Los escandinavos contraatacan nuestra dieta mediterránea
No tenían suficiente con el ‘hygge’ y el ‘lagom’: ahora también presumen de hábitos alimenticios
De un tiempo a esta parte, parece que los ciudadanos de los países del norte de Europa son mejores en todo: el estilo de vida lagom garantiza felicidad a los suecos, tanta como el 'hygge' a los daneses. Ahora sacan pecho de su propia dieta, amparándose de que la tasa de obesidad en Suecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca e Islandia es más baja que en otros países. La Organización Mundial de la Salud (OMS) la compara con la mediterránea: ambas "se han identificado como dietas saludables específicas de su región", estima. ¿Realmente debemos empezar a comer como vikingos?
Vayamos por partes. De entrada, lo correcto sería hablar de la nueva dieta nórdica, pues difiere de aquella que han consumido los escandinavos tradicionalmente. Nace en 2004, cuando un grupo de chefs de esos países elaboraron el Manifiesto de la Cocina Nórdica. Su objetivo: sentar las bases de una alimentación de temporada, sostenible, ética, saludable y de calidad. "Empiezan entonces a adaptar las características generales de la dieta prudente, que sobre todo se basan en la dieta mediterránea, porque es de la que hay evidencia científica suficiente, a la gastronomía, los productos, la palatabilidad y los hábitos alimentarios de los nórdicos", explica Ángeles Carbajal, profesora titular de Nutrición de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid.
Esa es una de las patas de la nueva dieta nórdica; la otra es la pirámide alimenticia del Mar Báltico, elaborada por la Asociación Finlandesa del Corazón, la de la Diabetes y la Universidad de Finlandia Oriental. Prioriza el consumo de verduras, las frutas del bosque, los cereales de grano y los pescados grasos. La suma de lo saludable y lo sostenible dio lugar a la nueva dieta nórdica.
Alimentos de cercanía y de temporada
También los alimentos de cercanía. Algo que, sobre todo, tiene beneficios para el medioambiente. "El valor nutritivo no es mayor", señala Carbajal. "Pero en ese entorno es más fácil conseguirlos y más barato, lo cual va en sintonía con la apuesta global por la sostenibilidad. Además, en esos países con baja densidad de población, los alimentos locales y de temporada probablemente sepan mejor".
Y apuesta por los de temporada. "Se recogen en su periodo de recolección óptimo, cuando más nutrientes tienen", especifica Esteban Picón, dietista-nutricionista y miembro de la Comisión de Sanidad del Colegio de Dietistas-Nutricionistas de la Comunidad Valenciana. Y por los alimentos orgánicos siempre que sea posible, aunque en este caso, "científicamente no hay evidencia de que un producto ecológico sea más nutritivo", añade la profesora Carbajal.
Más pescado y menos carne
Defiende el consumo de grasas procedentes del pescado y una menor ingesta de carne (menos carne, pero de más calidad). "La recomendación de reducir el consumo de carnes es básica", dice Carbajal. "Estamos comiendo más del doble de lo que se recomienda, con todo lo que supone: normalmente se acompañan de grasa saturada, de más cantidad de sal… Y tan importante es lo que se come como lo que se deja de comer: quien basa su dieta en carne, va a dejar de tomar vegetales".
En cuanto al pescado, "sobre todo si es salvaje, que predomina en sus mares y lagos, tiene una gran cantidad de grasa polinsaturada, los famosos omega 3, que consumidos en cantidades moderadas tienen un efecto beneficioso en la enfermedad cardiovascular y otras enfermedades crónicas. Sustituir una grasa por otra tendría ese efecto beneficioso".
Una dieta muy similar a la mediterránea
Un estudio publicado en 2014 en The American Journal of Clinical Nutrition asegura que la nueva dieta nórdica produce pérdida de peso y rebaja la presión arterial en individuos obesos. "Esta dieta se basa, como la mediterránea, en el consumo de alimentos vegetales (de hoja verde, coles, brécol…), frutas rojas silvestres, cereales integrales y algunas legumbres. Estos alimentos tienen muy poco sodio, más potasio, y esa relación sodio/potasio es muy beneficiosa para reducir la presión arterial, lo mismo que los antioxidantes de los frutos rojos. Y en el momento en que se empiezan a controlar las cantidades y los alimentos, ya hay una reducción de peso, que se consigue igual con la dieta mediterránea", afirma Carbajal.
Otro estudio, de 2013, en The Journal of Internal Medicine, sostiene que mejora el perfil de lípidos y tiene un efecto beneficioso sobre la inflamación. "Esto se debe sobre todo a las grasas omega 3 y omega 6 de los pescados. Uno de sus efectos es mejorar el perfil lipídico, lo que disminuye el número de triglicéridos en sangre, el colesterol malo y, por tanto, los marcadores de inflamación, indicadores de riesgo cardiovascular", dice Esteban Picón.
¿Aceite de oliva o de colza?
A priori, puede parecer que la diferencia más llamativa con la dieta mediterránea es que esta se basa en el aceite de oliva y la nórdica en el aceite de colza. Pero, en el fondo, es coherente con su espíritu de proximidad. "En el norte de Europa hubo una gran epidemia de enfermedad cardiovascular en los años setenta. Se llevó a cabo un proyecto de intervención en una zona de Finlandia, North Karelia, para ver si se podía reducir. Y se diseñó una dieta similar a la mediterránea, y una de las intervenciones era reducir el consumo de mantequilla. A modo de alternativa, se pensó en el aceite de colza. Y empezaron a cultivar esta planta", relata la profesora de la Universidad Complutense.
A la pregunta de cuál de los dos aceites es mejor, Ángeles Carbajal expone que "el aceite de colza es quizá uno de los más parecidos al de oliva. Es verdad que tiene menos grasa monoinsaturada (ácido oléico), pero la grasa polinsaturada en conjunto es muy similar a la del aceite de oliva. Nutricionalmente no hay mucha diferencia. Probablemente, una diferencia importante es que los componentes minoritarios (polifenoles, antioxidantes…) están en menor cantidad en el aceite de colza. Pero posiblemente todos esos componentes que ellos no comen a través del aceite y que nosotros sí, los están consumiendo y quizá en mayor cantidad con los frutos rojos y otros vegetales".
En definitiva, la nueva dieta nórdica no es ni mejor ni peor en líneas generales que la mediterránea. Es solo que en el entorno de esos países, "es más fácil que haya mayor adherencia a su dieta porque están trabajando con alimentos de su entorno, disponibles, a los que están acostumbrados y les gustan más. La dieta mediterránea allí fracasaría porque no están acostumbrados a nuestros alimentos, igual que aquí cuesta que se implante el tofu", dice Carbajal. Es decir, que la dieta mediterránea es mejor para los mediterráneos, y la nórdica para los escandinavos.
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