Las mejores 17 películas para resumir 2017
Un repaso a los títulos que destacaron en su estreno en las salas españolas durante el año que se acaba
Ha sido un año bastante bueno, no excepcional, pero sí interesante. Y de todo el saco de películas que se han estrenado comercialmente en España, aquí escogemos 17 de ellas. Muchas, por cierto, centradas en el complejo proceso del salto de la edad infantil a la edad adulta, del tortuoso camino de la maduración. Otras tantas se refieren al empoderamiento femenino. En el repaso, no entran joyas vistas en festivales como The Florida Project, Tres anuncios en las afueras, Call Me by Your Name, La forma del agua o Sin amor, que estarán en el listado de 2018 (temporada en la que se estrenarán en España en salas). Y los títulos tampoco están ordenados por ninguna preferencia o prioridad. Son 17 y que cada lector haga su propio ranking.
LA CORDILLERA (Santiago Mitre). El golpe de genio del argentino Santiago Mitre, ese que define su carrera, está en esconder visiones películas políticas dentro de otros géneros. O al revés, tal vez parezcan filmes políticos lo que en realidad son thrillers y dramas clásicos. Da igual: se disfrutan. Ya lo hizo con El estudiante y Paulina y ahora lo repite en La cordillera, que juega con cartas clásicas (encuentros de políticos a alto nivel y por tanto conspicuas conspiraciones, un personaje protagonista del que se sabe my poco, extrañas relaciones familiares) para marcarse el polanski del año. Y de cohacedor, Ricardo Darín. Impecable.
VERANO 1993 (Carla Simón). El día en que se proyectó en la Berlinale, ese mismo día, la historia del cine español cambió. No es que sea una de las películas españolas del año, es que es una de las películas europeas de la década. Porque es muy difícil hablar de los sentimientos de un niño abandonando el criterio de los adultos, y más aún describir en la pantalla el paso del tiempo infantil. Añádase el relato del dolor de la orfandad, el egoísmo por hacerse escuchar de la protagonista en un mundo que aparentemente quiere dejarla atrás, y una impecable dirección de actores. Simón es el descubrimiento del año en el cine patrio.
PSICONAUTAS (Pedro Rivero y Alberto Vázquez). Un título que mereció mejor suerte comercial. En los pasados Goya, Alberto Vázquez, creador del cómic que sirve como base al largometraje, se llevó este Goya y el de mejor corto de animación. Dolorosísima visión de un mundo apocalíptico, Birdboy y Dinki son dos adolescentes que desean huir de la isla asolada por un cataclismo en la que viven. Un guion depresivo para unas ilustraciones que no dejan un hálito de esperanza.
MOONLIGHT (Barry Jenkins). Y al final sí, ganó el Oscar. En una situación surrealista, resuelta con clase por los productores de La La Land. El drama en tres edades de Barry Jenkins lleva el ritmo, la atmósfera y la huella visual de Wong Kar-wai a los barrios pobres de Florida. Esa apuesta convierte a Moonlight en una de las obras maestras del año; su Oscar descansa en las mejores manos posibles. Otro paseo por ese inhóspito camino que transcurre desde la infancia a la vida adulta.
LOVING (Jeff Nichols). Nichols está haciendo un cine clásico que poco tiene que envidiar a los grandes nombres del Hollywood dorado. Con su estilo cuenta extraordinarias historias que atrapan al espectador, como este drama que ilustra la historia real de los Loving (el apellido les acompañaba), la pareja que acabó con la prohibición del matrimonio interracial en Estados Unidos. Y solo por querer seguir juntos, sin pensar que estaban provocando un terremoto social.
I AM NOT YOUR NEGRO (Raoul Peck). Peck es un buen director, que aquí de repente estalla como documentalista. Usando de base los textos del pensador afroamericano James Baldwin (en concreto Remember this House, el libro que Baldwin empezó en 1979), para revisar el racismo, tanto en los años de Baldwin como en la actualidad. Tan humano como vibrante, tan hipnótico como doloroso. Aun así, no ganó el Oscar. Puede que por sincero.
LA VIDA Y NADA MÁS (Antonio Méndez Esparza). Otra película ninguneada en los premios, que sin embargo está entre lo más destacado del cine español. Con su primer trabajo, Aquí y allá, ganó el premio de la Semana de la Crítica en Cannes gracias a su inmersión en la vida de Guerrero, un pueblo mexicano, y la vuelta a él de emigrantes. Con La vida y nada más vuelve a hacer invisible su cámara (aunque la fotografía, cuidada, es de Barbu Balasoiu, el de Sieranevada) dentro de una familia afroamericana en Tallahassee (Florida). La presión de convertirse en adulto, en un entorno que tiende a confundir a los chavales.
JACKIE (Pablo Larraín). Larraín es el mago de la frialdad, de lo tortuoso, de lo más oscuro que se esconde en lo profundo del alma humana. Y en Jackie asistimos a la vida de Jackie Kennedy en las horas posteriores al asesinato de su marido, el presidente JFK, cuando se sintió sola y desamparada. Terreno perfecto para sentir el hálito helado del talento de Larraín.
MANCHESTER FRENTE AL MAR (Kenneth Lonergan). Otro doloroso drama que llegó hasta los Oscar. Lonergan sabe ahondar en el dolor humano, y enfrenta a los espectadores a sus mayores temores, aquí sustanciado en el pasado de un conserje silencioso y torturado. Cuando poco a poco despoje sus capas como una cebolla, llegará el calvario.
