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Guía de la ultraderecha en el Parlamento Europeo: euroescéptica, contraria a la inmigración y a la agenda verde

La Eurocámara contará con tres grupos extremistas, que comparten algunos lemas, pero difieren en políticas como el apoyo a Ucrania, la cercanía a Rusia o las políticas LGTBI

Ultraderecha en el Parlamento Europeo
De izquierda a derecha, Giorgia Meloni, Viktor Orbán y Alice Weidel.Filippo Attili (LaPresse / Palazzo Chigi) / Hollie Adams (REUTERS) / Bernd von Jutrczenka (picture alliance / Getty)
Diego Stacey

El Parlamento Europeo ha arrancado esta semana su décima legislatura con un hemiciclo más escorado a la derecha. Las fuerzas ultras consiguieron un crecimiento en las elecciones del 9-J que, si juntaran a todos sus eurodiputados (187), conformarían el segundo grupo parlamentario más numeroso, por encima de los socialdemócratas (136) y solo uno menos que los populares (188). Pero la extrema derecha inicia la legislatura dividida pues, si bien los partidos comparten dosis de euroescepticismo y son en su mayoría contrarios a la inmigración, difieren en puntos clave como la relación que debería tener la UE con Rusia y el rol de la OTAN en la seguridad europea. Esta brecha se refleja en su separación en tres grupos: Conservadores y Reformistas Europeos (ERC), Patriotas por Europa (PfE) y Europa de las Naciones Soberanas (ESN). Los tres podrán ejercer presión sobre el bloque moderado del hemiciclo durante los próximos cinco años, en los que seguirán siendo claves las guerras de Ucrania y Gaza, el aumento de la inmigración irregular y un posible regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.

Conservadores y Reformistas Europeos (ERC)

El grupo más conocido hasta el momento es el de Conservadores y Reformistas Europeos (ERC, en sus siglas en inglés), fundado en 2009. Agrupa a formaciones como Hermanos de Italia —de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni— y Ley y Justicia (PiS), el partido que gobernó Polonia durante casi una década. En total, cuenta con formaciones de 18 países y suma 78 eurodiputados. Antes del 9-J, la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, se abrió a pactar con ellos al no considerarlos “amigos de [Vladímir] Putin”, como sí calificaba a los miembros del ya extinto grupo Identidad y Democracia (ID).

Los reformistas se consideran a sí mismos de centroderecha. En su manifiesto de las elecciones europeas defienden una “reforma” de la UE. “Creemos que la UE debe hacer menos, pero mejor. Rechazaremos cualquier centralización innecesaria del poder en Bruselas”, aseguran. A su vez, se oponen al Pacto Verde, porque, en su opinión, “olvida a la gente común”, y piden el fortalecimiento de las fronteras para combatir la inmigración irregular.

Pese a ello, se jactan de “mantenerse firmes” junto a Ucrania contra la agresión rusa y se comprometen a “mejorar la cooperación” entre la UE y la OTAN. Esta cuestión fue determinante para el acercamiento de Von der Leyen, aunque este intento se ha erosionado hasta el punto de que los eurodiputados de Meloni se abstuvieron de votar que se mantuviera a la cabeza de la Comisión Europea. El jueves, la italiana dijo que “no compartía el método” de su reelección, pero se mostró abierta a seguir colaborando “en muchas cuestiones, como la migración”.

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El coqueteo de ERC con los populares europeos ha servido, de momento, para que pudieran saltar el cordón sanitario y conseguir dos de las 14 vicepresidencias en la Eurocámara. El grupo también ha aprovechado el surgimiento de los otros dos grupos más a su derecha para parecer más moderado.

Patriotas por Europa (PfE)

El tercer grupo por número de diputados (84) durante esta etapa será Patriotas por Europa, fundado hace apenas dos semanas. Es un heredero de Identidad y Democracia (ID), pues cuenta con miembros como el Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen —entre los partidos nacionales con más representantes en la Eurocámara—, el Partido por la Libertad neerlandés y el FPÖ austriaco, que ya formaban parte del extinto grupo. El primer ministro húngaro, el populista Viktor Orbán, y su partido Fidesz, han liderado la creación de PfE (en sus siglas en inglés). Todos los partidos mencionados están en el Gobierno de sus respectivos países, aunque la facción también acoge a formaciones como Vox, que abandonó el grupo de Meloni para respaldar a esta agrupación, o Chega, de Portugal.

