Radiografía de los precios en 2018: qué subió y qué bajó en la cesta de la compra
Desde las subidas de la fruta o las patatas a la caída de los teléfonos móviles o el aceite, así se han movido los productos que componen el IPC
Si los tuviera, en los extremos de una tortilla de patatas se contendrían los vaivenes del IPC de este año. Entre los límites que marcan la subida del 12,4% del precio de las patatas y la caída del 14,3% del aceite, se mueven, además del alza 3% de la cebolla o del 1% de las sartenes, la casi totalidad de los 479 productos y servicios que componen la cesta con la que el INE elabora el índice de precios del que dependen tantas cosas, desde la cuantía de las pensiones a los aumentos de los sueldos de los convenios que se liguen al índice.
A falta de los datos del mes de diciembre, que se conocerán a mediados de enero, lo que sigue es un relato, organizado por grupos, de alegrías y penas para la mayoría de los bolsillos, los de quienes compran y los de quienes venden ese medio millar de productos y servicios con los que el INE mide lo que nos gastamos desde que abrimos los ojos hasta que nos acostamos (este año un poco más relajados, pues la ropa de cama ha bajado un 2,9%).
Alimentación y bebidas no alcohólicas. El pasado 8 de junio, la temperatura máxima en Madrid fue de 18,3 grados. Sirva este dato para dar cuenta de un año meteorológicamente atípico, sobre todo por una primavera más fría y lluviosa de lo normal. Y eso en el campo se nota. Es lo que ha pasado con las patatas, que este año acumulan una subida del 12,4%. “El exceso de frío y agua en abril y mayo, que retrasó la siembra en España, y la ola de calor en Europa a principios del verano han dejado una cosecha corta”, resume Alberto Duque, de COAG.
También Andrés Góngora, agricultor de Almería toda su vida, mira, cómo no, al cielo para contar la “temporada muy atípica” que explica la subida de la fruta fresca (10,8%). “La producción ha sido corta, sobre todo a principio de verano. El calor vino con retraso y faltó sandía y melocotón, o uva de mesa”. Y tras el verano, un otoño raro -“tuvimos seis grados en octubre, y ahora en diciembre, 22”, dice-, que afectó a la fruta de pepita (pera y manzana) y cortó el melocotón tardío. Y mira de nuevo al cielo: “Eso de que no haga frío o calor cuando toca es cada vez más habitual, ya no sabemos a qué atenernos”.
Prueba de que nunca llueve a gusto de todos es el aceite. Con la misma primavera de aguas mil, la cosecha olivarera ya se adelantaba abundante, y los precios, por las nubes en 2017, empezaron a bajar a tierra. Hasta una caída acumulada del 14,3% en lo que va de año. Para Góngora, se explica por la buena cosecha y por los controles que hacen que ya no se venda como virgen extra, más caro, lo que no lo es. “Y también que es un producto reclamo y los supermercados lo promocionan mucho”, apunta.
Bebidas alcohólicas y tabaco. La prolongada sequía de 2017 fue lo que dio a esta partida su ganador, el vino, que se encarece este año un 9,9%. “Fue una de las cosechas más cortas de los últimos años”, explica David Palacios, presidente de la Conferencia Española de Consejos Reguladores Vitivinícolas, “en España y en toda Europa”. Subió por tanto el precio del granel y el del resto de categorías. Añade, además, “la asunción colectiva por parte del sector” del reto de aumentar el valor del vino español, en particular de los que tienen denominación de origen que, pese a su calidad, alcanzan precios por debajo de otros competidores. Esa apuesta por el valor “hace que los precios tiendan también al alza”.
Vestido y calzado. Un sector este también muy afectado por la climatología. Sin embargo, este año han sido los complementos (cinturones, bufandas, corbatas, etc.) los que se han llevado la palma de la cesta de la ropa, con una subida del (4,7%). En un año malo para el comercio textil, que augura una caída de ventas del 1,5%, Eduardo Zamácola, presidente de la Asociación del Comercio Textil, Complementos y Piel (Acotex) apunta que los complementos suelen ser compras “de capricho” y son productos más baratos que la ropa en general, así que “sufren menos descuentos y aguantan mejor una subida”.
