Si pensamos en ingredientes claves en gran parte de los platos de la dieta mediterránea, no podemos olvidarnos del ajo. Su sabor y aroma dan ese toque indispensable a recetas tan típicas como las de un refrescante gazpacho o un delicioso y saludable sofrito. Pero el ajo, como contó la experta en nutrición clínica Ángela Quintas a BUENAVIDA, tiene un compuesto azufrado, llamado alicina, que es responsable de su sabor y aroma tan característicos.
Si bien el toque que le da es delicioso a la hora de cocinar, el olor que desprende esa molécula impregna tanto nuestras manos al pelarlo y al cortarlo como en el aliento cuando lo comemos. Igual que existen trucos a la hora de cocinar el ajo que reducen la halitosis, el perfume que deja en nuestras manos también tiene remedio.
En eso consiste una tendencia llamada #GarlicGate, bajo la que distintos usuarios de la plataforma comparten sus peculiares maneras de pelar los ajos sin tocarlos o a una velocidad increíble. Las más habituales: arrancar cada diente con un cuchillo, y la de aplastarlos y menearlos en dos boles hasta que se queden sin piel.
Parecen técnicas sencillas, pero es posible que no lo sean tanto y que al final acabemos optando por aferrar el alimento con las manos y mancillar nuestro cuerpo con las gratificantes máculas de la cocina. Así lo explica Adam Ragusea, un youtuber cuyo canal está dedicado a la cocina en casa, en un vídeo en el que prueba las cinco formas que se han hecho más virales. Su veredicto: la mejor es la clásica de aplastar la cabeza del ajo con la mano e ir sacando diente por diente.
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