Los miembros del PfE comparten un elevado euroescepticismo —e incluso eurofobia—, que dejan ver en propuestas como “el regreso a lo que había antes del [Tratado de] Maastricht”, es decir, volver a implementar un modelo como la Comunidad Económica Europea, que tenía poderes mucho más limitados sobre los Estados. Para los patriotas, los países europeos se encuentran bajo amenaza de “fuerzas globalistas, burócratas no electos y lobbies”, según consta en su manifiesto fundacional. Son más radicales en lo que a inmigración respecta: están determinados a proteger “la identidad cultural” europea de “amenazas políticas, económicas o religiosas”. Específicamente, la identidad “fruto de la herencia grecorromana y judeocristiana”. Varios de sus integrantes expresan rechazo al islam.

En una de las primeras resoluciones de la nueva Eurocámara, los eurodiputados condenaron el viaje de Orbán a Moscú para reunirse con Vladímir Putin —con quien mantiene una buena relación— en su llamada “misión de paz” para Ucrania. El texto, aprobado con 495 votos, pide “repercusiones para Hungría”, que este semestre ostenta la presidencia del Consejo de la UE. En su gira, el mandatario húngaro también visitó a Xi Jinping en Pekín y a Donald Trump en Florida. De hecho, el eslogan de su gestión semestral imita el “Hagamos que América vuelva a ser grande” del republicano y reivindica: “Hagamos que Europa vuelva a ser grande”.

La cercanía del húngaro —la cara más visible de PfE, a pesar de que él mismo no es eurodiputado— con estos dirigentes críticos con la UE hace muy difícil, si no imposible, que la gran coalición de populares, socialistas y liberales de la UE quiera pactar con su grupo. Lo más probable es que el cordón sanitario que ya tenía impuesto el desvanecido ID se mantenga hacia este nuevo grupo.

Europa de las Naciones Soberanas (ESN)

Europa de las Naciones Soberanas es el grupo más pequeño de todo el hemiciclo, con solo 25 eurodiputados, y que conforman una galaxia de partidos marginales de Francia (Reconquista), Bulgaria (Renacimiento) o Polonia (con tres de los seis miembros de Confederación), que giran alrededor de Alternativa para Alemania (AfD), que tiene por sí mismo 14 representantes. Conformado apenas el pasado 10 de julio, ESN (en sus siglas en inglés) surge del rechazo a que AfD integre alguno de los otros dos grupos extremistas. El Reagrupamiento Nacional rompió con la formación alemana, con la que compartía grupo en ID, luego de unas declaraciones del hasta ese momento cabeza de lista a las europeas, Maximilian Krah, en las que rebajaba el papel de las SS nazis en el Holocausto. Aún mantienen su rechazo. “Los comentarios hechos por Krah fueron inaceptables. En este momento, no hemos cambiado nuestra posición”, decía la semana pasada un portavoz del partido de Le Pen.

Este repudio dio paso para que AfD, coliderado por Alice Weidel y Tino Chrupalla, buscara formar su propio bloque, con el fin de obtener ventajas como asignaciones económicas. AfD fue el segundo partido más votado en su país el 9-J, por encima de los tres que conforman el Gobierno. También se perfila como el ganador en las elecciones estatales en tres länder del este, que se celebrarán en septiembre.

A falta de propuestas claras como agrupación, algunas declaraciones de los líderes que la integran permiten ver lo que defienden. Tomio Okamura, del checo Libertad y Democracia Directa (LDD), sostiene que ESN “está contra el Pacto Verde, contra la inmigración, contra la islamización de Europa”. “Queremos que los poderes de Bruselas vuelvan al ámbito nacional”, señaló en una rueda de prensa. Por su parte, René Aust, de AfD, celebra “hacer realidad una visión compartida de una Europa de las patrias”, es decir, con devolución de competencias a los países. Otros de los llamados soberanos son, además, anti LGTBI, etnonacionalistas y abiertamente prorrusos, como el LDD y el Renacimiento búlgaro.

Entre las quinielas estaba que también se uniera el grupo de Alvise Pérez, Se Acabó la Fiesta, con tres eurodiputados. Pero inician la legislatura como independientes junto con otras formaciones marginales como el ultraizquierdista alemán BWS, SOS Rumania —que propone rediseñar sus fronteras para restablecer una Gran Rumania— o el Partido Comunista de Grecia.

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Sobre la firma

Diego Stacey
Periodista de la sección Internacional. Anteriormente trabajó en 'El Tiempo', en Colombia. Es licenciado en Comunicación Social por la Universidad Javeriana de Bogotá y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS.
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