Cuando Europa no cerraba sus fronteras a Oriente Próximo
El primer genoma mediterráneo, extraído de una mujer que vivió hace 7.400 años en la actual Barcelona, ilumina la entrada de la agricultura desde Asia
Si hace 8.000 años Europa hubiera cerrado sus fronteras como ahora, los europeos quizá seguirían cazando conejos y recolectando frutos del bosque para alimentarse. Hace 8.000 años, los primeros agricultores, procedentes de Oriente Próximo, atravesaron la actual Turquía y entraron en Europa con un nuevo y revolucionario modo de vida, el propio del Neolítico. Sin fronteras, en una época en la que no hacía falta un Acuerdo de Schengen, la agricultura se extendió con una rapidez sin precedentes, como muestra el primer genoma completo de un agricultor ibérico o, para ser más precisos, de una agricultora.
Hace 7.400 años, una mujer vivió en lo que hoy es la Cova Bonica (Cueva Bonita) del municipio barcelonés de Vallirana. Un diente es todo lo que quedaba de ella y hoy ya no queda nada, o queda todo, según se mire. “Hemos utilizado la mitad del diente para determinar su edad y la otra mitad para secuenciar su ADN, así que ha desaparecido, pero tenemos su genoma”, celebra Carles Lalueza Fox, investigador del CSIC en el Instituto de Biología Evolutiva, en Barcelona.
El diente se ha perdido, sí, pero los científicos pueden leer ahora el manual de instrucciones de la mujer de Cova Bonica. Es el primer genoma antiguo recuperado en el área mediterránea y el primer genoma completo de un agricultor ibérico, según el CSIC.
Gracias a las excavaciones arqueológicas, la comunidad científica ya sabía que la agricultura se expandió por Europa por dos vías: una que recorrió el río Danubio hasta Centroeuropa y otra que siguió la costa del mar Mediterráneo. Esta última vía aparece asociada a una cultura propia, la de la cerámica cardial, decorada con impresiones de conchas de berberecho, como algunos restos hallados en el mismo nivel que la mujer de Cova Bonica. La duda era si las dos vías se correspondían con dos grupos humanos diferentes o si se trataba de una misma población que se dividió hace unos 8.000 años en la región de los Balcanes.
“Claramente es la misma población”, señala Lalueza Fox. El investigador, miembro de un equipo internacional de científicos, publica hoy sus conclusiones en la revista especializada Molecular Biology and Evolution. Los autores han comparado el genoma de Cova Bonica con el genoma de otros restos humanos hallados en la vía centroeuropea, en Hungría y Alemania. Todo apunta a un origen en la población ancestral que llegó con la agricultura desde la actual Turquía.
El ADN de la mujer mediterránea muestra que tenía la piel clara y los ojos oscuros, en contraste con la población de cazadores-recolectores que existía en la península Ibérica antes de la llegada de los agricultores. El mismo equipo científico leyó en 2014 el genoma de un cazador que vivió en una cueva leonesa hace 8.000 años (en un principio se calculó 7.000). Aquel hombre, treintañero, tenía la piel oscura y los ojos azules. Y digería mal el almidón de los cereales. Entre el cazador y la agricultora hay 800 kilómetros y 600 años. Y toda una revolución cultural.
La mujer de Cova Bonica también guardaba una sorpresa sobre el modo de vida de aquellos primeros humanos que aprendieron a domesticar animales y a dominar la agricultura. “Era intolerante a la lactosa. Curiosamente, durante 3.000 años los neolíticos no eran tolerantes a la lactosa. Podrían tomar la leche del ganado en forma de queso”, apunta Lalueza Fox.
El investigador recuerda que las actuales poblaciones europeas están formadas básicamente por la mezcla de tres ingredientes genéticos: “un sustrato cazador, un sustrato neolítico y un sustrato posterior procedente de las estepas de la Edad del Bronce asociado a la expansión de las lenguas indoeuropeas”. Cada europeo es un cóctel en diferentes porcentajes de estos tres ingredientes esenciales. Las actuales poblaciones de la península Ibérica, “sobre todo los vascos”, según Lalueza Fox, derivan principalmente de aquellos primeros agricultores procedentes de Oriente Próximo que hoy se toparían con la frontera de Europa cerrada.
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