Las democracias se enfrentan a una crisis de legitimidad electoral
Uno de cada cinco comicios fue cuestionado entre 2020 y 2024, de acuerdo con el último informe del instituto intergubernamental IDEA
El 2 de diciembre de 2020, el todavía presidente Donald Trump compareció ante los estadounidenses para denunciar el “tremendo fraude electoral” con el que le habrían arrebatado su reelección. El 18 de julio de 2022, apenas un año y medio después, el ultraderechista Jair Bolsonaro cuestionó el sistema de votación electrónico de Brasil, a menos de tres meses de las elecciones en que resultó ganador Luiz Inácio Lula da Silva. En ambos casos, las infundadas acusaciones terminaron con sendos asaltos a la sede de los poderes públicos y, en el caso de Bolsonaro, con su inhabilitación política. Estos no son hechos aislados. Por el contrario, los cuestionamientos sobre la legitimidad electoral parecen ser cada vez más frecuentes en todo el mundo, según concluye un informe del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA), con sede en Estocolmo.
La “enfermedad del negacionismo electoral” se ha convertido en un “fenómeno global”, resalta Kevin Casas Zamora, el secretario general de IDEA, al hilo de la publicación, este martes, del informe anual sobre el estado global de la democracia. Entre mayo de 2020 y abril de 2024, una de cada cinco elecciones fue discutida —hubo 221 nacionales en 159 países—, lo que incluye boicots por parte de partidos de oposición, la negativa de candidatos perdedores a aceptar los resultados, la impugnación de los comicios ante los tribunales, la violencia con muerte de civiles o disturbios. Las denuncias de fraude se han presentado en lugares tan distantes como Perú, Myanmar e Israel. Estas acusaciones, subraya el informe, “se combinan para desafiar la confianza pública en los procesos políticos”.
Los datos son contundentes. En los últimos 15 años, el promedio mundial de participación ha caído 10 puntos (del 65,2% al 55,5%) y, mientras en 1975 el porcentaje de elecciones que fueron seguidas de protestas era del 3,8%, hoy es del 27,6%. En el documento, de 135 páginas, la organización intergubernamental asegura que esta es “una era de incertidumbre radical”, en medio de la cual, “para mantener viva la democracia”, se debe “preservar la confianza pública en las vías electorales para el cambio político”.
Las causas
Casas Zamora asegura que esta pérdida de confianza es un “fenómeno multicausal”, que se puede explicar en al menos cuatro razones. De un lado, el crecimiento de la desigualdad y de la corrupción. En su opinión, las democracias “tienen grandes problemas para proteger la equidad”, al tiempo que los escándalos de corrupción alimentan “la noción de que los sistemas políticos funcionan para proteger los intereses de grupos cada vez más pequeños”. Para el también exvicepresidente de Costa Rica (2006-2007), “la manera en que ha venido funcionando el capitalismo en las últimas cuatro décadas ha tenido consecuencias muy visibles para la democracia”.
De otro lado, están las dificultades de la democracia para administrar el “aceleradísimo cambio social”. En criterio de Casas Zamora, los cambios tecnológicos y ambientales —el informe refiere también la migración, los conflictos armados y el desarrollo de la inteligencia artificial— producen un “gran nivel de ansiedad”, en el que la sociedad “abraza figuras autoritarias que prometen una restauración del orden”. Por último, las democracias se enfrentan a un “entorno hostil”, en el que las consecuencias que “paga un régimen autoritario” en el escenario internacional no son tan contundentes como lo eran “hace apenas una generación”. “Cuando se suman esas cuatro cosas, el efecto es tóxico”, asegura.
Este efecto se proyecta, por ejemplo, en los “niveles desaforados” de polarización política, que crece de la mano de las redes sociales. “Hay que tener una conversación seria sobre su regulación, que no puede dejarse al arbitrio de las plataformas de origen privado”, asevera. La adhesión de los jóvenes a la democracia “también se ha visto muy debilitada”. El secretario de IDEA resalta que esta población tiende a participar “en torno a causas muy específicas que los movilizan”, donde “no tienen que transigir” con otros, como sí deben hacerlo quienes participan en los espacios tradicionales de la política. Cualquier avance social, insiste Casas, “implica transigir, pero eso es concebido por una gran parte de los jóvenes como una traición”.
El informe
La democracia continuó “su reciente declive” en 2023. El año pasado, 82 países retrocedieron en su desempeño democrático, mientras que apenas 52 avanzaron. En total, el informe analizó la situación de 173 países. De acuerdo con IDEA, 2023 fue el “peor año” que han observado en lo relativo a la representación política, sobre todo por los niveles de incertidumbre respecto a “las normas, las prácticas, los estándares de conducta y la aceptación de resultados legítimos” en las elecciones. La desinformación, las amenazas de interferencia extranjera y los “posibles usos de la IA generativa” en las campañas son algunos de los desafíos para la democracia representativa.
En materia de derechos fundamentales, la organización evaluó factores como la existencia de un sistema legal justo o el respeto por las libertades civiles. Según el informe, en comparación con los datos de 2018, se han restringido los derechos de las personas, sobre todo en materia de igualdad económica y libertad de expresión (22% de los países analizados). En contraste, el avance más común fue en materia de libertad de expresión, que mejoró en 17 países de los 173 examinados.
El informe asegura también que “más países han experimentado declives que avances” en lo relativo al Estado de derecho. Para IDEA, un elemento relevante para el análisis de esta categoría es el papel de los tribunales judiciales, ya que los factores que más han sufrido son la independencia judicial y la aplicación predecible de la ley. En contraste, “el único ámbito de la práctica democrática que no se ha visto afectado por la tendencia negativa” es la participación ciudadana.
