Los reservistas se rebelan contra Netanyahu: “La reforma judicial es la mayor amenaza a la seguridad de Israel”
Más de 10.000 antiguos reclutas llamados de nuevo a filas anualmente lanzan un pulso al Gobierno en vísperas de una votación clave del proyecto del primer ministro. El Parlamento debate la ley desde este domingo entre protestas
“La mayoría de años he servido bajo gobiernos de derechas, incluido en los territorios ocupados. Y no siempre estaba de acuerdo con la misión. Pero nunca pensé en no cumplirla. Tenía la sensación de que había un Gobierno responsable y entendía que lo que me correspondía era pronunciarme en las urnas. No es lo que pasa ahora”. Roi Gordon es uno de los más de 10.000 reservistas del ejército israelí que ha lanzado estos días un pulso inédito al Gobierno de Benjamín Netanyahu al anunciar que dejarán de vestir el uniforme si el Parlamento aprueba este lunes una ley clave de la reforma judicial.
Al resto de ellos le une la sensación de urgencia, de tener que recurrir a una medida drástica para “proteger la democracia israelí” frente al avance de la primera gran norma de la reforma, la que despojaría al Tribunal Supremo de la potestad de anular aquellas decisiones del Gobierno, ministros o cargos públicos electos que considere claramente irrazonables. La Kneset (Parlamento) la ha comenzado a analizar el domingo y la votación se espera en la tarde del lunes, tras un debate de unas 30 horas.
Le separa, en cambio, que lo ha anunciado públicamente y con nombre y apellidos, como activista de Ajim Leneshek (Hermanos de Armas), una organización de reservistas militares contra la reforma cuyos símbolos se pueden ver desde hace meses en pegatinas y camisetas en las multitudinarias manifestaciones contra el Ejecutivo.
Entre los miles de israelíes congregados este domingo ante la Kneset en una mezcla de ambiente festivo y de preocupación, podían verse colectivos de médicos, de feministas, de víctimas del conflicto palestino-israelí… Pero en un país nacido en guerra, militarista y con un servicio castrense obligatorio considerado imprescindible pegamento social de una mayoría judía llena de brechas (centro-periferia, religiosos-seculares, originarios de Europa o del mundo árabe), lo que preocupa estos días al Gobierno no es la revuelta social, sino la de los militares.
Por ello, el jefe del Estado Mayor, Herzi Halevi, ha admitido este domingo en una carta abierta que la unidad de las Fuerzas Armadas “se ha visto dañada” y hay “grietas peligrosas”. “Si no tenemos unas Fuerzas Armadas unidas y fuertes, si los mejores de Israel no sirven en el ejército, dejaremos de poder existir como Estado en la región”, ha escrito. El corresponsal de asuntos militares del diario Israel Hayom, Yoav Limor, escribía este domingo que el número en rebeldía es en realidad mayor: “Muchos otros no han firmado cartas, simplemente no se presentarán”. Gobierno y reservistas mantienen también una lucha dialéctica: los ministros dicen que “rechazan servir”; ellos, que “dejan de voluntarizarse”.
Halevi ha empleado un tono comprensivo, consciente de que en teoría los israelíes están obligados a servir un número de días al año en la reserva hasta los 39 o 45 años, pero en la práctica es una acción voluntaria. “Apreciamos mucho a nuestros reservistas y contribuyen enormemente a la seguridad de Israel. A todos, incluso a los que han tomado decisiones difíciles con el corazón apesadumbrado y firmado con una mano temblorosa que no se presentarán al servicio (…). Las críticas a esta decisión deben expresarse con respeto, sin olvidar todo lo que han hecho por el país”.
La frase remite aparentemente a los ataques de los últimos días por miembros del Gobierno. Netanyahu acusó el jueves a “elementos militares” de intentar “dictar políticas gubernamentales a través de amenazas”; su ministro de Educación, Yoav Kisch, denunció una campaña millonaria para impulsar un asunto “inflado”; y el de Economía, Nir Barkat, calificó a los rebeldes de “indignos de vestir el uniforme de las Fuerzas de Defensa de Israel”. El presidente de la coalición de Gobierno, Ofir Katz, fue más lejos, al jugar con los agravios y las percepciones sobre quién es élite al subrayar que “el voto de un doctor y de un piloto vale lo mismo que el del cajero del supermercado y el obrero de una fábrica”. La mención no es causal: más de 1.100 rebeldes pertenecen a la Fuerza Aérea, un cuerpo prestigioso, clave en la superioridad militar en Oriente Próximo e imprescindible para un eventual ataque sorpresa a las instalaciones nucleares iraníes, con el que Israel amenaza desde hace años.
