Noa: “Israel ha sido secuestrado por una pandilla de políticos corruptos”
La cantante regresa a España para actuar esta semana en el Tío Pepe Festival de Jerez de la Frontera y el Starlite Marbella
Se pregunta Noa (nacida como Achinoam Nini en Tel Aviv, Israel, de 54 años), una cantante de poderosas facultades vocales influida por el jazz y —asegura ella misma— el flamenco, qué será lo que la mantiene unida a España y su cultura desde el inicio de su carrera artística, hace 30 años. “¿Tal vez son las raíces sefardíes, tan profundas aquí? ¿Tal vez es toda la increíble literatura, poesía, música y arte españoles que me han inspirado tantísimo? ¿O será el amor que sentí del público español desde el primer día de mi carrera hasta hoy? ¿O los muchos amigos que he hecho? Por supuesto, las colaboraciones con grandes artistas son una parte importante, pero siento que va mucho más allá. Se trata de una de historia de amor con España, con toda la complejidad y los altibajos que conlleva una relación profunda, larga e intensa”, se aventura a explicar.
Comienza así una entrevista con esta cantante de orígenes sefardíes tan popular en nuestro país —previa a sus dos únicas citas de este verano en España (el lunes, 14 de agosto en el Tío Pepe Festival de Jerez de la Frontera y el día 20, en el Starlite Marbella)— que pretende tratar de música, pero que inevitablemente se adentra en cuestiones sociales y políticas después de las grandes revueltas populares de este julio —las mayores y más multitudinarias en los 75 años de historia del Estado de Israel— contra la reforma del sistema judicial planteada por el Gobierno de Benjamín Netanyahu, que compromete gravemente la imparcialidad de los magistrados y es interpretada como un ataque a la democracia y la separación de poderes.
Noa apela a su unión con España: “Hago un llamamiento a la Casa Real española, al Gobierno de este país y al pueblo español para que apoyen al pueblo israelí que lucha por la democracia, la igualdad y la libertad, y eviten a este Gobierno malvado, deshonesto y peligroso, que amenaza nuestra propia existencia. Háganles saber su opinión, hay muchas maneras de hacerlo. Te necesitamos, España”, asegura en la entrevista con EL PAÍS, por correo electrónico el pasado jueves, en vísperas de su viaje a Jerez de la Frontera.
Es, sin duda, la respuesta más larga, beligerante y firme de cuantas jalonan el cuestionario, fiel a las convicciones de esta cantante que jamás ha renunciado a posicionarse políticamente y tanto ha batallado a través de la música y el arte por el fin del conflicto israelí-palestino. “Israel se enfrenta a la peor crisis de su historia. Nuestro país ha sido secuestrado por una pandilla de políticos corruptos, algunos, como Netanyahu, desesperados por evitar ser juzgados por crímenes de los que han sido acusados por el mismo Estado al que deshonestamente afirman servir y dirigir ‘limpiamente’ [enfatiza las comillas], junto con criminales acusados, extremistas, partidarios del terrorismo, fanáticos mesianizantes y oportunistas. Llegaron al poder democráticamente por un pequeño margen, pero desde entonces han estado empeñados en destruir la democracia de Israel”, escribe duramente. “La llamada reforma judicial presentada por esta ultraderechista, ultranacionalista, religiosa y fanática coalición no es otra cosa que un golpe de dictadura, y si se lleva a cabo, llevará a Israel a su desaparición como el hermoso Estado que conocemos hoy”.
Todo su bagaje musical hace que el estilo ecléctico de Noa, dirigido a un público cultivado en el acervo musical internacional pero sin renunciar a la cultura popular, sea imposible de encuadrar dentro de un género: “Siempre me refiero a Duke Ellington cuando me preguntan por esto. Él decía que solo existen dos tipos de música, la buena y el resto”.
Sin embargo, la cantante, que ha participado activamente en las protestas —”marchando, cantando, hablando, escribiendo, levantando la voz, como lo he hecho durante años por las causas en las que creo”, asegura—, se encuentra ilusionada tras la espectacular reacción popular ante la medida adoptada por el Gobierno. “¡El levantamiento público está siendo masivo e inspirador! Mi corazón roto se llena de esperanza cuando veo el poder de la gente, y realmente deseo que esta crisis, después de resuelta, conduzca a un profundo replanteamiento de la esencia y los valores de nuestro país. Cuando nos hayamos librado de este Gobierno malvado; solidificado y fortalecido nuestra democracia con la Constitución de la que carecemos, debemos poner fin a la ocupación del pueblo palestino, estableciendo un Estado junto al nuestro, trabajar incansablemente por la paz con todos nuestros vecinos y enmendar la profunda desigualdad arraigada en nuestra sociedad. No es imposible, pero necesitamos ayuda de nuestros amigos, incluyendo España”, interpela.
Con esta actitud combativa, firme pero serena y “cargada de amor” llega el lunes Noa a Jerez, en el marco de un festival de gran singularidad que se celebra en las centenarias instalaciones de la bodega González Byass de la ciudad gaditana y que pondrá con la cantante yemenita el punto y final a una cita por la que han pasado grandes nombres internacionales, desde una leyenda viva como Tom Jones (también Raphael en una suerte de traslación nacional) a clásicos atemporales como los músicos estadounidenses Ben Harper y Pat Metheny.
