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La Comisión prohíbe la exportación de vacuno británico a la UE y a todo el mundo

Londres logra bloquear su ejecución y prolongar el debate en una nueva reunión

Xavier Vidal-Folch

Bruselas La Comisión decidió ayer prohibir la exportación de carne de vacuno británica y de todos sus derivados, salvo los lácteos, no sólo a los otros 14 países de la Unión Europea (UE), sino a todo el mundo. Esta decisión que tomada para proteger la salud de los consumidores al conocerse la posible relación entre el mal de las vacas locas y la muerte de 10 personas. Pero como Bruselas no ordenó sacrificar la cabaña británica ni el Gobierno de Major se apresta a hacerlo, no podrá proteger a los ciudadanos M Reino Unido. Además, Londres logró anoche aplazar el bloqueo a sus exportaciones bovinas.

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La prohibición es de carácter indefinido. Afecta al ganado vacuno en toda su acepción, salvo a los derivados lácteos: es decir, a los animales vivos, cualquiera que sea su edad; a los animales en canal; a los embriones; al semen; a los productos cárnicos derivados de animales británicos que puedan entrar en la cadena alimentaría, como gelatinas, cubitos para el caldo, piensos, medicamentos, harinas o cosméticos.Es también general por su ámbito geográfico, porque la Comisión tiene competencias sobre el comercio exterior y las garantías fitosanitarias. Sin embargo, su ejecución quedó a última hora de ayer en suspenso al bloquear dicha decisión los dos comisarios británicos Leon Brittan y Neil Kinnock.

Además, el primer ministro británico, John Major logró convencer, en una conversación telefónica, al presidente de la Comisión Europea, Jacques Santer, para que aceptase la celebración hoy de una nueva reunión de expertos sobre el síndrome de las vacas locas en la que participará un nuevo equipo de especialistas británicos que viajarán que viajarán hoy a Bruselas para presentar nuevos informes.

La prohibición fue apoyada unánimente por todos los socios comunitarios. También con una salvedad, la del Reino Unido. Londres votó ayer solitariamente en contra en la reunión especial del Comité Veterinario que estableció las bases de la decisión adoptada en primera instancia por el comisario y la consideró luego "precipitada, acientífica y desproporcionada".

Del lado del consumidor

Fischler se defendió asegurando que no hay completa evidencia científica de que la enfermedad de las vacas locas se transmita a los humanos, pero tampoco de lo contrario. Y que, por tanto, en caso de duda o "inseguridad", lo mejor es extremar las precauciones: "la Comisión debe inclinarse del lado de los consumidores". Sobre todo, argumentó, porque la señal de alarma se ha encendido por una novedad relevante: la infección de diez personas menores de 40 años -y no mayores de 60, como hasta ahora-, comunicada el miércoles por el propio Gobierno británico.

Con la prohibición se trata también de "ganar tiempo" para agotar todas las evidencias científicas. A tal fin se ha creado un nuevo grupo de sabios que presidirá el profesor Weizmann, suizo, "primera autoridad mundial en la materia".

Además, al Gobierno británico se le obliga a presentar informes periódicos a Bruselas, cada dos semanas, sobre los resultados de las medidas de control interno que se disponga a poner en marcha. Paralelamente, se insta a los Gobiernos de la UE a que cancelen sus medidas cautelares bilaterales.

Todas estas medidas, sin embargo, no protegen a los consumidores del Reino Unido, donde el consumo de bovino ha caído en picado desde que se desató la crisis de las vacas locas el pasado miércoles. El comisario, educadamente, enarcó las cejas al ser interrogado al respecto. "Hemos recogido todas las propuestas británicas, que el Gobierno ha considerado suficientes y supongo que su interés primordial estriba también en proteger la salud de sus ciudadanos".El paquete de medidas adoptado por Bruselas, aunque radical, no ha llegado hasta el último extremo, el de ordenar el sacrificio total o parcial de la cabaña, contra el criterio de algunos miembros del Comité Veterinario. Como el del subdirector general de Sanidad Animal español, Agustín Piedrabuena, quien propugnó obligar a Londres a "establecer un plan de erradicación de la enfermedad". Estos planes suponen siempre el sacrificio, aunque sea parcial, de la cabaña. Piedrabuena recordó que así se había actuado en los casos de la peste porcina alemana, la enfermedad vesicular porcina italiana y la peste porcina africana en España. El miembro español quitó importancia a las reses infectadas en Portugal y en Francia, originarias del Reino Unido, porque están "completamente controladas".

La salomónica decisión del Ejecutivo comunitario trata de impedir que se desate en el Reino Unido una nueva cruzada contra "el despotismo de Bruselas". Fischler se ofreció en todo momento a colaborar con sus autoridades, sugiriendo que le tramiten nuevas propuestas. Venía con ello a significar que el coste político de un eventual sacrificio de la cabaña de vacuno tendrá que pagarlo el propio Gobierno británico.

Y aunque anunció que existen fondos y programas comunitarios que podrían financiar la operación, es Londres quien debe tomar la iniciativa. Eso sí, en la medida en que el precio de la carne británica se desplome por debajo del umbral al que la Comisión debe intervenir, la enfermedad de las vacas locas empezará a afectar al presupuesto de los Quince. Paradójicamente, el Reino Unido debería acudir a las partidas de la Política Agrícola Común (PAC) que viene combatiendo sañudamente desde hace tantos años. Y que dejó para la historia de la Comunidad Europea el episodio del llamado "cheque británico" -pues la isla no se beneficiaba de la PAC y aportaba más, vía recaudación de la tarifa exterior común- reclamado por la antecesora de Major, Margaret Thatcher, al grito de "l want my money back!", algo así como "¡Devuélvanme mi dinero!".

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