Parecía que las elecciones argentinas se habían terminado por un tiempo, pero la gran incógnita de estos días es una elección que hará un hombre solo o ayudado por su hermana y sus perros y demás consejeros: cuál de todos esos Mileis gobernará el país
El país ha terminado de demostrar que es, ahora, un país desesperado, porque hay que estar desesperado para votar a un señor que dio tantas muestras de su desequilibrio y su ignorancia
En los debates de ahora no se trata de demostrar lo bueno que es uno, sino lo malo que es el otro. Lo practican casi todos: pocos, con el entusiasmo y las expectativas de los señores Massa y Milei
Seguramente el proceso argentino sería mucho más interesante si ganara Milei. Que vivas tiempos interesantes es una vieja maldición gitana: ese proceso podría ser tan duro que muchos tenemos mucho miedo de que llegue
Las elecciones se dirimen entre un señor colérico que habla con su perro, un ministro de Economía que está hundiendo la economía y una exministra que solo demostró su ineficacia y escasísimas luces
Podría hablar –escribir– un rato largo sobre los abismos del señor Milei y los peligros de un gobierno suyo, pero lo único que tengo son preguntas sobre sus millones: ¿qué les pasó, qué nos pasó?
El líder antiestatal, el señor Milei, ya no puede proponer la privatización de teléfonos o aviones; solo le queda privatizar a cada cual, su trabajo, sus derechos, su cuerpo: que venderse sea una decisión individual y que el Estado no la impida
O las democracias se dan cuenta de que no les alcanza con existir y mostrar su magnífico perfil heleno, o los Bukeles de este mundo se van a quedar con casi todo
Mi país, que suele jactarse de récords y más récords, ha conseguido uno sin par, que incluso sus competidores reconocen: es el mayor fracaso de este último siglo
En un país que patentó el “que se vayan todos” –los políticos–, ahora reina la idea de que, para que eso suceda, se necesita un salvaje, un verdadero trastornado
Ahora, en la Argentina, veinte años después, los peronistas están a las patadas y muchos dicen que el kirchnerismo se termina. Le ha llegado, quizá, la hora del balance
El capítulo final de ‘El mundo entonces’ cuenta qué futuros imaginaban los hombres y mujeres de 2022. Les preocupaba la deriva ambiental, política, económica: para la mayoría, el porvenir no era promesa sino amenaza
El capítulo #24 cuenta que aquellas sociedades seguían pobladas de seres sobrenaturales. Nunca los dioses habían tenido más seguidores. La religión triunfaba en los países pobres, se diluía en los ricos , y la suerte no tenía ateos
El capítulo #23 de ‘El mundo entonces’ cuenta cómo la violencia privada crecía en muchos países —y especialmente contra las mujeres. La pena de muerte retrocedía como nunca, pero las grandes potencias la mantenían como siempre. Y, sin embargo, el mundo vivía sus tiempos más pacíficos
El capítulo #22 de ‘El mundo entonces’ cuenta los grandes cambios de las tácticas militares: en los ejércitos ricos cada vez más máquinas reemplazaban a los hombres. Se gastaban fortunas en armas, sobre todo en Estados Unidos. El “terrorismo” seguía justificando muchas cosas –y, de pronto, estalló una guerra
Discurso íntegro que el periodista Martín Caparrós pronunció, en verso, durante la ceremonia de entrega de los Premios Ortega y Gasset, en la que recibió el galardón a la trayectoria
El capítulo #21 de ‘El mundo entonces’ recorre esos tiempos en que la lectura seguía siendo decisiva. Por primera vez en la historia la mayoría de las personas sabía leer. Había más universidades y universitarios que nunca. Pero casi no leían libros y cada vez menos periódicos. Los medios estaban, como siempre, en plena crisis