Bruselas urge a impulsar la industria europea de defensa para rearmarse frente a la amenaza de Rusia
La Comisión insta a los Estados miembros a que en 2030 compren a empresas de la UE al menos la mitad del material militar para sus ejércitos
La UE teme cada vez más que la guerra no se detenga en la frontera con Ucrania y pretende preparar a sus Estados para cualquier contingencia. El alto representante para la Política Exterior y de Seguridad de la UE, Josep Borrell, ha lanzado este martes un mensaje rotundo en la presentación de la estrategia europea para reforzar la industria de defensa frente a la amenaza rusa: “Cuando presentamos la brújula estratégica de la UE [unas semanas después de la invasión rusa], dije que Europa estaba en peligro, ahora todavía lo está más”. Estar listos implica más munición y más armas y, en consecuencia, más capacidad para fabricarlas, más investigación y más inversión en la industria de defensa, vista con recelo hasta hace poco.
En ese contexto de creciente inquietud por la asertividad rusa, la Comisión Europea ha presentado este martes la llamada Estrategia Europea de Defensa, adelantada por EL PAÍS, con Ucrania como uno de los focos principales. Con este país, Europa pretende impulsar las compras conjuntas de material bélico fabricado en Europa y para ello ha puesto deberes a las capitales: en 2030, al menos el 50% de las adquisiciones para sus ejércitos debería estar producido en el bloque comunitario y el 40% de todo lo que compren debería ser material desarrollado entre varios países de la UE, como lo es ahora el avión de combate Eurofighter.
Los responsables políticos de la Comisión que han presentado este martes los planes de Bruselas han tratado de transmitir esa sensación de urgencia. “Tenemos que hacernos cargo de nuestra seguridad”, ha explicado la vicepresidenta del Ejecutivo de la Unión, Margrethe Vestager. Esta es una referencia clara a que los países europeos deben dejar de confiar en que Estados Unidos sea el paraguas que les protegerá de una potencia agresora como Rusia e independizarse de “la dinámica electoral” al otro lado del Atlántico, sobre todo ahora que el republicano Donald Trump amenaza con volver a la Casa Blanca. “El periodo del dividendo de la paz ha pasado”, ha remachado el titular de Mercado Interior, Thierry Breton, recogiendo a su vez una expresión de finales de los ochenta —al final de la Guerra Fría— con la que se abogaba por la reducción del gasto en defensa.
El objetivo que persigue Bruselas es “invertir más y mejor”. La primera parte de este eslogan queda muy clara desde el momento en que los 23 países de la UE (contando a Suecia, que se incorporará formalmente en unos días) que son a la vez miembros de la OTAN se han comprometido a incrementar su presupuesto anual de defensa hasta una cantidad equivalente al 2% del PIB. Según los números facilitados por la Comisión, en 2023 los Estados miembros gastaron 58.000 millones de euros en material militar y si se llegara al objetivo de la Alianza, se alcanzaría la cifra de 143.000 millones. La segunda parte del compromiso adoptado por Bruselas se traduce en coordinar mejor el gasto a través de compras conjuntas, inspiradas en las de las vacunas durante la pandemia, para generar sinergias y asemejarse a un bloque en lugar de contar con 27 partidas de gasto, una por país. La potencialidad de esos números se ve mejor si se contraponen a los 84.000 millones anuales que se deja Rusia en armas o los 250.000 millones de Estados Unidos.
Las compras conjuntas es una de las herramientas que ha puesto sobre la mesa la Comisión. No es la primera vez que lo hace. Ya hace tiempo la UE se marcó el objetivo de que las adquisiciones colectivas llegaran al 35% del gasto en defensa. Por ahora, esa meta queda lejísimos, el 18%.
Viendo esto, parece muy ambicioso el objetivo de que los Estados compren ya en 2030 el 50% del material bélico a la industria europea y cinco años después el 60%. Aunque al mismo tiempo, esta se antoja la mejor forma de impulsar la producción en este sector. Un alto ejecutivo de una de las mayores empresas europeas de armas y munición apuntaba hace un mes, en un encuentro con periodistas, que las empresas, para invertir en aumentar sus capacidades de fabricación, necesitan firmar contratos de compraventa con los gobiernos que les garanticen la rentabilidad. El mismo directivo también se mostraba muy escéptico sobre que fuera la Comisión Europea quien se hiciera cargo de las compras, señalando que este es un asunto neurálgico de la “soberanía de los países”.
Incentivar la capacidad de producción
Lo mismo han advertido Breton y Borrell cuando se les ha preguntado sobre la escasez presupuestaria de la estrategia presentada (1.500 millones). “No se trata de ninguna manera de asumir las prerrogativas de los Estados ni de cambiar los tratados”, justificaba el francés. “No confundamos las cosas”, pedía Borrell, “el comprador seguirá siendo el Estado. Lo que intentamos hacer es incentivar la capacidad de producción. La vocación es encargarnos de la industria de defensa, que es algo crítico”. Las declaraciones de ambos suponen, al mismo tiempo, un rechazo implícito a la propuesta de su jefa, la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, que hace unas semanas, en la Conferencia de Seguridad de Múnich, propuso que en la legislatura próxima haya un comisario de Defensa. Lo que ellos vienen a defender es que haya un responsable de la política para la industria de defensa, papel que en esta legislatura está desempeñando Breton.
La falta de dinero es algo de lo que se ha debatido en los días previos a la presentación de la estrategia. Por ejemplo, Francia, Polonia y Estonia enviaron una carta a la Comisión Europea este lunes reclamando una “financiación adecuada” al sector. “La parte más importante de la estrategia será su plan de aplicación, que debería elaborarse sin demora. Debe estar respaldado por una financiación adecuada, y para ello pedimos a la Comisión que presente opciones de financiación concretas, especialmente para el periodo previo al próximo presupuesto europeo”, apunta el texto.
Para paliar algo esa falta de dinero, la estrategia también plantea excepciones en el IVA, el lanzamiento de proyectos de interés común para la defensa o la adaptación de la política crediticia del Banco Europeo de Inversión (BEI) a “las prioridades políticas de la UE”. Incluso llega a ponerse sobre la mesa la posibilidad de utilizar los activos rusos congelados en la Unión, unos 270.000 millones, para abastecer de material bélico a Ucrania. “Hasta ahora se hablaba de usar este dinero para la reconstrucción de Ucrania; igual es momento de pensar en utilizarlo para evitar su destrucción”, ha señalado el alto representante, muy consciente de las resistencias que encontrará entre varios Estados miembros y las dificultades jurídicas de la propuesta.
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