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El delirio creativo de un necio

Manuel Martín Cuenca describe en 'El autor' el sufrimiento de un aspirante a escritor

Desde la izquierda, Manuel Martín Cuenca posa con los actores María León, Adelfa Calvo, Javier Gutiérrez y Adriana Paz, hoy durante la presentación de 'El autor' en San Sebastián.
Desde la izquierda, Manuel Martín Cuenca posa con los actores María León, Adelfa Calvo, Javier Gutiérrez y Adriana Paz, hoy durante la presentación de 'El autor' en San Sebastián.Javier Etxezarreta (EFE)
Gregorio Belinchón
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Manuel Martín Cuenca llega a San Sebastián con El autor, impulsada por el premio FIPRESCI, recibido en el pasado certamen de Toronto, un galardón que anteriormente no había ganado ningún cineasta español. "Estoy contento, pero aquí, en Donostia, ya las he visto de todos los colores [es su cuarta aparición, la tercera en Sección Oficial] y vengo preparado", cuenta con uno de sus amados puros en la mano. A su lado, su coguionista y socio de productora, el cubano Alejandro Hernández, escritor, guionista de Martín Cuenca y de otras películas como Todas las mujeres o 1898. Los últimos de Filipinas. Ambos han llevado a la pantalla la novela de Javier Cercas El móvil. "Estaba en República Dominicana", recuerda el director, "la vi, no la conocía y me la leí del tirón". "Descubrí en sus 60 páginas una película y pensé: 'Javier Gutiérrez".

El autor, que así se titula la adaptación de El móvil, cuenta el sinvivir de un trabajador (Gutiérrez) de una notaría, eclipsado por el éxito de su esposa (María León), autora de un best seller, cuyo único deseo es escribir la gran novela española, y por ello acude a un taller de escritora impartido por un profesor (Antonio de la Torre) aprovechado. Cuando su situación emocional salta por los aires, se muda a un edificio en el que pronto encontrará, en sus vecinos, historias que alimentarán la escritura de su libro, y que, como hizo la novela de Alaa al Aswany El edificio Yacobián con Egipto, sirve para ilustrar el devenir de España.

En la película, Martín Cuenca juguetea con otras novelas. En la portera del bloque —un personaje fascinante encarnado por Adelfa Calvo— esconde, por ejemplo, a Madame Bovary. "Todos tenemos en mente a una Bovary jovencita cuando en el libro tiene 44 años. Nosotros sabemos que el escritor la está usando como usa al resto de los vecinos, pero ella sí cree que ha llegado su salvador. También está otra novela de Flaubert, Bouvard y Pécuchet, que es la historia de dos idiotas que pretenden ser sabios. En realidad, todos, necios y sabios toman el mismo camino para ser genios. El proceso creativo es el mismo. Lo que cambia, obviamente, es el resultado. Y nosotros queríamos hablar de cómo se vive ese proceso. Pero no queríamos hacerlo de forma solemne, por lo que no valía centrarse en un genio. Así que potenciamos la ironía —que ya la había— de la novela de Cercas".

Como el proceso artístico puede resultar parecido, en El autor probablemente muchos encuentren paralelismos con el cine. "Es que todo es creación", apunta Hernández. "Yo vengo de la literatura y llegué al cine después, con Manolo. El vértigo al empezar este guion era entrar en un territorio que empuja hacia la solemnidad, la autoconsciencia... porque lo creativo es sagrado. Y es lo contrario". Y apostilla Martín Cuenca: "De ahí lo irónico del título. El autor. Pues a lo mejor no. ¿De qué es autor? Por otro lado, está el cine, porque el escritor escucha a través del patio vecinal historias que ve en sombras [referencia indudable al mito de la caverna de Platón]. Y lo mismo porque a lo mejor también somos unos necios, porque hacemos cine para trascender. ¿Trascender qué? Con la distancia a veces torna en ridículo".

De ahí la importancia de la elección del protagonista. "No puede ser Michael Fassbender, porque entonces sabes que va a escribir una gran novela. No puede ser un tipo al que al final le pase algo portentoso que te sorprenda. No, debe de ser José Luis López Vázquez, un personaje anclado al país y al lugar. Se construye un drama sin casi material de drama, gracias a la imaginación de ese pobre hombre", cuenta Martin Cuenca. Su compañero de guion explica: "Cuando me lo propuso, lo primero que dijo fue 'Javier Gutiérrez'. Y entonces vi el filme. Ahí estaba la mirada nada sesuda, muy de tierra, realista, de sufrimiento pero desde algo cotidiano y plausible".

Y Gutiérrez se lanza desbocado a crear a ese aspirante a escritor. Con todas las consecuencias y sorpresas para el espectador, que incluyen guiños a la manera de escribir de Hemingway. "A mí, Gutiérrez me parece tan bueno como Fassbender, aunque a este no le he dirigido [risas]. Pero tiene una cosa más grandiosa. Mira, Fassbender pertenece al canon de Hollywood de héroe potente. Y el cine español que me interesa, y nuestra tradición, pasa por personajes creados por actores normales, que los puedes confundir con el carnicero de la esquina: Alfredo Landa, López Vázquez... Como decía otro grande, Fernando Fernán Gómez: '¡Qué difícil es hacer de un funcionario!'. Por eso a mí me encanta que Gutiérrez sea este autor que quiere trascender, porque eso es el cine español, de nuestra tradición. Lo otro es el canon americano, y a mí no me interesa".

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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