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Alerta en Tabasco por la muerte de más de 1.500 reses intoxicadas con pollinaza

Hay al menos 40 productores de unas 15 poblaciones al oriente del Estado afectados por el envenenamiento de los animales

Reses envenenadas, en Huimanguillo, Tabasco, el 21 de marzo de 2025.
Elena San José

Los ganaderos de Huimanguillo, al oriente de Tabasco, afrontan una semana aciaga en sus ranchos. En los últimos 10 días, al menos 1.500 reses han muerto como consecuencia de una intoxicación con pollinaza, un producto compuesto a partir de residuos de las aves de engorda que suele incluirse en la alimentación del ganado bovino. La voz de alarma saltó el 16 de marzo, pero desde entonces la cuenta no ha dejado de subir y algunos cálculos suman ya entre 1.500 y 2.000 animales muertos por el envenenamiento, que afecta a unos 40 productores de unas 15 poblaciones de la zona. Ante la crisis de salud pública que atraviesa el Estado, este lunes por la mañana se ha reunido un equipo de los tres órdenes de Gobierno para recorrer la zona y comenzar con las inspecciones, a la espera de los resultados que arrojen las muestras enviadas a los laboratorios para determinar las siguientes medidas.

Las autoridades recomiendan evitar el uso de pollinaza o, en caso de hacerse, evitar que supere el 10% o 15% de la dieta de los animales, pues a partir de este porcentaje su consumo no es seguro. Además, este tipo de compuesto debe pasar por un tratamiento térmico ―hay que dejarlo durante unos 20 minutos a 79º para eliminar la posible gripe aviar y reducir el riesgo de intoxicación― sin el que se vuelve peligroso para el ganado. Todavía no está claro si el problema en este caso ha sido un consumo excesivo o si contenía microorganismos, como hongos o bacterias, que hayan podido envenenar a las reses.

Este problema se presenta aproximadamente desde el año 2000, que es cuando comenzó a utilizarse este producto, apunta Mónica Avilés, experta agropecuaria. “Ahora estamos saliendo del periodo de invierno. Aunque esta sea una zona con un clima más tropical, también tiene su periodo de sequía”, explica. Es en estos periodos en los que se presenta más riesgo de alto consumo del compuesto, pues la falta de agua hace que no crezcan cierto tipo de pastos naturales que suelen utilizarse para alimentar al ganado. “En ocasiones, la necesidad orilla a los productores a hacer este uso”, señala, porque es más barato que otros alimentos.

Para algunos ganaderos, como los hermanos Gildardo y Felipe Valencia Carranza, esta crisis ha resultado catastrófica. “Estamos viendo un desastre de una magnitud que jamás hubiera imaginado. A partir del viernes de la semana pasada inició para mí un calvario. Todavía hay unas muriendo, pero ya todo se acabó. De los 600 animales, cuando mucho quedan 25, 30. Es todo un patrimonio mío y de mi familia que ha quedado en cero, en nada”, ha declarado el segundo en una entrevista con el periodista Luis Manuel López este sábado. De acuerdo con el Inegi, el valor de la producción de carne de bovino se situó en promedio en enero de este año en algo más de 20.000 pesos por cabeza de ganado, por lo que las pérdidas de estos días podrían ascender a 30 millones de pesos o incluso superarlas.

La intoxicación por el consumo de pollinaza fue reportada en 15 poblaciones que afectó a 40 rancheros del municipio de Huimanguillo, Tabasco.

Hay casi 1,4 millones de reses destinadas a la cría en el Estado de Tabasco, según los datos del censo agropecuario de 2022. Este sector, junto con la agricultura y la pesca, representan el 4% de la economía estatal, de acuerdo con el Gobierno de México. El año pasado se reportó un caso similar en Hidalgo, con la muerte de unas 85 vacas, y años antes, en 2016, sucedió un episodio similar en Aguascalientes, con la intoxicación de unas 2000 reses, unas dimensiones similares a las de Tabasco.

Los protocolos indican que hay que enterrar el ganado muerto por la intoxicación para evitar que se propague a otros animales y productos, localizar el origen de la contaminación y poner en cuarentena a las reses que hayan podido seguir comiendo del producto envenenado, explica Avilés. La experta no cree que haya productos de consumo humano que hayan podido verse afectados porque los efectos del envenenamiento se producen muy rápido. La puesta en marcha de los protocolos, añade la especialista, conlleva unos costes muy altos en recursos. Las autoridades todavía no han determinado en qué consistirá o cuál será la cuantía de la ayuda que se prestará a los productores afectados.

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Sobre la firma

Elena San José
Periodista en la redacción de México. Antes estuvo en la sección de Nacional, en Madrid. Le interesan la política y la cultura, sobre todo la literatura. Es graduada en Ciencia Política por la Universidad de Salamanca y máster en Democracia y Gobierno por la Universidad Autónoma de Madrid, con especialización en Teoría Política.
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