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Carla Simón: “Si no hubiese sido directora de cine habría tenido tropecientos hijos”

Su forma de crear cine dejó boquiabierto a M. Night Shyamalan, quien le preguntó “cómo lo hacía” cuando, como presidente del jurado del festival de Berlín, le entregó el Oso de Oro por ‘Alcarràs’

Carla Simón, delante de la higuera "salvada" en la calle Santa Isabel de Madrid.
Carla Simón, delante de la higuera "salvada" en la calle Santa Isabel de Madrid.Álvaro García
Raquel Peláez

La cita con Carla Simón (Barcelona, 35 años) se realiza bajo una higuera en el centro de Madrid salvada por un movimiento vecinal. La cineasta, que primero conquistó al público con Verano 1993, una historia autobiográfica sobre su integración en un nuevo clan tras la muerte de sus padres, cuenta en Alcarràs, su última película (ganadora del Oso de Oro en Berlín), la lucha de una estirpe de pequeños agricultores —inspirados en sus propios tíos— que quiere salvar sus frutales de un nuevo cultivo: los paneles solares. En “el verano menos caluroso del resto de nuestra vida”, cuando el debate de la transición energética y la crisis alimentaria copa todos los titulares, ella ha dejado de lado el pesimismo que con tanta ternura refleja en esta película para centrarse en Manel, el niño que a ella, gran retratista de la familia, le ha dado la suya propia.

Pregunta. Ha dicho que para Alcarràs una de sus inspiraciones fue Las uvas de la ira, pero ni en esta película ni en la anterior hay ningún tipo de ira o resentimiento, más bien una mirada comprensiva. ¿Eso por qué es?

Respuesta. Creo en la complejidad de las cosas y en que nada es blanco o negro en la vida. Por supuesto que hay cosas que son malas sin más, pero en general me interesan los dilemas humanos donde todas las posiciones son válidas y donde uno se puede equivocar o hacer algo que en su modo de pensar o de vivir está bien y para otro no. Me gustan los personajes con contradicciones que les hacen enfrentarse entre ellos.

P. ¿Y quién le enseñó a usted a pensar así?

R. Me crie en una familia donde las cosas se hablaban mucho y por alguna razón siempre he tenido esa capacidad de ponerme en el lugar del otro. Cuando hay deportistas que ganan muchas medallas, por ejemplo, siempre pienso en cómo se sentirán sus hermanos. Me pasa que a menudo voy con los que pierden o al menos me imagino cómo verán ellos el mundo.

P. Es llamativo que mencione la posibilidad de competitividad y celos entre hermanos porque a mucha gente le cuesta admitir que existan…

R. Como yo cambié de familia en la preadolescencia y para mí esa nueva estructura no vino dada, es decir, podría no haberla tenido, aprendí a valorarla mucho. También a analizarla muchísimo. A los 12 años me sentaba en una comida familiar, observaba las dinámicas y luego siempre le hacía un millón de preguntas a mi madre. Fíjate que a veces pienso que hago cine porque soy muy cotilla y me fascina fijarme en las emociones de los demás.

A veces pienso que hago cine porque soy muy cotilla y me fascina fijarme en las emociones de los demás”

P. ¿Alguna vez le obligaron a tomar partido en una situación familiar?

R. Siempre estamos tomando partido en la vida, aunque lo que pasa en las familias con frecuencia es que no hablamos claro. Hay muchos problemas de incomunicación y solo nos atrevemos a tomar partido hablando por detrás.

P. ¿Y le ha pasado que haya tenido que abandonar la relación con un ser muy querido por un conflicto entre “los mayores”, como le pasa a los niños de la película?

R. Sí, y es curioso porque siempre hago un rol conciliador, quizá por eso de entender a las partes, aunque luego por dentro yo también tenga mi opinión.

P. Con su carácter tan conciliador, ¿se le hizo fácil el rodaje con 12 actores no profesionales?

R. No, no. Fue un rodaje muy, muy difícil, con un montón de tensiones. Trabajábamos en espacios pequeños y el caos era constante, que también era lo que buscábamos, Claro, uno de los primeros días tuve que dar un par de gritos. Me quedé fatal, pero luego la verdad es que funcionó de puta madre [risas].

P. El enemigo de la familia de Alcarràs son los paneles solares, que representan la necesaria transición energética y, por lo tanto, es fácil comprender que no hay buenos ni malos. ¿A qué enemigo se opondría usted sin ambages?

