Nacho Vigalondo, el hijo de las noches toledanas
El cineasta estrena 'Colossal', protagonizada por Anne Hathaway, un cóctel de empoderamiento femenino y monstruos de 30 metros fruto de noches en vela con dudas de su creador
La película se llamaba en sus orígenes Santander y ahora se titula Colossal. Se iba a desarrollar en España y ahora transcurre en un pueblo de Nueva Jersey. Era en español y en la pantalla solo se oye inglés estadounidense. La culpable de este giro es Anne Hathaway, que leyó el guion, se enamoró de su personaje, decidió protagonizarla -a pesar de que la rodó embarazada de siete meses- y gracias a su presencia la financiación se cerró con celeridad. El que no ha cambiado es Nacho Vigalondo (Cabezón de la Sal, 1977), su director y guionista, que ha dejado su huella en múltiples detalles de la película. ¿Un ejemplo? El pueblo al que retorna la chica protagonista se llama Mainhead, o en castellano viejo, Cabezón.
Colossal es la película con monstruos de 30 metros que Vigalondo llevaba lustros deseando hacer. Pero es más, mucho más. Gloria, su protagonista, se ha bebido todo Nueva York y decide volver a resituarse a su pueblo natal. En ese Mainhead comienza a trabajar en el bar de un amigo de la infancia y vuelve a emborracharse, hasta que descubre que sus cogorzas están conectadas con las acciones de un monstruo, un kaiju coreano, que está destrozando Seúl y matando decenas de personas. Colossal habla de la vida, de encontrar tu norte, de los abusos y de la desigualdad de género. "Las películas tienen su propio tiempo. Cualquiera sabe que las escribes con años de anticipación, las ruedas cuando puedes y las estrenas... igual, cuando te dejan. Esto es un regalo". cuenta Vigalondo sobre la coincidencia de su estreno hoy en salas españolas con el debate actual sobre el machismo en la sociedad. "Yo quería hablar de una masculinidad tóxica. El guion se contagió de esa dinámica desde que me di cuenta de que la protagonista era ella y el antagonista, él. Antes de eso solo sabía que en ese libreto iban a enfrentarse físicamente dos adultos mientras en la otra parte del mundo dos monstruos están destruyendo una ciudad. No podía esquivar la violencia física. Y luego descubrí porque se pegaban: celos, orgullo, necesidad de dominación". Y apunta que cualquiera que escuche a las mujeres sabe que hay dinámicas perniciosas "que se repiten más de lo que pensamos".
¿Éxito o fracaso?
La taquilla española nunca ha amado locamente a Nacho Vigalondo. Sin embargo, es un director famosísimo y sus películas, muy populares. Puede que porque en su filmografía haya hecho mucho daño la piratería. "Ocurre algo parecido con las series: las más vistas no son siempre las más comentadas", advierte. "Piensa que NCIS es una de las más vistas incluso en España, ¿y quién habla de ella? No supone ningún impacto cultural, algo por otra parte cada vez más difícil de medir. Para mí, el éxito es tener una producción regular, hacer lo que quiero hacer y con la gente que me rodea, sin estar esclavizado por los datos de taquilla. Yo lo he logrado, no sé cómo".
Pocas veces una película española nace como un pack actor-director, algo mucho más habitual en EE UU. "Así creció Colossal, como un proyecto Anne Hathaway-Vigalondo-Nahikari Ipiña [su socia]. Y todo fue muy rápido. Por ejemplo, Extraterrestre nace durante un hiato, durante la larguísima posproducción de Open Windows. Nos la sacamos de la manga ante la constatación de que Open Windows tardaría en solidificarse. Fue ágil de montar porque era pequeña. Sin embargo, eso no es lo habitual". En Hathaway encontró una profesional, "una actriz que a pesar de su embarazo avanzado se lanzó sin red".
Vigalondo ha construido una carrera variada, repleta de trabajos no solo cinematográficos, muy de su gusto, y que al final dice mucho de sí mismo. "Eso debería decirse de todo buen cine, aunque que el mío lo sea o no, no lo voy a definir yo. ¿Todas mis películas puestas en fila hablan de mí? Eso me enorgullecería, porque lo asocio a los directores que me gustan, como Robert Altman. Si tus películas te retratan, es que estás transmitiendo un grado de verdad". ¿Volvería Vigalondo como Gloria a su pueblo? "Es un álter ego con todas las de la ley. En Madrid me preguntan por una calle e instintivamente respondo que no soy de aquí, cuando llevo viviendo en esta ciudad desde 2001. De esta reflexión sobre si soy de pueblo y de ciudad, nace Colossal". Y la respuesta es... "Me temo que siempre seré de pueblo, aunque Madrid sea mi ciudad favorita del mundo. En esas noches toledanas en las que uno se queda insomne mirando el techo se certifica que sigo siendo de Cabezón de la Sal".
El cineasta reconoce que le gusta entrar a las historias por la puerta de atrás, "como si siguiera pidiendo permiso". El amor durante una invasión en Extraterrestre, la vida a través de las pantallas en Open Windows, la independencia de una chica mientras un monstruo destruye Seúl en Colossal... "A veces parece que no me atrevo a aceptar en lo que me meto. Que tengo que ganarme la entrada en cada territorio. Vuelvo a esas noches toledanas de dudas, porque cada película nace de un sentimiento de autocuestionamiento como persona y director". Y confiesa: "Mis impulsos creativos nacen de estados depresivos, de ahí que todos mis personajes no sean buenos o malos, sino que se mueven en el claroscuro".
En el futuro, Estados Unidos y España. "En ello ando. Hay ideas, estoy escribiendo lentamente un guion... Aunque puede que no sea mi siguiente película porque me llegan propuestas apetecibles desde Los Ángeles, que tampoco son proyectos normales. Estoy ahora mismo barajando varias extravagancias y eso es una suerte".
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