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Agustín de Celis, pintor: “En la Transición se olvidaron de los artistas de mi generación”

El creador cántabro, de 93 años, protagoniza una exposición itinerante que le ha dedicado el Gobierno de su comunidad y que resume su extensa obra, del paisajismo a la abstracción

El pintor Agustín de Celis, en su estudio de Madrid, el 26 de febrero.
El pintor Agustín de Celis, en su estudio de Madrid, el 26 de febrero.Santi Burgos

El estudio del pintor Agustín de Celis (Comillas, Cantabria, 93 años) está situado entre el parque de la Bombilla y el río Manzanares, en lo que ahora es parte de un Madrid muy codiciado, pero cuando él lo consiguió, a comienzos de los años sesenta, era un descampado al que no querían acercarse ni los proveedores. Todo ha cambiado mucho en estas décadas. Las farolas ya no se encienden con gas, pero el barrio guarda un remoto sabor bohemio que al artista le agrada y estimula. En este amplio estudio sigue trabajando cada día. Desde media mañana hasta el final de la tarde. Apilados junto a la pared hay montones de cuadros muy ordenados. De aquí han salido algunas de las 50 obras de la exposición itinerante, titulada Año Agustín de Celis 2025, que le dedica el Gobierno cántabro y que concluirá en Madrid ya en otoño. La selección es un compendio de las diferentes etapas recorridas a lo largo de su vida: el paisajismo, su vinculación a la abstracción, el color azul, su compromiso con la actualidad y, siempre, su pasión por el cine y la poesía.

Pregunta: La exposición, que puede verse en la Biblioteca Central de Santander, hasta el 31 de marzo, arranca con obras fechadas en 1966, cuando usted ya había vuelto de Roma becado por la Academia de Bellas Artes. Emprendió el viaje con 30 años. ¿Qué supuso para usted aquella estancia de cuatro años en la capital italiana?

Respuesta: Esa beca era lo mejor que le podía pasar a un artista. Yo había dejado Santander para estudiar en Madrid y sobrevivía de mala manera para no volver a la vida que había dejado atrás. Estábamos en plena dictadura. En España no había nada, ningún estímulo.

'Hacia donde' (1968), óleo de Agustín de Celis, en una imagen cedida por el artista.
'Hacia donde' (1968), óleo de Agustín de Celis, en una imagen cedida por el artista.

P. La llegada sería deslumbrante.

R. Ante mis ojos, todo era nuevo. Solo había visto obras del mundo clásico en los libros y, de repente, todo estaba a mi alcance.

P.: ¿Qué es lo que más le impactó?

R. Todo, pero lo primero que descubrí es que yo era un pintor, pero todavía no era un artista.

P. ¿Cuál es la diferencia?

R. Ser consciente de lo que haces y para qué. El arte suponía una entrega total y era pura vida y transformación. Roma fue una inmersión plena en el arte y en la política porque entre 1960 y 1964 la cultura era lo más importante en Italia.

P. ¿Pudo tratar con los artistas contemporáneos a usted?

R. Sí. Tanto a pintores, escultores, cineastas y escritores como Leonardo Sciascia, Rafael Alberti y muchísimos otros.

P. ¿Había mucha vida cultural dentro de la Academia?

Obra 'Antes del Eclipse' (1971), de Agustín de Celis, en una imagen cedida por el artista.
Obra 'Antes del Eclipse' (1971), de Agustín de Celis, en una imagen cedida por el artista.

R. Muchísima. Teníamos las clases y cada cual se organizaba la vida, pero a la hora de comer y cenar coincidíamos en unas grandes mesas en las que se hablaba de todo. Entonces, en la Academia, había creadores de diferentes especialidades, algo que nos enriquecía intelectualmente a todos. Había arquitectos, como Rafael Moneo y Dionisio Hernández Gil; músicos, como Antón García Abril y Carmelo Bernaola, o pintores como Manuel Alcorlo. Hablábamos de todas las novedades en todos los campos. Por ejemplo, allí descubrimos el neorrealismo italiano, el cinema verità, que yo incorporé a mis cuadros de finales de los sesenta en obras como Crónica de una noticia o El hombre, hacia adónde, ambas de 1968.

P. En la academia también encontró el amor.

R. Nuestras reuniones eran de puertas abiertas. Podían venir artistas de otros lugares y, desde luego, los italianos. Allí conocí a la que sigue siendo mi mujer, la escultora y poeta Miranda D’Amico.

