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IDEAS | ENSAYOS DE PERSUASIÓN
Columna
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Os habéis quedado sin excusas

El Green New Deal supondría la movilización de esfuerzos similar a la de la II Guerra Mundial

Joaquín Estefanía
Ocasio- Cortez, en un mitin en Nueva York el pasado 19 de enero.
Ocasio- Cortez, en un mitin en Nueva York el pasado 19 de enero.Ira L. Black (Corbis via Getty Images)

La igualdad de género y la lucha contra el cambio climático son dos de las conquistas transversales más importantes en el mundo en el primer cuarto del siglo XXI. Una cuestión significativa es averiguar por qué España, que se ha constituido en la vanguardia de las movilizaciones feministas globales, con una sensibilidad mayoritaria muy nítida, ha estado hasta ahora (cuando empiezan a dar señales de vida los ciudadanos nacidos en el siglo XXI) mucho más retrasada en las movilizaciones contra la descarbonización de la economía y contra las emisiones de gases de efecto invernadero, que afectan a la calidad de vida del planeta.

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Es evidente que la formación política que representa ad hoc al movimiento de los verdes (Equo) no ha conseguido la centralidad que los ecologistas tienen en otros países (por ejemplo, Alemania). Sólo en los últimos tiempos, las políticas públicas diseñadas para combatir con urgencia el cambio climático y preparar la transición energética (el plan nacional de energía y clima, impulsado por la ministra socialista Teresa Ribera, que tuvo sus precedentes con Cristina Narbona) han ocupado el lugar que les corresponde en la práctica política y en la opinión pública. Este plan, que decayó con el adelanto electoral, figurará en el frontispicio del programa electoral del PSOE, así como Podemos incorpora en el suyo un horizonte verde muy desarrollado y sugerente.

Como casi siempre, de EE UU llegan ideas que prenden inmediatamente en otras partes. La joven congresista demócrata Alexandria Ocasio-Cortez ha lanzado mediáticamente un plan que estaba en las sentinas de algunos científicos sociales: el Green New Deal (GND), un nuevo trato verde, un contrato social centrado en la energía y en el clima que adquiere las reminiscencias —y algunas de las características— del new deal de Roosevelt, que sacó a su país de la Gran Depresión de los años treinta del siglo pasado. El GND pretende reducir a cero las emisiones de gases de efecto invernadero y un cambio en el modelo productivo que dependería al 100% de las energías renovables al final de su recorrido. El GND de Ocasio pretende aprovechar el gigantesco esfuerzo que habría de instrumentarse (que supondría una movilización de recursos similar a la que desarrolló EE UU durante la II Guerra Mundial) para cambiar definitivamente la tendencia del cambio climático, entrar en la senda del crecimiento sostenible y, no menos importante, reducir las desigualdades en la distribución de la renta y la riqueza. La iniciativa sobre este nuevo acuerdo verde tiene enemigos muy importantes, comenzando por Trump, uno de los mayores negacionistas del cambio climático, que sacó a su país del Acuerdo de París en una de sus primeras acciones nada más llegar a la Casa Blanca. Y la acción de poderosísimos lobbies energéticos, que financian las campañas que niegan el cambio climático (suelen ser los mismos que desprecian la desigualdad) y que están incrustados no sólo en las filas republicanas, sino entre los propios demócratas.

Ocasio ha encontrado una aliada importante en la sueca Greta Thunberg, identificada con el movimiento de resistencia de los jóvenes europeos al cambio climático, que ha convocado las huelgas de “los viernes por el futuro” y que acusan de inactividad e incompetencia a los políticos de las generaciones anteriores bajo el eslogan de “Os habéis quedado sin excusas”. Otro aliado objetivo es el informe de las Naciones Unidas Perspectivas del medio ambiente mundial, recientemente publicado, que llega a la conclusión central de que la concatenación de causas ambientales con un mismo efecto devastador lleva a la destrucción del ecosistema.

El Green New Deal de Ocasio, la revuelta de Thunberg, el plan energético de Ribera, el horizonte verde de Podemos y tantos otros estudios elaborados desde hace mucho tiempo entre la anomia mediática inciden en que la acción política habrá de ser complementada por una nueva forma cotidiana de vivir de la ciudadanía. Habrá vencedores y perdedores y, por tanto, no será una transición pacífica. Alguien lo ha descrito del siguiente modo: lo ecológicamente obligatorio ha sido políticamente imposible hasta ahora. ¿Cambiará la tendencia?

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