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Un huerto de microplantas en un refugio antiaéreo de la Segunda Guerra Mundial

Este arrojado emprendedor británico ha instalado un huerto en un antiguo refugio antiaéreo de la Segunda Guerra Mundial al sur de Londres. En las ciudades, defiende, crecerán los cultivos del futuro

RICHARD BALLARD (Bristol, 1974) está convencido de que las plantas pueden crecer sin la luz del sol y de que la agricultura urbana puede ayudar a contrarrestar la escasez alimentaria. Según la FAO, si no se toman medidas, en 2050 la superficie global de tierra arable disponible por persona será solo una cuarta parte del nivel de 1960. Es necesario apostar por alternativas sostenibles y eso es precisamente lo que hicieron Ballard y su socio, Steven Dring, en 2012. Su empresa, Growing Underground, cultiva verduras de hoja verde para ensaladas y germinados en un refugio antiaéreo de la Segunda Guerra Mundial en el subsuelo de Londres.

Brotes de mostaza.
Brotes de mostaza.manuel vázquez

Ballard creció a las afueras de Bristol y, tras completar la educación secundaria, se tomó un año sabático para viajar por el mundo. Indonesia fue el lugar que le inspiró para fundar su primer negocio. Tomó su vuelo de vuelta a casa desde Yakarta en 1998, apenas tres días después de que el dictador Suharto dimitiese y cuando el país se encontraba envuelto en la crisis financiera asiática que hundió la rupia indonesia. A su regreso a Inglaterra, su nuevo negocio de importación de muebles indonesios para jardines floreció. “Mucha gente me preguntaba por la sostenibilidad de la madera, lo que despertó mi interés. Me convertí en uno de los primeros importadores de madera de Indonesia con certificación sostenible”, explica.

Su primera empresa nació con una crisis financiera y desapareció con otra. En 2008 liquidó su negocio de muebles, se mudó a Londres y se matriculó en la universidad para estudiar cine. Para una de sus asignaturas, Ballard hizo una pelícu­la sobre el “Londres oculto” y así descubrió los túneles que ahora cobijan Growing Underground. “Después hice un proyecto sobre el futuro de la comida que exploraba cómo alimentar y proveer de energía a las generaciones del futuro, con una población que no para de aumentar. Ahí fue cuando me enganché a la agricultura vertical”.

Trabajadora de Growing Underground.
Trabajadora de Growing Underground.manuel vázquez

Tras negociar el alquiler de los túneles con la empresa municipal de transporte de Londres, los fundadores probaron suerte con sus primeros cultivos. “Al principio Steven y yo nos turnábamos para bajar al túnel a ver cómo iban las plantas. No teníamos ni línea telefónica ni luces, así que nos avisábamos antes de bajar y nos decíamos: ‘Si no he salido dentro de una hora, mira a ver qué pasa”, relata.

A 33 metros bajo tierra, en Growing Underground cultivan hasta 20 variedades de plantas: hinojo, cebollino, rúcula…

El ascensor que cada día transporta a los trabajadores de Growing Underground 33 metros bajo tierra, en el distrito de Clapham, es antiguo, todo lo contrario que el centro de operaciones: un futurista huerto hidropónico que suple la falta de suelo agrícola con soluciones minerales disueltas en agua. Los cambiadores dan paso a los túneles donde se encuentran las microplantas, verduras recolectadas en sus primeras fases de crecimiento y muy apreciadas por su intenso sabor, que se cultivan bajo iluminación led rosada, encendida durante 18 horas. En las bandejas crecen hasta 20 variedades diferentes, incluyendo hinojo, cebollino, rúcula, perejil, mostaza, berros y brotes de guisantes. “El mayor reto ha sido conseguir las condiciones perfectas para el cultivo. Aquí bajo tierra funciona porque tenemos una temperatura estable todo el año de unos 15 grados, que solo tenemos que subir a 23-24 durante el día y a 18 de noche. Es más fácil de controlar que los invernaderos, donde las temperaturas serían más extremas”.

Cultivo de cebollino.
Cultivo de cebollino.manuel vázquez

Tras el proceso de germinación, las plantas se trasladan a los túneles de luces led, donde crecen en bandejas que contienen alfombras de sustrato reciclado. El agua, que se limpia y recicla en un 90%, contiene una mezcla de los nutrientes que las plantas necesitan para crecer. “No empleamos pesticidas, gastamos un 70% menos de agua que la agricultura convencional y toda la energía procede de fuentes renovables. Eso es lo que nos diferencia”. Además, sus productos apenas viajan, ya que solo se distribuyen en Londres. De momento, para ser económicamente viable, los alimentos que cultivan tienen un ciclo de crecimiento que no supera los 30 días. “Lo que cambiará las reglas del juego es la energía renovable barata. Por ahora, seguiremos centrados en ensaladas variadas y germinados. Lo siguiente seguramente serán pequeños pepinos, tomates… Pero todo depende del precio de la energía y de la mejora de la eficiencia de las luces led”.

En 2016, tras dos años de pruebas, comenzaron a vender sus productos frescos a restaurantes, y el año pasado consiguieron entrar en el competitivo mundo de los supermercados —están disponibles en cadenas como Marks & Spencer o Whole Foods—. Teniendo muy presente los pronósticos de la ONU, que estiman que en tres décadas el 70% de la población mundial vivirá en ciudades y que, a su vez, la producción de comida deberá aumentar en un 70% para cumplir con la demanda, la ambición de Ballard es acercar la agricultura hidropónica a los entornos urbanos. Y de momento lo está consiguiendo. La producción diaria de Growing Underground oscila entre las 5.000 y las 7.000 cajitas, en su mayoría de 70 gramos de peso. El huerto actual ocupa aproximadamente 500 metros cuadrados, un 20% del espacio disponible, que esperan aprovechar en su totalidad tras la próxima ronda de financiación.

Richar Ballard, retratado en Londres.
Richar Ballard, retratado en Londres.manuel vázquez

Bajo la legislación actual, Growing Underground nunca podrá tener certificación ecológica, ya que, al contrario que en Estados Unidos, en la Unión Europea para recibirla las plantas deben crecer en el suelo. “Pero no me cabe la menor duda de que esa certificación llegará”, precisa Ballard. El británico también cree que los cultivos hidropónicos son parte del futuro de la agricultura, un escenario que él se imagina con huertos verticales alojados en almacenes en las afueras de las ciudades. “Los beneficios son múltiples: esta técnica reduce enormemente el consumo de agua, que es un bien escaso, y también ayuda a combatir la deforestación, pues se necesitará menos tierra para la agricultura”. Hasta entonces, los túneles de Growing Underground están abiertos para visitas de todo aquel que quiera adelantarse al futuro. 

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