Podría parecer, teniendo en cuenta el resto de la programación del festival, que Noa se presenta con un concierto que invita a la nostalgia o, cuando menos, a volver la mirada atrás —titulado Best of Noa (Lo mejor de Noa)—. Sin embargo, la artista yemenita se sorprende por esta consideración: “Sinceramente, no tengo en mente una idea tan romántica de este recital. No soy nostálgica y tampoco malgasto el tiempo mirando hacia atrás. Soy una mujer de presente: sencillamente, amo lo que hago y hago lo que amo”.
Con su voz, afinada hasta la perfección instrumental, interpretará en sus dos citas españolas conocidos estándares del jazz y parte del homenaje a Johan Sebastian Bach que le dedicó en uno de sus últimos discos, como Beautiful That Way, en su versión en castellano (que nadie tema, “por supuesto que voy a cantar en español”, asegura), tema compuesto para la película La vida es bella. También habrá un espacio dedicado a las piezas inmortales del jazz que reunió en su trabajo Afterallogy, con clásicos como My Funny Valentine, Anything Goes o Oh, Lord, que sonarán en el Patio de la Tonelería de la bodega jerezana, espacio que se levanta en el centro de Jerez desde 1835.
“He tenido algunas de las experiencias más intensas, difíciles y hermosas de mi vida en esta tierra, así que estoy profundamente agradecida, pero también emocionada por estar aquí”, sostiene Noa, que se considera deudora del flamenco como parte fundamental de su aprendizaje musical. “Aprendí mucho sobre Andalucía de artistas que he escuchado durante años, como Camarón de la Isla, Lole y Manuel y muchos otros. Adoro el flamenco”, reconoce esta artista que puebla su conversación de nombres como los de Miguel Poveda, Marina Heredia, David Peña Dorantes y Pasión Vega, todos relacionados con Andalucía y el flamenco, así como el de Cristina Heeren, conocida mecenas norteamericana establecida en la capital andaluza, donde capitanea una fundación dedicada al estudio del arte jondo: “La visito mucho en Sevilla, es mi madrina en el flamenco”.
Noa regresa a España junto a su inseparable guitarrista Gil Dor, arreglista, compositor y productor que la acompaña desde sus comienzos. “Han pasado 30 años desde que nos conocimos, pero no hemos parado de aprender juntos. Seguimos siendo buenos amigos. Ahora estamos haciendo mucha composición espontánea, un tipo único de improvisación en tiempo real, de estilo libre, un flujo de conciencia que es muy emocionante”, explica.
Tío Pepe Festival, música en el interior de una bodega
A diferencia de otros festivales similares dirigidos a un público adulto, de alto poder adquisitivo, que junto a los conciertos llevan aparejada una experiencia más amplia enfocada a la gastronomía y, en este caso, a la difusión de la cultura del vino, Tío Pepe Festival no es una cita de los llamados festivales boutique. Al menos así lo cree su directora, Beatriz Vergara, al frente a su vez de la división de enoturismo de la bodega González Byass. “A nosotros nos gusta más llamarlo ‘singular’. A diferencia de otros festivales, que encuentran un espacio y lo adecúan para montar un festival, nosotros adecuamos un festival para montarlo dentro de una bodega, en este caso además con casi dos siglos de historia: es el elemento diferenciador que nos otorga una identidad”, explica.
Alrededor de 30.000 personas, según datos ofrecidos por la organización, habrán pasado por el Tío Pepe Festival en esta edición cuando Noa eche el telón este lunes, unas cifras que se reparten entre sus dos escenarios: el original en el Patio de la Tonelería —con capacidad para 1.500 personas— y un emplazamiento mayor —2.500— en la más moderna Bodega Las Copas de la misma compañía. “Siempre hemos crecido poco a poco”, sostiene Vergara, que ya tiene puestas las miras en la celebración del décimo aniversario del festival, previsto para 2024. “Ampliamos el número de espacios a raíz de la pandemia, porque solo podíamos ofrecer el 70% del aforo, hasta que hemos visto que podíamos consolidar las dos propuestas, ambas con una arquitectura y un concepto especial.
Coincide con los festivales boutique en su atracción por el público adulto, la generación boomer, que se ha hecho asidua a este tipo de citas veraniegas que combinan conciertos y actividades musicales con otras propuestas. “Hay quien viene todos los años porque le gusta la experiencia y, a partir de ahí, elige el concierto al que acudir. No al revés”, asegura. Aun así, la configuración de su cartel, donde “no solo hay artistas muy comerciales, sino que se confecciona con grandes nombres consolidados y de bagaje contrastado en muchos géneros”, atrae mayoritariamente a boomers.
Tío Pepe Festival completa su oferta musical —el ciclo de grandes figuras se complementa con otro de flamenco y un tercero de stand up comedy— con Las cenas de las estrellas, donde se maridan los vinos de González Byass con la carta de diferentes restaurantes invitados con estrella Michelín, así como con la posibilidad de hospedarse en el hotel anexo propiedad igualmente de la compañía bodeguera.
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