Las comidas de Navidad, en cifras
Aperitivo. El embutido o el jamón, según el INE, apenas han subido este año un 0,3%, por 1,3% del queso. El marisco lo hace un 0,2%.
Plato principal. El menú se abaratará si nos nos decantamos por el cordero, que ha caído un 2,2%. El pescado, en cambio, ha subido un 0,6%.
Postre. Los dulces navideños, como los polvorones, el turrón o el mazapán, suben hasta noviembre un 0,4%.
Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles. Así denomina el INE a este grupo que incluye casi todos esos gastos que suelen llegar al buzón una vez al mes en forma de factura. El recibo del gas, un 13,3% más caro, y el de los combustibles líquidos, que sube un 21,8%, han sido los que más disgustos han provocado este año. El alza del petróleo, obviamente, está detrás de estas subidas. La buena noticia es que, con el barril a la baja, tienden a aflojar, y desde octubre los precios se han desplomado.
Muebles y artículos para el hogar. El producto más bajista del equipamiento del hogar ha sido este año las alfombras y moquetas, un sector que, a juicio de Eduardo Díaz, presidente de la Unión de Fabricantes de Alfombras y Moquetas, afronta desde hace años la “tormenta perfecta” de la irrupción de productos de China o India, mucho más baratos, y de un cambio de hábitos en los hogares españoles que, sumado a la crisis, les inclina hacia un producto menos duradero y, por ende, menos costoso. Este año, a todo ello se suma, dice, la “prudencia” del consumidor ante las señales de desaceleración. El sector mira al exterior y al segmento profesional (hoteles, etc.) para no perder comba.
Sanidad. Pocas sorpresas en la partida de gastos relacionados con la salud. Subidas muy moderadas de los servicios médicos, hospitalarios y dentales. A la baja, las gafas graduadas y las lentes de contacto (-0,3%). Consecuencia, dicen fuentes de la cadena Alain Afflelou, de la fuerte competencia entre las marcas, con cada vez más puntos de venta y promociones continuas.
Transporte. Como en el caso de los combustibles para calefacción, el gasóleo (9,2%) y gasolina (4,9%) de automoción han cabalgado el año a lomos de un barril de petróleo que solo desde octubre da señales de flaquear. De hecho, ambos productos bajaron en noviembre en términos mensuales y previsiblemente también lo hagan en diciembre, aliviando así las subidas interanuales. No obstante, la OPEP ya ha acordado reducir la producción, la respuesta habitual -no siempre exitosa- a las bajadas de precio.
No han respondido en cambio a los precios de petróleo los billetes de avión, tanto internacionales (-6,7%) como nacionales (-7,5%). “Las compañías no han repercutido las subidas del petróleo y además, han surgido operadores low cost de larga distancia”, explica Rafael Gallego, presidente de la patronal de las agencias de viaje (CEAV).
En un año en el que la venta de coches se ha enfrentado a una nueva regulación de emisiones, al acelerado declive del diésel y a una buena dosis de incertidumbre, los coches nuevos han subido un 1,2%, mientras que el mercado de segunda mano cae un 2,8%.
Comunicaciones. Cada trimestre, los datos de la CNMC de facturación del comercio electrónico se disparan. Y buena parte de ese comercio se mueve en cajas que gestionan empresas de mensajería y paquetería. Este trasiego se ha encarecido un 12,2% hasta noviembre. Desde Correos, lo achacan a una mera “adecuación a costes”, pero añaden que también suben los precios por los servicios añadidos que estas empresas ofrecen a los clientes, tanto a los vendedores como a los compradores: seguimiento del paquete, compromisos de entrega, devolución gratuita…
En el otro lado, los teléfonos móviles bajan un 14,7%. ¿Cómo se explica semejante bajón en un producto del que no podemos prescindir? Para Alfonso Tomás, consejero delegado de PcComponentes, “la irrupción de marcas chinas, con dispositivos con una gran relación calidad-precio” explica la tendencia. “La gama media está ya a un rango de precios muy asequible, entre 200 y 300 euros”, asegura.
