‘Loving’, una historia de amor por encima de la ley
La nueva película de Jeff Nichols describe el drama de la pareja que acabó con la prohibición de los matrimonios interraciales en Estados Unidos
Nunca tuvieron la intención de pasar a la Historia. Con poder casarse y vivir donde querían –deseos que no les fueron permitidos- les valía. Sin embargo, su caso llegó al Tribunal Supremo, que el 12 de junio de 1967 abolió la prohibición del matrimonio interracial que aún regía en parte de los EE UU, entre ellos Virginia, Estado natal y en el que deseaban residir Richard Loving (blanco) y Mildred Jeter (de herencia africana, apache y rappahannock). A ellos, a esa pareja de clase obrera que acabó con todo un entramado legal contra el mestizaje, ha dedicado su última película –Loving, que se estrena en España el viernes que viene y que logrará un puñado de candidaturas a los Oscar- Jeff Nichols (Little Rock, 1978), el cineasta llamado a suceder a los grandes directores clásicos tras títulos como Take Shelter, Mud y Midnight Special.
La otra historia afroamericana de los Estados Unidos
Algunas de las contendientes a los Oscar (las candidaturas se anuncian el próximo martes 24) en esta campaña de premios se alimentan de la historia afroamericana de Estados Unidos, bien en ficción, bien recreando hechos históricos. El próximo viernes, junto a Loving, también se estrena Figuras ocultas, que muestra los esfuerzos de las matemáticas negras que trabajaron haciendo cálculos para la NASA al inicio de la carrera espacial, en los sesenta, cuando en el desarrollo del programa Mercurio no había ordenadores y triunfaban el lápiz, el papel y las pizarras.
El 10 de febrero llega a España Moonlight, una de las favoritas y ganadora del Globo de Oro al mejor drama, que cuenta, a través de tres periodos de su vida, la búsqueda de un joven negro de su lugar en el mundo, mientras lucha contra el opresivo ambiente de un barrio de Miami. Una semana más tarde se estrena El nacimiento de una nación, escrita, dirigida y protagonizada por Nate Parker, sobre la rebelión de Nat Turner, un esclavo ilustrado que se levantó en armas, comandando a un pequeño ejército de 50 hombres en Virginia en 1831. Ese mismo día llega a los cines Jackie, de Pablo Larraín, sobre las horas posteriores al asesinato del presidente JFK -cuya presidencia tanto tuvo que ver con la igualdad de los derechos civiles- y los sentimientos, decisiones y movimientos de su viuda, Jacqueline Kennedy.
Finalmente, el 24 de febrero, dos días antes de la entrega de los Oscar, se estrenará Fences, dirigida y protagonizada por Denzel Washington, que adapta la obra homónima de teatro ganadora del Pulitzer de August Wilson acerca de la vida de una familia negra en el Pittsburgh de los años cincuenta.
Como dice Nichols, "el problema de la falta de historias interracionales en los Oscar no es de la Academia, sino de la industria y en general de la sociedad". A él le ha beneficiado en estos posibles Oscar negros "el timing" en el que empezó su Loving. "Necesitamos más gente distinta contando historias variadas".
En persona, Nichols es tan tímido como el matrimonio Loving, que luchó toda su vida contra la fama que le reportaron su caso y una sesión fotográfica para la revista Life, que publicitó su sencilla vida hogareña en 1966. “Un director debe de sublimarse ante la historia, más aún si es tan notable como la de los Loving. Puede que sea mi película más clásica, porque aúna una historia de amor pura, la lucha por los derechos civiles y el drama de una pareja por lograr, sencillamente, vivir en su pueblo natal”, recuerda el director. “En este caso, hasta la estructura venía dictada por la torturada aventura de los Loving. No hay un clímax como tal, porque ellos conscientemente rehuyeron sus momentos de gloria”.
Los Loving se conocieron cuando él tenía 17 años y ella, 11; Richard era amigo de la familia Jeter y se casaron en el vecino Washington D. C. (donde sí se permitía el matrimonio interracial) al cumplir ella 18 años. Cuando volvieron al pequeño pueblo de Central Point se convirtieron en delincuentes: no solo por estar casados; Mildred estaba embarazada, otro delito más al haber tenido sexo con un blanco. En enero de 1959 fueron condenados por “convivir como hombre y esposa [sic], contra la paz y la dignidad de la comunidad” a un año de cárcel, que se les conmutó si se mudaban y no volvían a Virginia en 25 años.
“Lo increíble vino después. En 1964 hartos de no poder ver a sus familiares, Mildred empieza a pleitear. Su caso llama la atención de abogados voluntarios proderechos civiles, que les representan desde ese entonces, y poco a poco escalan instancias judiciales hasta llegar a la Corte Suprema. Los Loving decidieron no ir a la vista; solo Richard envió un mensaje a través de uno de sus letrados: ‘Amo a mi esposa, y es sencillamente injusto que no pueda vivir con ella en Virginia”, recuerda Nichols. “Así que no hubo gran drama judicial, ni un momento peliculero de ellos llorando en el estrado ni saltos de alegría. Solo una llamada a su casa de los abogados anunciándoles que habían ganado. Como director estás sumergido en una historia poco convencional que rehúye cualquier momento de gloria”.
Nichols se centró en hacer sus “deberes”. “No les podía traicionar. Hablé con algunos familiares -entre ellos su hija-, y me quedó claro que debía de filmar una película silenciosa, calmada, que conmoviera solo desde lo más profundo, que mostrara el paso de la vida, su amor por sus tres hijos. Su matrimonio no fue un acto político, sus existencias no fueron marcadas por momentos de rebeldía social, los Loving ni siquiera tenían un punto de vista ideológico; yo tampoco podía llevar a la pantalla una película política o con mensaje”. Visto con perspectiva, en medio siglo ha habido un salto social impresionante entre el final de aquella prohibición y la presidencia de Barack Obama: “Esa era otra parte fascinante de rodar Loving. Soy sureño, de Arkansas, y me choca que todo aquello ocurriera, en realidad, hace muy pocas décadas”.
Al final de todo este recorrido, a Nichols le quedó claro que tenía que cimentar Loving en dos pilares: “Uno es su historia de amor. El otro, que la sociedad, el Gobierno, no puede legislar sobre sentimientos, emociones. Tras casarse Richard le dijo a Mildred que cuidaría de ella, y sabía que eso no podría ser, y que ella sabía que eso no podría ser. Aun así, lo logró a medias, trabajó con ahínco y ambos siguieron hacia adelante porque se querían. El mundo que les rodeaba constriñó cualquiera de sus decisiones, y ellos siguieron hacia adelante más allá de miedos”.
Richard murió con 41 años cuando en 1975 un conductor borracho se estrelló contra su coche. Mildred falleció en 2008 con 68 años, víctima de una neumonía. De sus tres hijos solo sobrevive la mediana, Peggy. "Ella ha estado siempre cerca del proyecto. Y, como no podía ser menos, es una mujer silenciosa. Poderosa y silenciosa, como sus padres".
Babelia
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