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Crítica de cine
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘La asistenta’: una intriga psicológica tan demencial como irresistible

Delirante y bulliciosa historia, basada en la novela de Freida McFadden, que retrata la furia, el resentimiento social y la dependencia laboral

Sydney Sweeney y Amanda Seyfried, en 'La asistenta'.

Determinadas películas no pueden ir a medio gas. Van con todo. De hecho, deben ir con todo porque esa es su única opción frente a las dificultades que puede provocar su relato: completamente alejado de cualquier verosimilitud; tan loco de atar como una parte de sus protagonistas. Cine de enganche popular que ilustra literatura pulp contemporánea. Y así es La asistenta, película de Paul Feig que adapta uno de los libros más vendidos de los últimos años: la novela homónima de la estadounidense Freida McFadden, primera entrega de una trilogía famosa por ser fácil de leer, y estar asentada en los giros inesperados y finales espectaculares. Viendo la película, hay un detalle más, y nada baladí: McFadden y, por supuesto, la ilustración visual de Feig —previo paso por la traslación a guion de Rebecca Sonnenshine— juegan con las mejores fantasías sociales y sexuales que puedan imaginarse, desde las más superficiales hasta las más perversas. Cine travieso para espectadores juguetones. Sin freno.

Pero ¿qué es ir con todo? Básicamente, saber lo que se tiene entre manos —un relato rocambolesco—, y conjugar todos los aspectos de la película, desde la puesta en escena y la fotografía hasta las interpretaciones, en una línea homogénea. Siempre muy arriba, y que alcance una meta común: el entretenimiento revoltoso, la revuelta sociopolítica de bajo alcance y la excitación erótica basada en los cambios de rol. La asistenta es Hollywood canalla. Salvando las distancias (que las hay en cuanto a la calidad), cerca de ¿Qué fue de Baby Jane? Una historia de enemistad manifiesta que desemboca en intriga psicológica y en suspense criminal, con interpretaciones desquiciadas (pero muy adecuadas), virajes dramáticos y hasta un toque de comedia negra con el que reír, disfrutar e incluso soñar. Esas vidas que nunca podremos tener.

En dos frases, La asistenta cuenta el día a día de una empleada de hogar y niñera con pasado oculto y criminal (se sabe desde los primeros minutos), desplegado en la casa perfecta: de gente rica, guapa y, en principio, amable. Sin embargo, por debajo de todo ello hay siempre unas gotas de sueño húmedo: en lo sexual y en lo social, casi como una revuelta de clase. Sin llegar a los extremos sadomasoquistas de 50 sombras de Grey, hay algo de ambición oculta en la mirada de la asistenta hacia el padre de la casa, el cachas elegante y amable de sonrisa profidén que te fornica contra la pared y además te pone la casa de tus sueños. Feig juega a ello con brillo en la fotografía, ritmo frenético, e intensidad en las tres interpretaciones: la de Sydney Sweeney, más matizada, pues debe confluir en la identificación con el espectador; la de Amanda Seyfried, desaforada y fantástica; y la de Brandon Sklenar, de una masculinidad casi irreal ya desde su nombre.

En algunos momentos la voz en off resulta demasiado explicativa, y unos recortes de aquí y allá, que la hubiesen dejado en poco menos de dos horas, no le hubiesen venido nada mal. Pero La asistenta es pura eficacia con un leve toque de crítica social hacia la América blanca, conservadora e ideal en apariencia. Como en Las esposas de Stepford, Déjame salir o El club del odio. Un universo de poder y privilegios (qué bien se juega con esta palabra, casi en tono de risa cruel), remarcado por el excepcional detalle de que toda esa perfección se resquebraja en cuanto comienza a aparecer el color blanquecino en las raíces del pelo de las mujeres teñidas.

La asistenta es tan loca que resulta irresistible. Una historia basada en la furia psicológica, el resentimiento social y la dependencia laboral, que progresa a través de la fórmula del subgénero feud —la enemistad íntima entre mujeres—, siempre delirante y bullicioso. Aquel que dio pie en las décadas de los sesenta y setenta a entretenimientos como ¿Qué fue de Baby Jane?, Canción de cuna para un cadáver, El caso de Lucy Harbin, ¿Qué fue de tía Alice? o, más cerca en el tiempo, Mujer blanca soltera busca… De todas ellas bebe esta incontenible asistenta de McFadden y Feig. La fogosidad del lujo y la carne.

La asistenta

Dirección: Paul Feig.

Intérpretes: Sydney Sweeney, Amanda Seyfried, Brandon Sklenar, Michele Morrone.

Género: thriller. EE UU, 2025.

Duración: 130 minutos.

Estreno: 1 de enero.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.
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