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Hitchcock cruza sus pasos con Shakespeare

El inglés William Oldroyd dirige 'Lady Macbeth', una de las sorpresas de la temporada, la historia de una mujer que lucha por su libertad a cualquier precio

Florence Pugh, en 'Lady Macbeth'.
Gregorio Belinchón

William Oldroyd podía haber seguido en el teatro. En los escenarios británicos ya había alcanzado cierto prestigio, dirigiendo obras de Shakespeare para el festival de la Royal Shakespeare Company, ensayos de Jean-Paul Sartre en el Teatro de Tokio, adaptaciones de Ibsen en el londinense Young Vic Theatre e incluso óperas de Donizelli y Pergolesi. El cine no tenía que haberse cruzado en su camino. Pero lo hizo, cuando su segundo corto, Best (2013), ganó el certamen de cortos Sundance en Londres. "En realidad, me sirvió un poco como prueba-error para el largo", confiesa en Madrid a pocos días del estreno de su Lady Macbeth en España y Reino Unido.

En un ajetreado septiembre de 2016, su debut logró todo tipo de parabienes en el festival de Toronto y el premio FIPRESCI en el de San Sebastián. "Me impresionó mucho más Donosti. Porque sales de la proyección en el Kursaal y está toda esa gente en la escalera aplaudiendo... Ahí es cuando confirmé que la película funcionaba".

Y cómo. Lady Macbeth es la adaptación de la novela Lady Macbeth del distrito Mtsensk, del ruso Nikolai Leskov, que desde su publicación en 1865 ya ha vivido una versión operística de Shostakovich y otra fílmica de Andrzej Wajda. "Comparto agente con Alice [Birch, la guionista] y así pude leer de los primeros su libreto. Tanto para ella como para mí el motor es Katherine. En muchas otras novelas del siglo XIX nos encontramos con personajes femeninos fuertes, que tienen un affaire fuera del matrimonio, pero pocos hacen lo que Katherine a continuación". Y lo que hace es luchar, manipular y asesinar. Casada con un terrateniente, ahogada por la sociedad rural inglesa del siglo XIX —Birch ha relocalizado la acción—, la protagonista entiende que ante todo y sobre todo está su libertad. "Alice ama el personaje. Lo entiende, le da alas; de ahí que cambiara el final con respecto a la novela. Va a sonar mal: tuvimos mucha libertad gracias a que el escritor está muerte. Mantuvimos el espíritu de su libro con nuestro punto de vista". Por eso, para no contaminarse, el director no vio ni la película de Wajda ni grabaciones de la ópera.

Cogiendo carrerilla

A William Oldroyd no la he hecho falta ni esperar al estreno en su país de Lady Macbeth para tener su siguiente proyecto en marcha. "Voy a hacer una nueva película. Sí, por ahora dejo aparcado el teatro. Estará basada en la novela de Walter Mosley El hombre del sótano y actualmente estoy colaborando con él en el guion". Mosley es el autor de El demonio vestido de azul, y en El hombre del sótano cuenta cómo un extraño le propone al protagonista vivir en su casa (una espaciosa residencia heredada de sus antepasados en Long Island), en concreto en el sótano, durante un verano.

Oldroyd sonríe y charla con una parsimonia elegante y fluida, como solo puede salir de alguien nacido, como él, en Londres. De repente, Lady Macbeth le ha lanzado como un cineasta de futuro. "El típico director de cine controla la técnica y no se siente cómodo con los actores. En el teatro, yo dirigía el texto hacia los actores y los actores hacia el texto. Yo decidí confiar en mi directora de fotografía [Ari Wegner], y aun así quedaban algunos interrogantes por resolver. Por ejemplo, ¿dónde me iba a colocar yo en el rodaje? Decidimos poner el monitor habitual en otra habitación fuera del plató para los productores y para el equipo, y uno pequeño, solo para mí, pegado al lado de la cámara y así nunca estuve más allá de dos o tres metros de la actriz, conformando un pequeño triángulo". Y la experiencia le tiene enganchado. "Me ha encantado jugar con los actores, con los planos y encuadres, tomar decisiones en el proceso de montaje. He logrado mantener una esencia artesanal". Y le tocó la lotería con la actriz protagonista, Florence Pugh. "Ella la defendió por encima de todo".

Una de las armas formales de Lady Macbeth se asienta en su austeridad. No hay grandes ropajes ni decorados, tal vez porque en el sitio y el tiempo en que se desarrolla la acción eso no ocurría, por mucho que se empeñe Hollywood. "Exacto, y además así nada te distrae de las actuaciones. La austeridad nos sirve como interpretación del pasado, de cierto protestantismo que marca la acción. También porque esa casa en la que vive Katherine con su marido recién estrenado y su suegro no ha conocido una presencia femenina en lustros. Y ella no es de las que se pone a decorar como primera labor. Es un mundo pragmático, incluso puede que para Katharine esa austeridad sea un placer".

William Oldroyd, en el rodaje.
William Oldroyd, en el rodaje.

A través de un escritor ruso versionado por un director londinense, un personaje con clara referencia shakesperiana ha devenido en un estupendo villano de Hitchcock, capaces de manipular todo lo que les rodea y, de paso, también al espectador. "En el montaje me importaba mucho esta posibilidad. Si ves las típicas adaptaciones televisivas de historias del siglo XIX inglés, todas dan un montón de información al televidente para que se relaje y disfrute del espectáculo. Huí  conscientemente de eso, para seguir la huella de Hitchcock, que mantiene en tensión al espectador: ¿qué pasa ahora? ¿qué ocurrirá a continuación? Actualmente, en Reino Unido a la gente le asusta hacer un cine que pueda ser etiquetado de demasiado intelectual, que haga trabajar el cerebro de la audiencia. Para mí, en cambio, el cine es el arte de saber cuándo revelar la información para mantener enganchado al público".

Como ejemplo a seguir, Oldroyd pone Caché y Funny Games, de Michael Haneke. "Haneke usa todo tipo de trucos teatrales en el cine y eso me fascina". En cuanto a Shakespeare... "siempre está ahí. Su Lady Macbeth ansía el poder y Katherine busca más la independencia y la libertad. Ambas están aplastadas por el poder de la sociedad, por lo masculino. Hay más de Madame Bovary en ella, aunque, ante todo, Katherine es un grito de reivindicación femenina".

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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