P. Veo que no comparten estudio. ¿Es complicado convivir con otro artista?

R. No es difícil si te puedes organizar. Ella tiene su taller cerca de aquí, en la zona de la estación de Príncipe Pío, y ahí va también a trabajar cada día. La vivienda la tenemos también en esta zona de Madrid.

El pintor Agustín de Celis, en su estudio de Madrid.
El pintor Agustín de Celis, en su estudio de Madrid.Santi Burgos

P. Del enriquecedor panorama italiano vuelve a Madrid en 1965. ¿Con qué se encuentra?

R. A finales de esa década, la cultura en España es muy importante y los artistas son activistas por la democracia. Yo ya estaba dando clases en arquitectura y me tocó representar a España en un festival en Holanda. Todo era tan precario que mi amigo el arquitecto José Luis Fernández del Amo me compró una cámara de segunda mano y participamos en el festival hablando de la realidad en las calles, de la poesía, de la pintura y la música.

P. De aquellos años es una de sus obras más conocidas, El viaje (1971).

R. Es un cortometraje experimental realizado junto al arquitecto Juan Miguel Hernández León en el que retratamos lo que era la España franquista. Carmelo Bernaola compuso la música y Miranda D’Amico aportó la poesía.

P. Estuvo en las bienales de Venecia y São Paulo, en el pabellón de España junto a otros artistas de su generación (Isabel Quintanilla, Paco López, Luis Gordillo, Alfredo Alcaín, Juan Genovés, Eduardo Sanz o Rafael Canogar, Eduardo Úrculo) y en 1971 consiguió el Premio Nacional de Bellas Artes.

R. En esos años participé en muchísimas exposiciones colectivas o individuales.

P. También estuvo en los Encuentros de Pamplona, en los que participaron 300 artistas entre el 26 de junio al 3 de julio de 1972.

R. Soy de una generación en la que lo que ocurría en tu entorno no era un mundo paralelo al arte. Creíamos que la transformación tenía que ser total.

'La sombra de la sombra' (1970), tríptico en acrílico sobre lienzo de Agustín de Celis. Imagen enviada por el artista.
'La sombra de la sombra' (1970), tríptico en acrílico sobre lienzo de Agustín de Celis. Imagen enviada por el artista.

P. ¿Qué recuerdos guarda del encierro que más de 80 artistas protagonizaron en el Museo del Prado exigiendo la liberación de José María Moreno Galván, crítico de arte de la revista Triunfo?

R. Lo hicimos en la sala de Goya, frente al retrato de La familia de Carlos IV. Estaban también Martín Chirino, Saura, Sempere, Giralt, Juan Genovés, Lucio Muñoz, Arcadio Blasco. Cuando vino el personal del museo para desalojar, dijimos que nos quedábamos. Allí pasamos la noche. Cuando abrieron al día siguiente, salimos sin problemas.

P. Mientras tanto, muere el dictador, comienza la Transición y el arte contemporáneo empieza a llegar a España con nuevos museos, como el Reina Sofía, pero muchos de ustedes caen en el olvido.

R. Nos arrasaron, y muchos de los que habíamos luchado por una nueva España quedamos marginados. No cuadrábamos con la marca de modernidad con la que el socialismo de Felipe González quería viajar por el mundo.

P. ¿Usted nunca ha tenido carné de algún partido?

R. No. Yo he votado siempre a los socialistas porque soy un hombre de izquierdas, pero nunca me he afiliado.

P. Su obra está representada en muchas colecciones privadas y algunas públicas. El viaje está en los archivos del Museo Nacional Reina Sofía. ¿Le hubiera gustado estar representado en la colección permanente?

R. Claro. Tienen de esa obra los dibujos que hice para un tapiz, pero no me consta que hayan sido expuestos.

P. ¿Ha podido mantenerse de la venta de su obra?

R. En parte, pero el ingreso fijo me venía de mis clases en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura.

P. Se ha hablado de una posible fundación dedicada a su obra en Cantabria.

R. De ese tema prefiero no decir nada.

P. ¿Y qué opina usted como artista, humanista y luchador de la regresión que estamos viviendo con personajes como Trump y Putin?

R. Estoy horrorizado. Están dejando sin fondos a agencias que luchan por la paz, contra el hambre… Hay que reforzar la cultura, es lo único que nos puede salvar del desastre.

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