THE LOVE WITCH (Anna Biller). Hace unos años se pusieron de moda los colores satinados de los westerns tailandeses, y The Love Wich podría ser una heredera de ese estilo. Pero Anna Biller bebe de otras fuentes, y ha estado siete año buscando la financiación: en ese periodo cosió los trajes fastuosos del filme y concretó los decorados. Al final el estreno llegó en su momento adecuado, en la época Trump: "Contra su misoginia, un cuento de hadas y brujas con una heroína poderosa”, dice su creadora, que apuesta por describir la emancipación femenina desde otro punto de vista: “Me planteé que pasaría si los hombres amaran a las mujeres tal y como las mujeres quieren". El resultado merece la pena.
DUNKERQUE (Cristopher Nolan). El desastre/hazaña Dunkerque ha aparecido este año en diversas películas, y puede que sea un signo de los tiempos. La película de Nolan destaca en muchos aspectos, pero en el que deja la boca abierta es en el uso de diferentes tiempos según la acción transcurra en tierra, mar o aire, sin que el espectador se pierda en la narración. No hay muchos diálogos. No hacen falta. Su fuerza estriba en su potencia visual.
LA LA LAND (Damien Chazelle). La película del buen rollo. Fue primero alabada, posteriormente vapuleada. Pues es un gran musical, que devuelve cierta alegría de vivir, amor al jazz (aunque los puristas discutan este hecho), y que habla de ambiciones y sueños truncados... como los de no ganar el Oscar. Hasta en el perder sus creadores demostraron su buen talante.
COLOSSAL (Nacho Vigalondo). Otra película que esconde sus enormes ambiciones dentro de un género popular. Vigalondo dice que hace una película de monstruos, un kaiju, aunque en realidad crea una nueva heroína para una nueva sociedad. Empoderamiento/emancipación femenina acorde con el año 2017, en el que empezó la derrota de la masculinidad tóxica. Y muy finamente interpretada por Anne Hathaway y Jason Sudeikis.
LA TORTUGA ROJA (Michael Dudok de Wit). El holandés Michael Dudok de Wit se ha convertido en el primer europeo producido por el estudio japonés Ghibli, y el resultado es un bellísimo filme sobre el amor y la naturaleza, una obra de un lirismo ancogojante y repleta de emociones transmitidas por los dibujos y el sonido.
SELFIE (Víctor García León). ¿Cómo contar la realidad que sufrimos, con la corrupción escondida a golpes de nacionalismos? Con humor. Víctor García León coge a Santiago Alverú, lo transmuta en hijo de ministro corrupto del PP y lo lanza a reírse en un falso documental de la derecha, la izquierda, los de arriba, los de abajo, los podemitas y los pijos, los de Lavapiés y los de Las Rozas: "A mi padre lo que le pasa es que muchos le quieren mucho". Qué gran frase para explicar los sobornos de la podredumbre que asuela España.
VERÓNICA (Paco Plaza). Por haber sabido reconstruir una época de España hoy algo ninguneada, pero de la que muchos somos sus hijos; por hablar del dolor que significa madurar en un entorno hostil; por hacer pasar por película de posesiones un drama social... y por resucitar la pegajosa melodía del anuncio de Centella, aquel reparador de muebles, para devenir en un mantra de la calma. Por eso y más, el filme de Paco Plaza merece estar en esta selección.
LADY MACBETH (William Oldroyd). Otro debut homérico. e intrigante. Oldroyd, reputado director teatral, se pasa al cine con un aguzado sentido visual. Una de las armas formales de Lady Macbeth se asienta en su austeridad. No hay grandes ropajes ni decorados. Otra, su personaje protagonista y la actriz que le da vida (Florence Pugh), una mujer que luchará por sobrevivir en la sociedad rural inglesa del siglo XIX. Si Hitchcock hubiera cruzado sus pasos con Shakespeare, le habría salido Lady Macbeth.
Junto a estas películas, habría que recordar otras tres españolas, herederas del gusto del cine patrio por contar verdades como puños a través de la sorna y de la ironía: Fe de etarras, de Borja Cobeaga; El autor, de Manuel Martín Cuenca, y Muchos hijos, un mono y un castillo, de Gustavo Salmerón. Buen año, desde luego, para el cine español.
Y en este 2017 también se habló de Blade Runner 2049 (con tantos defensores como atacantes), Los últimos Jedi (lo mismo), Wonder Woman (por fin un blockbuster de calidad con protagonista femenina), Crudo (uno de los filmes del año en Francia, con muchas vueltas de tuerca más allá de su retrato del canibalismo), It (prodigiosa adaptación del mundo de Stephen King), Déjame salir (una película de terror que en realidad incide en el conflicto racial), Thor: Ragnarok (porque Waikiki usa el humor para hablar de la irrealidad del mundo de los superhéroes), The Square (el filme de autor del año que parece llevar al sueco Ruben Östlund al Oscar), El otro lado de la esperanza (porque Aki Kaurismäki aún sigue siendo un grande), The Disaster Artist (un canto a la pasión por el cine, aunque sea el peor cine, que ganó la Concha de Oro de San Sebastián), y Coco (porque se puede hablar de la muerte a los niños, confirma Pixar, y además con un desforado despliegue visual como envoltorio). Y a esperar 2018.
Babelia
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