El turismo en España se prepara para un buen verano pero sin cifras récord
La recuperación de destino como Túnez o Turquía y el mal tiempo auguran una cierta ralentización
La meteorología parece negarlo, pero el sector turístico español está a las puertas de su temporada alta. Tras haber batido el año pasado todos los récords, con casi 82 millones de turistas extranjeros —38,2 de ellos entre junio y septiembre— el sector espera de nuevo un gran verano, pero se prepara para cifras menos espectaculares que las de 2017. Si se superan, será por poco e incluso hay quien pronostica ligeras caídas. La demanda extranjera se resiente ante la recuperación de destinos como Grecia, Turquía, Egipto o Túnez y la española, que no termina de repuntar en lo que va de año, no bastará para compensar.
El Banco de España, en su informe anual publicado hace dos semanas, ya daba cuenta de algunos de los fenómenos con los que tendría que lidiar el sector turístico español en el futuro inmediato. “A partir del tramo final de 2017” ya observaba “un cierto debilitamiento de las exportaciones turísticas”, que vinculaba con los atentados en Barcelona y Cambrils, la “incertidumbre” en Cataluña por el proceso soberanista y “la incipiente recuperación de destinos competidores del arco mediterráneo” (Turquía, Egipto, Grecia y Túnez). Esto último, junto con la fortaleza del euro y el encarecimiento del petróleo llevaba al supervisor a augurar un “crecimiento más moderado” del sector turístico en 2018.
Esa ralentización del crecimiento ya se está produciendo. En los cuatro primeros meses de 2018, han llegado a España 20,5 millones de turistas extranjeros, un 2,3% más que el año pasado. Hace 12 meses, la tasa de crecimiento era del 11,7%. En este periodo, además, el tiempo no ha acompañado, con frío y mucha lluvia. A 40 de mayo, se impone en casi toda España la gabardina, a diferencia del año pasado, cuando una ola de calor obligó incluso a tomar medidas a muchos colegios.
“Creo que en el mercado extranjero no vamos a alcanzar las cifras del año pasado. En la temporada alta, será similar, pero en la media (junio y septiembre) estaremos por debajo”, augura Ramón Estalella, secretario general de la Confederación Española de Hoteles y alojamientos Turísticos (CEHAT). El diagnóstico de Rafael Gallego, presidente de la patronal de las agencias de viaje CEAV, es parecido: “En demanda extranjera no llegaremos a las cifras del año pasado”. Si no se superan los 38,2 millones de llegadas de extranjeros en verano, sería el primer verano sin récord desde 2011.
Pese al tiempo, los consultados coinciden en que la recuperación de Turquía, Egipto, Grecia y, algo más lentamente, Túnez, lastrados en los últimos años por problemas de seguridad e inestabilidad política, es el factor fundamental que explicará la ralentización —o caída— de la afluencia de turistas extranjeros a España, porque, además, compiten sobre todo en el segmento vacacional. “Somos más pescando en la misma charca”, apunta Estalella. Y estos destinos echan el cebo del precio. “En la costa turca han tirado los precios y este verano ya están llenos”, abunda José Luis Zoreda, vicepresidente del lobby turístico Exceltur, que agrupa a varias de las empresas españolas más grandes del sector.
Canarias, Baleares o la Costa del Sol serán los destinos que más acusen la vuelta de estos turistas prestados a esos destinos, con caídas de hasta el 15%, según Gallego. “En alguna de estas zonas, los españoles están encontrando hueco que el año pasado no tenían”, afirma Estalella, de CEHAT. En la misma línea apuntan las agencias de viaje: “Ese hueco será cubierto por la demanda nacional si los hoteleros se adaptan a la situación nacional”, sostiene Gallego. Es decir, si ajustan precios.
Sin embargo, no todos ven adecuado sucumbir a la tentación de bajar precios, o no para todos. “La clave es identificar qué segmento de la demanda” es el que está volviendo a los destinos que compiten con España “y si esa pérdida es asumible o de interés para el sector hotelero español”, explica Javier Serrano, de la consultora hotelera STR. “Probablemente”, continúa, “sea un segmento muy sensible al precio y ya no sea una demanda atractiva” para aquellos destinos que hayan hecho sus deberes estos últimos años y se hayan reposicionado. Por el contrario, completa el razonamiento Zoreda, aquellos destinos “indiferenciados”, de escasa calidd y que dependen de turoperadores sí sufrirán una mayor presión sobre sus precios, “estarán temerosos de no llenar si no lo bajan”.
“La temporada veraniega va a ser similar a la del año pasado, y si es un poco menos, no pasa nada”, afirma Zoreda, porque ante la saturación de algunos destinos, que han ocasionado casos de turismofobia, lo importante es mirar al gasto. “Se ralentiza la afluencia o las pernoctaciones, pero crece el gasto medio por turista”, afirma, por el crecimiento de la llegada de estadounidenses, rusos o chinos, más rumbosos, en detrimento de los europeos. En abril, lo hizo un 4,3%, hasta 145 euros por persona y día. “Si se consolida esta tendencia, bingo. Vamos por el buen camino”, sentencia. “Lo importante no es que a otros les vaya mal, sino que sigamos atrayendo a un segmento de demanda acorde a nuestra oferta al que podamos fidelizar” y para ello hay que “apostar por la calidad”, concluye Serrano.
Los españoles viajan más
La demanda extranjera flojea, pero la recuperación estimula la española. Más hacia el exterior que hacia casa. El turismo interior “comenzó muy bien en enero y febrero, pero se ha ralentizado después”, sostiene José Luis Zoreda, y las pernoctaciones de españoles en hoteles han caído un 0,9% hasta abril. En cambio, “la larga distancia se anima”, asegura Rafael Gallego, de CEAV, “por la sensación de salida de la crisis y la mejora de la conectividad”. Añade que las estancias se alargan: a 12-15 días en larga distancia frente a los 10 días de la crisis. Y gastan más: en el primer trimestre, los españoles han gastado fuera 4.098 millones, un 13,3% más que en 2017, según el Banco de España.
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