El problema del PSOE es que comparte Gobierno con quienes no desaprovechan la ocasión para hacer bulla, para disentir públicamente a la menor ocasión, cuando lo que se demanda es más atención a los problemas cotidianos
El problema no es si la política debe abordar o no la prostitución, sino cómo hacerlo. Hay que intentarlo, pero no creo que se consiga su abolición por mero golpe de BOE
A la vista de la esquizofrenia de la política ―la política como espectáculo y la política como gestión―, casi parece como si los liderazgos fueran los fusibles que hay que ir quemando para mantener en marcha el sistema, las víctimas sacrificiales que inmolamos en el altar de la siempre presente discordia pública
Si hay algo positivo en el perfil de Yolanda Díaz es que ya sabe que eso de gobernar es algo más espinoso y complejo de lo que suelen contener las consignas
Mejor le iría a cierta izquierda si de una vez por todas asociara sus tomas de partido a algo diferente de la pesada losa del periclitado modelo soviético y sus epígonos
El morbo mediático que producen estas trifulcas en el Ejecutivo hace que el foco se desvíe de cuestiones centrales en uno de los momentos más complejos políticamente en años
El Gobierno se parece cada vez más al Real Madrid de la Champions. Cuando creemos que lo van a pasar por encima siempre hay alguien que consigue marcar el gol decisivo. O el adversario comete un error garrafal similar al del portero del Chelsea
Está demasiado cercana la perplejidad que nos embargó con el desvelamiento de los trajines de Villarejo como para ahora hacer tabula rasa con el espionaje a los líderes independentistas
A la luz de ‘Los orígenes del totalitarismo’, obra cumbre de la filósofa alemana sobre el nazismo y el estalinismo, el Kremlin refleja inquietantes paralelismos
Las presidenciales francesas han vuelto a constatar algo ya bastante trillado: al final lo que importa es lo nacional, lo propio, lo que tenemos más a mano
La relación del PP con Vox tiene algo de esquizoide y exige mucha alquimia. No puede evitar contemplar a sus apoyos como los de votantes peperos descarriados que hay que atraer de nuevo, como propios y ajenos a la vez
El populismo no surge porque sí. Es la reacción visceral ante toda una serie de problemas sin resolver y la ansiedad provocada por la pérdida de las cómodas distinciones y valores
¿No habíamos quedado en que los mandatos de la ONU eran la medida de nuestra acción exterior; o que decisiones de trascendencia como el acuerdo de España con Marruecos sobre el Sahara debían contar al menos con el beneplácito de la oposición?
La sensación de haber entrado en tiempos distópicos no se había agotado con el coronavirus. Ahora observamos, horrorizados, que el destino nos tenía preparada otra sorpresa aún más siniestra
Cada cual tiene el derecho de suicidarse a su manera, lo malo es cuando nos afecta a todos. Quedarnos sin oposición no es un trago fácil de digerir, menos aún cuando ni siquiera responde a discrepancias ideológicas, sino a la ya aludida codicia de poder
Como decía Chejov, “el amor, la amistad y el respeto no une tanto a la gente como el odio común”. Y este último ingrediente, el odio, no las discrepancias, se ha convertido en el impulso principal que guía casi todos los movimientos políticos de nuestro país
Todas las partículas presentes en la política más local hacen acto de presencia también en su escala más amplia y elevada, sus componentes básicos son los mismos
Aparte de los indiferentes, abundan los ‘hooligans’ partidistas o los fundamentalistas verdes, lo que se echa en falta es un frío acomodo racional de los fines de la sostenibilidad a medios viables y bajo una consideración de los intereses afectados
Un ministro no puede poner al pie de los caballos a todo un sector productivo sin que este se le levante enfurecido. Significa ignorar las bases de eso que se llama “oportunidad política”