavirus. Este es un relato coral de los vecinos de Madrid a través de textos en primera persona.

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