Ocio y cultura. A un abismo porcentual se sitúan los libros de no ficción (+3,3%) de las vacaciones en formato todo incluido, que se desploman. Sobre todo los paquetes nacionales (-15,6%), más que los internacionales (-5,5%). La vuelta al mercado de competidores del sol y la playa como Turquía, Egipto o Túnez, con precios muy agresivos, así como la contención de los billetes aéreos, han sido la guinda (negativa) para las vacaciones con pulsera, según el presidente de CEAV.
Enseñanza. Sube ligeramente el precio de todos los niveles educativos. Más la primaria (+2%) y menos la superior (0,1%).
Restaurantes y hoteles. Si bien el formato paquete turístico está de capa caída, el parque hotelero sigue incrementando sus indicadores de rentabilidad. Los precios han subido un 6,9% hasta noviembre, dice el INE. Juan Molás, presidente de la confederación hotelera CEHAT, apunta a las caídas de precios durante la crisis, de hasta el 40% o 50% en algunos casos, para justificar el impulso actual de las tarifas hoteleras en pleno boom turístico. Añade, por otro lado, que los hoteleros han aprovechado el tirón para reposicionar la oferta, con hoteles más selectos y caros. “El sector ha invertido 4.000 millones en reformas en los últimos años”, señala.
Otros. Ni los aparatos eléctricos para el cuidado personal, ni los servicios funerarios, ni la joyería. En el apartado más heterogéneo de cuantos maneja el INE, la subida más importante es la de las tasas administrativas, un 12,2%. Dicen desde Hacienda que buena parte se explica por la subida de las tasas del DNI (9%) y del pasaporte (15,3%). Por si alguno se anima a denunciar alguna subida que considere abusiva, certifica el Ministerio de Justicia que las tasas judiciales no se han tocado.
Las idas y venidas del precio de la electricidad
Más que a la corriente continua, una gráfica del precio de la electricidad este año se parecería más a un esquema de la corriente alterna, con ondulaciones arriba y abajo sobre un eje horizontal.
Pese a que comenzó al año a la baja, se habló mucho de los precios de la luz al final de verano, cuando alcanzaron máximos anuales. La falta de lluvia y viento, el petróleo al alza y los disparados derechos de emisión de CO2 se citaron como causas de que en agosto y, sobre todo, en septiembre el precio del megavatio en el mercado mayorista alcanzase las cotas máximas anuales, muy por encima de los niveles de un año antes.
De hecho, el Gobierno de Pedro Sánchez, recién instalado, se vio obligado a tomar medidas. Aprobó en octubre nuevas ayudas a los consumidores (el decreto amplió los posibles beneficiarios del bono social eléctrico y prohibió cortar la luz a los hogares donde resida un menor de 16 años) y eliminó el impuesto de generación eléctrica, que gravaba con un 7% la producción eléctrica, renunciando a los 1.000 millones que aportaba a las arcas públicas. También suprimió, durante seis meses, el impuesto de hidrocarburos que se aplica en la generación de gas, conocido como "céntimo verde.
La llegada del otoño trajo consigo la caída del precio del petróleo y también de los precios de la electricidad. La tasa interanual del 13,7% que marcó en septiembre se transformó en un 3,8% en octubre. Subía aún en términos anuales, sí, y no marcaba las tasas de descenso de comienzos del año (-13%), pero la alarma se apagó. De hecho, a la bajada mensual de octubre siguió otra en noviembre, para cerrar los 11 primeros meses (a falta de conocer el dato de diciembre), sin variación respecto a enero, en el 0,0%, descansando justo sobre el eje horizontal.
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