Agrupados por regiones, se presentan algunos datos relevantes sobre el estado de la democracia en el mundo al cierre de 2023, según la organización intergubernamental IDEA:
América Latina y el Caribe
Los indicadores advierten una especial preocupación respecto a El Salvador, donde el presidente Nayib Bukele ha “descarrilado sistemáticamente los controles democráticos”. El debilitamiento de los límites de su mandato, la intimidación a la prensa y el régimen de estado de excepción, que “le ha permitido restringir severamente” la garantía de respeto a los derechos humanos, son las cuestiones que más preocupan. En Ecuador, “la creciente inseguridad pública también se ha topado con duras respuestas estatales”. Haití fue el país con la “caída más pronunciada” en su desempeño democrático en la región.
En relación con el Estado de derecho, el informe resalta que “a veces los tribunales son cooptados para apoyar a determinados candidatos o garantizar determinados resultados electorales”. Como ejemplos, cita el de Guatemala, donde las medidas de los fiscales para despojar de la inmunidad al presidente, Bernardo Arévalo, fueron vistas como un intento de golpe de Estado, o el de Perú, sumido en una crisis política tras el autogolpe del presidente Pedro Castillo y la llegada al poder de Dina Boluarte, en 2022. En materia de igualdad de género, subraya como positiva la elección de Claudia Sheinbaum como la primera mujer presidenta de México.
EE UU y Canadá
El informe destaca que “ninguna elección está recibiendo tanta atención internacional como la de Estados Unidos”, que este noviembre elegirá finalmente entre Donald Trump y Kamala Harris. El país “experimentó un periodo de contracción democrática” entre 2017 y 2021, en el primer mandato del republicano Trump, “tanto con las acciones emprendidas en el poder ejecutivo como con el desempeño del Congreso”. Después, el país ha mejorado en indicadores relacionados con la ausencia de corrupción y el acceso a la justicia, pero otros, como la credibilidad de las elecciones, las libertades civiles y la igualdad política, no se han recuperado en un escenario de fuerte polarización.
Prueba de ello es que al menos uno de cada 10 estadounidenses está “abierto al uso de la violencia política”. Del mismo modo, una encuesta reciente de IDEA encontró que “menos de la mitad de los estadounidenses estaban de acuerdo en que las elecciones de 2020 [ganadas por Joe Biden y cuestionadas por Trump] fueron libres y justas”.
En el caso de Canadá, el informe destaca la disminución en el país de la igualdad económica, en tanto “la brecha de riqueza entre los hogares de ingresos altos y bajos aumentó al ritmo más rápido de la historia en el primer trimestre de 2023″.
Europa
En Europa, el 44% de los países disminuyeron en al menos un factor de desempeño democrático. En particular, 11 países retrocedieron en la garantía de acceso a la justicia y siete en los indicadores relacionados con la credibilidad de las elecciones. El país de la región que más cayó fue Bielorrusia ―donde Aleksandr Lukashenko ha aplastado a la oposición y gobierna con mano de hierro― en criterios como la libertad de los partidos políticos o la libertad de expresión y prensa. El informe resalta también cómo “el impulso para la adhesión de ciertos países a la Unión Europea” como consecuencia de la guerra de Rusia en Ucrania se ha traducido en avances en el acceso a la justicia, igualdad económica y libertad de expresión, en países como Albania, Kosovo y Moldavia.
La organización subraya que la extrema derecha “logró avances significativos en varios países” en las elecciones al Parlamento Europeo. Este resultado, asegura, “plantea interrogantes relacionados con la dirección futura del apoyo a la democracia en todo el continente”. Con todo, el informe recalca que las elecciones “siguen siendo prometedoras como medio para facilitar la transferencia pacífica del poder entre partidos políticos e ideologías”. Cita como ejemplo el de Polonia, donde las elecciones de 2023 fueron “una manera vital de detener las tendencias negativas en el desarrollo democrático” ―los comicios supusieron la salida del poder del ultraconservador Ley y Justicia (PiS)―.
África
El 56% de los países africanos retrocedieron en al menos un indicador de calidad democrática. El informe remarca el grave impacto de los golpes de Estado en el continente, en especial en materia de representación política y de garantía de derechos fundamentales. La cruenta guerra en Sudán ―al menos 10,4 millones de personas han huido dentro o fuera del país— es uno de los conflictos que “han tenido un costo humano inmenso”.
La organización destaca las “pequeñas señales de cambio que brindan esperanza”, como el nombramiento de Judith Suminwa como primera jefa de Gobierno de la República Democrática del Congo, o la posibilidad de que Namibia pueda elegir a una mujer como presidenta en las elecciones de noviembre. También considera positivo “el surgimiento de una nueva generación de líderes políticos” en países como Mozambique y Senegal.
Asia y Pacífico
La región ha caído en materia de representación política y garantía de derechos fundamentales en varios de los países que fueron a elecciones este año. Entre ellos, la India, Indonesia, Pakistán, Corea del Sur y Sri Lanka. El informe resalta que “las élites han tomado medidas para restringir los partidos de oposición y limitar la transparencia con el fin de inclinar el campo de juego” en muchos países de la zona. Asia y el Pacífico es, junto con África, la región que más descendió en los indicadores de desempeño democrático (51% de los países).
En Myanmar, por ejemplo, “las autoridades han restringido el derecho de los periodistas para operar con libertad”, así como el derecho de las personas “a reunirse y circular”. Afganistán es uno de los países con una caída más fuerte en los indicadores, en cuestiones como los derechos fundamentales, especialmente de las mujeres, la igualdad económica, la libertad de los partidos o el control parlamentario. La llegada de los talibanes al poder privó “por completo al país de un Parlamento funcional”.
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