“El acto más importante”
La mano con la que Gordon firmó la carta del anuncio colectivo es, recuerda, la misma con la que abrió como soldado la puerta de la valla fronteriza para entrar en Líbano, en los últimos años de la ocupación del sur del país (1982-2000). “Cada uno lo vive de una forma. Pero yo sentí que firmar era el acto más importante de mi servicio. Hoy, la amenaza más grande a la seguridad de Israel es la reforma judicial. No digo que no haya otras. Pero Hamás y Hezbolá, por ejemplo, suponen una menor”, señala.
Gordon se declara “consciente del significado” de su decisión y las posibles implicaciones, pero insiste en que los reservistas han “movido cielo y tierra” desde la presentación de la reforma en enero “para evitar llegar a este punto”, incluso apoyando el hoy fracasado diálogo presidencial, pese a las críticas.
¿No es problemático que el ejército se involucre en asuntos políticos? “Nosotros no imponemos políticas. Se trata de una lucha por la esencia de Israel como Estado democrático y liberal”. Además, prosigue, ya no se siente “seguro de que las decisiones se vayan a tomar de manera ponderada”, lo que “en lo operativo supone que te ordenen misiones en las que no puedes creer”. Y recuerda que el Tribunal Internacional de La Haya podría juzgar a soldados israelíes por crímenes de guerra si considera que Israel carece de un sistema judicial independiente para hacerlo. “Es algo de lo que se habla poco (…). Israel no se responsabilizaría de lo que hacen sus soldados”.
D. Z., coronel en la reserva que prefiere dar solo sus iniciales, cuenta que ha reflexionado mucho estos meses sobre qué es defender Israel. “No es solo hacerlo de las amenazas externas, sino también de las internas. Muchos sentimos que ahora tenemos que hacerlo protestando y que esta es la única arma que podemos utilizar (…). Si pasas semanas lejos de tu familia y pones en riesgo tu vida, entiendo que algo tienes que decir sobre si el Gobierno quiere cambiar la situación y convertir a los tribunales en irrelevantes”.
El militar asegura que ha visto de primera mano en su unidad la división que genera la reforma, y cómo afecta al día a día. “Puedes sentir que es un tema sensible y lo difícil que es mantener el sentido de unidad. Y si hay algo fundamental en el ejército, es justo la capacidad de actuar como equipo.”
Matiza que si Israel se ve inmerso en “una guerra en la que esté en peligro, la gente va a tomar su posición”, pero cree que el peligro más inmediato lo afronta hoy “el Israel liberal y democrático”. “Esta es la guerra que tenemos que combatir. Históricamente, las dictaduras se han formado cuando el ejército las ha apoyado o se ha puesto de perfil. Estamos siendo testados sobre qué queremos ser”, resume.
Dos hospitalizaciones de Netanyahu despiertan las dudas sobre su salud
Hace una semana, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, de 73 años, fue brevemente hospitalizado por deshidratación tras pasar varias horas al sol y sin sombrero en el Mar de la Galilea, según explicó él mismo en un vídeo para transmitir tranquilidad. “No fue una buena idea”, bromeó.
Salió con un holter del centro médico, Sheba, que aclaró que no había sufrido arritmia alguna. La información fue coordinada por la oficina del primer ministro y no hacía mención al reporte del canal 12 de la televisión, según el cual se había desvanecido y caído en su casa en Cesarea, al norte de Tel Aviv.
Esta madrugada, después de una multitudinaria marcha a Jerusalén contra su reforma judicial y a horas de que comenzase a debatir en el Parlamento, fue ingresado de nuevo, esta vez para instalarle un marcapasos. “El holter hizo bip esta tarde y tengo que recibir un marcapasos. Tiene que ser esta noche. Me siento fenomenal, pero escucho a mis médicos” dijo en otro vídeo, en el que aparece de pie y vestido de traje.
La nueva hospitalización ha sacado a luz detalles antes ocultos. Por ejemplo, sus médicos han admitido que la arritmia le fue detectada ya la pasada semana. El canal 12 fue el primero en desvelar que se le insertó un catéter.
En el vídeo de la madrugada, Netanyahu adelantó que ya este domingo se sumaría al debate parlamentario en curso de una ley clave de la reforma. Por la tarde, sin embargo, emitió un comunicado en el que se define “fenomenal”, y apunta que irá a la Kneset el lunes por la mañana, para la votación. Además, ha cancelado sus viajes a Turquía y Chipre, previstos para esta semana.
Netanyahu no hace pública desde 2016 su revisión médica anual. Es algo a lo que están obligados los primeros ministros, pero no se les puede forzar a hacerlo, porque ese protocolo, de 2010, no ha sido convertido en ley.
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