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Miguel Ángel Revilla: “El rey emérito quiso hablar conmigo y no le cogí el teléfono”

El presidente de Cantabria pesca en río y mar cuando puede y le dejan sus obligaciones políticas y mediáticas

Entrevista Miguel Angel Revilla
Miguel Ángel Revilla pescando, en la península de la Magdalena de Santander, el pasado 18 de agosto.Ivan Arroyo Udias
Jesús Ruiz Mantilla

Miguel Ángel Revilla, presidente de Cantabria y gurú de verdades contantes y sonantes. Un genio espontáneo de la comunicación. Político y estrella mediática. El único político al que le dan palco en el prime time televisivo las horas que hagan falta y sube la audiencia. Nacido en Salceda, comarca de Polaciones. 79 años, tres hijas, casado con Aurora Díaz Abella en segundas nupcias. Escritor por casualidad ―sus libros han alcanzado casi el millón de ejemplares― y asiduo a las romerías con albarcas. Fue el impulsor de que una región sin nombre en plena Transición se llamara Cantabria mediante el asociacionismo regional. Creó el Partido Regionalista de su tierra y llegó a presidir la comunidad mediante pactos y coaliciones. ¿Su afición fuera de sitio? Pescar. Habla por los codos, pero le retamos a que cultive el aforismo en esta entrevista. Casi lo logra.

Pregunta. Río.

Respuesta. Truchas.

P. Mar.

R. Jargos.

P. Polaciones.

R. Donde tengo la necesidad de volver, al menos, una vez al mes.

P. Un primer recuerdo.

R. Salceda, donde nací y donde me van a enterrar. Está escrito. Mi primer recuerdo fue la visita del obispo. Les dijo a mis padres que quería que yo fuese al seminario. Y me escapé de casa. ¡No! ¡Yo cura no!

P. Padres.

R. La suerte de ser el hijo de la maestra.

P. Un privilegio.

R. Total. Ser el hijo de la maestra suponía tener clases particulares a todas horas del día.

P. Cantabria.

R. Muy fácil: la razón de mi vida. Yo lo he sacrificado todo por ella. Mi obsesión. No entendía por qué había perdido el nombre. Yo, de joven, iba al País Vasco, decía que era de Cantabria y me contestaban: ¿dónde está eso? Si no llego a empezar esa lucha por bautizarla así…

P. Coalición.

R. Tal como está España, imprescindible. Habría que empezar a enseñar la asignatura en los colegios. Yo llevo gobernando en coalición dos décadas. En el Gobierno de la nación han empezado ahora con esta, que parte de un pecado original de libro. Yo no me habría atrevido a firmar pactos con grupos tan antagónicos. Es como comerte un sapo de primero y una víbora de segundo. Pero a Pedro Sánchez le ha salido bien, incluso ha desinflado el tema catalán.

P. Hasta hemos descubierto a Bildu como partido de Estado.

R. Es que todavía existe la añoranza en la derecha pura y dura de que ETA daba réditos electorales. Yo sé lo que era hace 30 años ir allí y andar mirando debajo del coche. Ir a funerales en el País Vasco y que nos pusieran bombas en Cantabria. No tolero que de cosas tan serias se intente escarbar. ¡Aquello ya no existe!

P. Rey Juan Carlos.

R. La decepción de mi vida es ese hombre. La gente no sabe lo que yo he hecho por él. Jiménez Losantos me llamaba el mamporrero del rey. A mí, que tuviera líos con mujeres, que sufra esa debilidad borbónica, me da igual. Ahora, lo de la pasta que todos sabemos que tiene fuera…

P. ¿Sabemos o sabíamos?

R. Yo no sabía nada. Pero si ahora nos enteramos que le das a una señora 66 millones es que mucho debes guardar… Una fortuna inmensa.

P. Si lo tuviera enfrente, ¿qué le diría?

R. Una persona, hace un año o así, intentó ponérmelo por teléfono y cuando me lo quiso pasar dije, y espero que me oyera: “¡No quiero volver a verle en mi vida!”. No le cogí el teléfono. Ha intentado, mediante gente, que no sigan dándole hostias en televisión. Pero yo no perdono eso. Al corrupto, no lo perdono.

