Tasca: cocina sin fuego, vinos naturales y la vida a otro ritmo en el corazón de Cabo de Gata
Esta taberna andaluza actualizada sirve platos de elaboración sencilla, conservas y escabeches en una pequeña aldea de Níjar a pocos minutos del mar

Un pueblo andaluz. Salitre del mar flotando en el ambiente. Sol radiante. Y sobre la mesa una copa de vino, conservas, una tabla de quesos y mejillones en escabeche. A veces el lujo procede de la sencillez, de encontrar sitios donde todo transcurre a otro ritmo. Es lo que sucede en Tasca, singular taberna ubicada en Las Hortichuelas, barriada rodeada de campo en Níjar (Almería, 31.816 habitantes), en pleno corazón del parque natural Cabo de Gata y a pocos minutos del mar. Abrió las pasadas navidades y se ha convertido, con rapidez, en una referencia para sentarse a dejar pasar el tiempo, absorber las energías del desierto y saborear un puñado de buenos productos. Todo salen de una cocina donde no se utiliza el fuego y solo hay un electrodoméstico: una sandwichera para preparar un delicioso bikini mallorquín.
Tasca ha nacido de la reforma de una pequeña vivienda de una planta que llamó la atención del gaditano Gustavo Duarte, de 48 años. Nacido en Algeciras, vive desde hace tiempo a caballo entre Barcelona y Rodalquilar, otra deliciosa aldea nijareña que le cautivó desde sus primeras visitas al camping de Los Escullos. A finales de 2023 vio el inmueble a la venta y decidió adquirirlo con la idea de convertirla en su casa, pero soñó tan alto que la economía no le daba. Decidió, entonces, sacarle rentabilidad. E ideó un proyecto que aunaba todo su bagaje personal. Primero, su profesión como interiorista en restaurantes, hoteles y viviendas unifamiliares de la Costa del Sol y el litoral de Cádiz. Segundo, su dedicación al arte, a la pintura y las artesanías. Y, tercero, la experiencia acumulada durante los tres años que regentó el restaurante Marengo, en Vejer de la Frontera (Cádiz). Pidió ayuda a su amiga Lola Muñoz, arquitecta, “para intervenir lo mínimo y sacar el máximo rendimiento” del lugar, señala. Tras unos meses de obras, en diciembre pasado colocó un letrero de letras rojas que destacan sobre la fachada encalada. Y el día 21 abrió las puertas.
Lo hizo con una terraza con cinco mesas y un aforo de 20 personas en la que sabes cuándo te sientas, pero no cuándo te levantas. El exterior lo es todo, luminoso, resplandeciente. Pero también hay un breve espacio interior sobrio, austero y diáfano que ejercerá de galería de arte con exposiciones periódicas. El salón principal es, en realidad, parte de la cocina. Es humilde y además de los básicos —como un fregadero y unas cuantas ollas— apenas cuenta con una larga mesa de metal, una sandwichera y un soplete para dar un toque final a algunos platos. Aquí la filosofía es cocinar sin fuego, con recetas pensadas para ser servidas en frío o templadas. “En algunos casos hay una pequeña producción, pero la mayoría de lo que hacemos tira de sencillez”, destaca el restaurador.
De la gamba roja al ‘bikini’ mallorquín
Esa simplicidad pasa por producto fresco del entorno, como unas gambas rojas de Garrucha, que sirven para elaborar una ensalada de patata (16 euros). O los mejillones de temporada que preparan en un escabeche casero (15 euros). También la sobrasada de porc negre que, junto a queso gaditano y mantequilla de cabra, completan el sándwich bikini mallorquín (10 euros). Se sirve en pan de masa madre procedente de Benalúa (Granada) y acompañado de encurtidos como el hinojo marino. Más allá, la carta es flexible. Se mueve con las estaciones y cuenta con un máximo de diez platos. Ahí entran unas conservas de Santoña, como las anchoas de La Machina (12 euros) o las láminas de bonito que se acompañan de pimientos asados elaborados en El Bierzo (15 euros).
Hay, además, embutidos artesanales —la sobrasada adquirida en La botifarrería de Santa María (Barcelona) sirve de aperitivo de la casa— o una tabla de quesos (18 euros) formada por alguna pieza procedente de la denominación de origen Picón Bejes-Tresviso (Cantabria) y también propuestas artesanas de leche cruda de cabra murciano-granadina de la quesería Puerto Carrillo, en Benaocaz (Cádiz). “La idea es siempre trabajar con productores pequeños”, añade Duarte, que también libra una batalla contra el plástico. “La meta es conseguir cero residuos. Y que nada de lo que sirvamos tenga conservantes químicos ni otras vainas”, subraya.
Por eso la estantería metálica que hay a la vista en un lateral de la escueta cocina está repleta de botellas de vinos naturales, que suponen más del 90% de los que ofrecen. Entre ellos hay tintos de bodegas La Senda (El Bierzo) o un exquisito espumoso a base de uva palomino fino en Sanlúcar de Barrameda por la bodega En Movimiento. Y varias propuestas de las bodegas portuguesas Tubarâo y Ciclo o vinos franceses como Jaja, de Les deux terres. “Nos gustan todas las referencias que ya tenemos y las que se van incorporando. Queremos llegar a tener unas cien”, señala Duarte, que relata que más allá de algún vermú o mosto que pueda servirse de manera temporal, la única alternativa al vino es agua filtrada. “No servimos ni cerveza ni refrescos”, avisa a navegantes.
Tras su apertura durante 15 días a lo largo de las fiestas navideñas, Tasca se tomó unas semanas de descanso y reflexión que culminaron el pasado 28 de febrero, Día de Andalucía, cuando volvió a levantar su persiana. Mantendrá la actividad todos los fines de semana de marzo y en Semana Santa lo hará a diario. A partir de ahí, la idea es ir ampliando horarios de cara al verano, siempre de mediodía hasta la tarde. Eso sí, en temporada estival prevén cambiar y abrir más hacia la tarde noche hasta el cierre para evitar las horas centrales de calor. No hay que olvidar que este es un oasis en pleno desierto de Almería.
Tasca
- Dirección: Bretones, 2. El Estanco, Hortichuelas Bajas, Níjar.
- Horario: Marzo: viernes, sábados y domingos de primavera de 13:00 a 18:00 horas. A partir de Semana Santa los horarios cambiarán.
- Precio medio: 30-35 euros por persona.
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