Ante una Europa débil e indefensa
Draghi propone para la seguridad y la defensa de la UE un equivalente a su ‘whatever it takes’ que salvó al euro
Nadie lo reconoce abiertamente, pero todos los gobernantes lo temen, a excepción de los amigos de Putin, que no son pocos, quizás cada vez más. Si gana Trump, si Ucrania se ve obligada a negociar en malas condiciones con Rusia, si Putin se sale con la suya y demuestra la utilidad de la guerra para sus propósitos expansionistas, tres condicionales que fácilmente pueden alinearse en 2025, será muy fácil que Europa carezca de fuerza política, instrumentos y recursos para garantizar, primero, el futuro democrático, europeo y atlántico de Ucrania y luego, a medio y largo plazo, su propia seguridad y su defensa ante la eventualidad de una agresión militar exterior. Y con mayor razón si dedica obsesivamente sus mayores esfuerzos a evitar la llegada de inmigrantes y solicitantes de asilo en vez de concentrarse en la verdadera amenaza geopolítica que constituye la Rusia agresiva y expansiva de Putin.
Para que Europa no salga debilitada e indefensa del actual envite habrá que hacer todo lo que haga falta, whatever it takes, las palabras que usó Mario Draghi como un sortilegio para salvar al euro, ahora válidas también para la actual crisis geopolítica. Fue en mitad de la tormenta financiera y monetaria de hace una década cuando el entonces gobernador del Banco Central Europeo sentó como un dogma la irreversibilidad de la moneda única y consiguió que los mercados le creyeran. Ahora, sin más autoridad que su prestigio y autoridad intelectuales, ha redactado por encargo de la Comisión un documento con el diagnóstico y las recetas para superar la escasa competitividad europea, un nuevo whatever it takes políticamente todavía más relevante.
Es alarmante el horizonte europeo de dependencia y subordinación que se perfila para mitad de siglo, o acaso antes, si la UE no enfrenta rápidamente los retos formulados por Draghi. Primero, reducir el enorme y creciente retraso en competitividad respecto a Estados Unidos y China. Segundo, descarbonizar y digitalizar sin mermar la competitividad. Y tercero, construir una robusta industria militar que asegure la capacidad de defensa y la autonomía estratégica europeas y permita contar con las capacidades productivas exigidas por el regreso de las guerras de grandes dimensiones.
Sin una enérgica actuación, a mitad de siglo la UE perderá su razón de ser, porque no podrá garantizar la democracia, ni por supuesto la paz y la seguridad, y tampoco podrán los países socios por sí solos. La escasez de grandes empresas, la falta de innovación tecnológica y la baja productividad no llevan tan solo al declive económico y a la irrelevancia, sino que constituyen un serio problema para la seguridad, el mantenimiento de la sociedad de bienestar y lo más importante, la sostenibilidad de los sistemas democráticos, el Estado de derecho y de las libertades de los europeos.
Europa está esperando todavía a alguien como Alexander Hamilton, el primer secretario de Estado estadounidense que mutualizó la deuda, creó impuestos federales y el primer banco central, sentando así las bases del federalismo. El momento Hamilton europeo pudo ser la creación de los fondos Next Generation para salir de la recesión provocada por el coronavirus. Pero no lo fue, porque quedó en una operación tasada en el tiempo, hasta 2026, y en la cantidad, 750.000 millones de euros de endeudamiento mutualizado. La ambiciosa propuesta de Draghi es invertir 800.000 millones anuales, equivalentes al 5% del PIB, a partir de un mecanismo de endeudamiento permanente.
Junto al documento de Draghi, la nueva Comisión Europea encontrará sobre la mesa otro estudio, este sobre la reforma del Mercado Único, encargado a Enrico Letta. Ambas propuestas, perfectamente en sintonía, atacan al alimón dos tabúes, uno de derechas y otro de izquierdas: el de los partidarios del rigor económico, alérgicos al endeudamiento europeo mutualizado de los eurobonos, y el de los pacifistas, hostiles a las industrias de defensa y al incremento del gasto militar.
La derechización generalizada y el ascenso de las extremas derechas y del putinismo trabajan a favor de los tabúes y, por tanto, de una Europa en declive y cada vez más débil e indefensa. Cuando la nueva Comisión esté constituida a partir de diciembre se verá si la Unión Europea tiene voluntad y fuerza para el salto a la unión política federal que significaría la simultánea adopción del instrumento financiero de los eurobonos, así como de una Política Económica Exterior y de un Mercado Común de la Defensa y la Seguridad, que llevarían a la europeización de la cadena de suministros estratégicos, también los militares. Esta vez la respuesta a la sentencia de Draghi no la pueden dar los mercados, sino la política. Y a la vista está que los 27 parecen distraídos por otras preocupaciones, como la vigilancia de sus fronteras ante la inmigración y la preservación de las viejas soberanías e identidades nacionales.
Para leer más:
Enrico Letta. 'Mucho más que un mercado'. Abril, 2024. (Versión en inglés)
Mario Draghi. 'El futuro de la competitividad europea'. Septiembre 2024. (Versión en inglés)
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