P. ¿Todavía tiene el emérito capacidad de mover los hilos para callar a la gente?

R. Ya no, pero un año atrás o así, lo intentó. Yo no me he cortado, al contrario. Me he animado todavía más.

P. Lluvia.

R. Verde.

P. Vaca.

R. Un tótem para los cántabros. Adoramos la vaca, sobre todo los pasiegos. Para nosotros es Dios. Yo he conocido a gente que llora si tiene que sacrificar alguna de las suyas, porque les ha quitado el hambre a sus hijos. Ni aunque estén hechas una mierda. El amor a una vaca, como aquí, no se ve en ningún sitio. A algunos les gustan los desfiles de moda de Cibeles; aquí, lo que provoca el delirio es una feria de ganado. Es una cosa especial, no hemos tenido más que vacas. Comen poco, pero con poca hierba te hacen leche, mantequilla, sobaos.

P. Anchoa.

R. El caviar de Cantabria. Además, sabe a eso, si cierras los ojos y te metes una buena anchoa o un poco de caviar, no lo distingues apenas. Setenta y cuatro empresas viven de eso aquí. Muy importante. Nuestra industria más floreciente.

P. Europa.

R. Nuestra salvación. Sin Europa estaríamos perdidos tras la pandemia y también ahora, con la situación actual. La mayor conquista.

P. Aurora Díaz Abella, su esposa.

R. La responsable de que yo sea presidente de Cantabria. No lo hubiese sido sin ella. Cuando me ofrecieron el pacto, no me atrevía, se lo conté y me dijo: “¿Sabes qué te digo? Que eres un cagón”. Menudo ambiente en casa…

P. Transición.

R. Un ejemplo y una lección para enseñar y presumir permanentemente.

P. Taxi.

R. El medio más rápido y eficaz para llegar en Madrid a cualquier sitio.

P. Albarcas.

R. El calzado de mi infancia. No puedo estar sin ellas. Me las pongo para correr por los prados. Mire, aquí tengo unos pares. ¿No me diga que no son una joya? Calientes, ha sido el calzado de mi vida hasta los 11 años. Cuando algunos se sorprendieron de verme en la romería de San Cipriano con ellas, lo que les tendría que haber llamado la atención es que no me las pusiera. A mí me pintan con albarcas porque las llevo.

P. Dios.

R. La naturaleza. El orden natural, eso para mí es Dios.

P. Muerte.

R. Algo natural.

P. Jubilarse.

R. Para mí, imposible.

P. Escribir.

R. Un vicio reciente gracias a mi editora, Ana Rosa Semprún.

P. Y beneficioso.

R. Me ha permitido tener unos ahorrillos, me daría para vivir.

P. ¿Por qué no nos queremos?

R. Hay que leer el libro, que se titula así, para enterarse. Entre la España en que nací y la de ahora… Somos los que más vivimos, el país que más gente visita, exportamos de todo. Pero la gente, ¿qué ve? Una jungla de intereses y políticos que se matan, robo, corrupción. No nos queremos porque somos un poco cainitas. No conozco ningún país en que no se pueda cantar un himno con letra o lo piten. Somos muy poco ejemplares, hay que aprender de Manuel Llano, el escritor cántabro: recibir ejemplo y dar ejemplo. Yo tengo una cita suya en mi despacho para que no se me olvide. Si has dicho algo, sé coherente. La propensión a cagarla cuando hay tanto alpiste por medio… A mí me han ofrecido el oro y el moro. Me han puesto delante la panoja y siempre he dicho: no. A mí no me compensa eso. ¿De qué te vale? Mira el rey Juan Carlos, ahí, exiliado, con un calor de la hostia, tiene que estar harto. Vaya castigo.

P. La tele.

R. El instrumento que yo he utilizado para vender una tierra que hasta 1982 no tenía nombre y que hoy es conocida y reconocida por todo Dios.

P. Fumarse un puro.

R. Algo nocivo pero para mí, ya, un vicio imprescindible.

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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