R. A una empresa mayorista de las que compra terrenos y pone a gente a trabajar de forma intensiva. En el caso de la zona de Alcarràs se llama Nufri, aunque hay muchas otras. En ese modelo agrícola a las grandes corporaciones no les importa cómo vaya a quedar la tierra para los hijos, los nietos, las siguientes generaciones. Lo que pasa es que el modelo anterior, el familiar, está ya en manos de gente con una media de edad altísima que no quiere que las siguientes generaciones se dediquen a eso.

Fue un rodaje muy, muy difícil, con un montón de tensiones. Trabajábamos en espacios pequeños y el caos era constante”

P. ¿Por qué no quieren?

R. La incertidumbre sobre los precios de la fruta es tan grande que a muchos de ellos les sale más a cuenta a veces que venga un granizo y les destroce la cosecha para que el seguro cubra el desastre, que trabajar toda cosecha sin saber lo que van a cobrar. La fruta dio mucho dinero en esta zona en el pasado y muchas familias pudieron vivir muy bien. Ahora ya es insostenible.

Simón posa para la entrevista de EL PAÍS.
Simón posa para la entrevista de EL PAÍS.Álvaro García

P. ¿Y su familia cómo se las apaña para aguantar?

R. Bueno, aguantan porque son dos hermanos y se dan apoyo y luego además tienen un par de granjas de cerdos que dan más dinero.

P. ¿Y qué opina de las nucleares, por ejemplo?

R. Me da miedo dar una opinión contundente porque no la tengo muy formada, pero creo que provisionalmente podría ser una solución.

P. Su propia hermana aparece en la película en el personaje de la urbanita que solo va de visita y en realidad solo vive la parte romántica del campo. ¿Su familia le ve a usted así?

R. Es una broma recurrente, sí, porque tanto mi hermana como yo vivimos en Barcelona y precisamente por el hecho de ser de fuera tuvimos que ir con mucho cuidado a la hora de construir la película porque me daba muchísimo miedo que no se sintieran representados. El coguionista y yo estuvimos allí un par de veranos instalados para comprender bien a esa gente y ellos mismos tenían miedo. Nos decían: “¿Queréis hacer una peli? ¿Pero no os vais a reír de nosotros, no?”.

P. Y ahora que acaba de tener su primer hijo. ¿Qué miedo ha aparecido que no esperaba en absoluto?

R. La falta de tiempo. A mí me gusta mucho mi trabajo y ya intuía que conciliar iba a ser difícil porque es muy, muy intenso crear una película. Si no fuera por este oficio me habría encantado tener tropecientos hijos porque eso es lo que yo he vivido y me parece muy bonito. Aunque no descarto nada, porque hay muchos modelos de familia: yo soy adoptada, por ejemplo. Así que igual un día digo: pues no quiero hacer más pelis porque quiero tener una familia muy grande [risas].

P. Ese tipo de familias enormes y muy unidas en un contexto rural, como la que se ve en la película, ¿no pueden ser muy asfixiantes moralmente?

R. La idea de seguir con una tradición conlleva unas estructuras muy rígidas. En mi casa no ha sido así: mi hermano es músico, mi hermana es actriz y mis padres ahora mismo no se dedican a hacer nada, aunque han sido creativos también, nos han acompañado en nuestros deseos y nos han dejado hacer lo que hemos querido. A la vez mis abuelos tuvieron que comerse con patatas todo lo que esperaban que fueran sus hijos.

P. Ha mencionado alguna vez la importancia de ese momento en el que un niño se da cuenta de que los adultos también se equivocan. ¿Cuándo se dio cuenta usted?

R. Bueno, pues igual ese día que en una discusión un adulto acaba llorando o una borrachera de esas que tiene consecuencias y uno acaba atando cabos…

La idea de seguir con una tradición conlleva unas estructuras muy rígidas. En mi casa no ha sido así”

P. ¿Se imagina a un chico saliendo del armario en Alcarràs?

R. Para mí era muy importante el tema del rol de la mujer y del hombre en esa peli porque quería hacer un retrato, lo que significa que igual lo que ves no es lo que tú harías, pero refleja ese momento y esas costumbres. Yo tengo una prima que está en la asamblea feminista de Alcarràs y está a tope con ese tema. Pero claro, ¡tiene 16 años!

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Sobre la firma

Raquel Peláez
Licenciada en periodismo por la USC y Master en marketing por el London College of Communication, está especializada en temas de consumo, cultura de masas y antropología urbana. Subdirectora de S Moda, ha sido redactora jefa de la web de Vanity Fair. Comenzó en cabeceras regionales como Diario de León o La Voz de Galicia.

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