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Columna

Política desalmada y veloz

A la vista de la esquizofrenia de la política ―la política como espectáculo y la política como gestión―, casi parece como si los liderazgos fueran los fusibles que hay que ir quemando para mantener en marcha el sistema, las víctimas sacrificiales que inmolamos en el altar de la siempre presente discordia pública