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De Golfo de México a Golfo de América: Trump renombra el mapa, aunque con improbables consecuencias internacionales

La orden ejecutiva solo tendrá efecto a nivel nacional y es difícil que los organismos internacionales competentes en la materia acepten la propuesta

Toma de posesion Trump
Nicholas Dale Leal

En el mar de decretos firmados por Donald Trump como nuevo presidente de Estados Unidos en su primer día de su segundo mandato, hay uno que pretende renombrar las aguas que bañan el sureste del país. Cuando Trump lo propuso hace unas semanas sin haber hecho nunca un amague al respecto, el mundo reaccionó atónito. Ahora, después de jurar en el Capitolio en Washington y tomar posesión del cargo de presidente una vez más, el republicano ha hecho realidad su sorpresiva propuesta: por orden ejecutiva, el Golfo de México pasará a llamarse Golfo de América.

Ha sido uno de los últimos puntos agregados a su agenda política, junto con varios otros terremotos geopolíticos como el deseo de comprar Groenlandia, un territorio autónomo de Dinamarca; agregar Canadá como 51° Estado o retomar el control del canal de Panamá. “Estados Unidos va a reclamar su lugar como la nación más grande, más poderosa, más respetada del mundo, inspirando la admiración de todo el mundo. En poco tiempo vamos a cambiar el nombre del Golfo de México a Golfo de América”, anunció en su discurso inaugural este lunes, causando una cascada de aplausos y vítores. En esas mismas palabras, indicó que también recuperaría el nombre del expresidente de finales del siglo XIX William McKinley para volver a nombrar la montaña Denali, en Alaska, como Monte McKinley, como se llamaba hasta el 2015.

El cambio de nombre del golfo no es un homenaje al continente, sino una referencia a los Estados Unidos de América, que en inglés suele ser llamado simplemente América. Y tampoco tendrá un impacto internacional previsible. Los presidentes de Estados Unidos tienen la autoridad de renombrar regiones geográficas a través de una orden ejecutiva que así lo indique, y es la Junta de Nombres Geográficos de Estados Unidos quien debe implementar el cambio, pero su jurisdicción es únicamente nacional.

El nombre del Golfo de México, como el de otros cuerpos de agua, está regulado por el derecho internacional y dos entidades en particular: la Organización Hidrográfica Internacional (OHI) — cuyo propósito es que las cartas y documentos náuticos sean uniformes y cuenta con 100 miembros, incluidos México, Cuba y Estados Unidos, los países que controlan las aguas del golfo— y el Grupo de Expertos en Nombres Geográficos de Naciones Unidas —el órgano colegiado que tiene la competencia de discutir problemas relacionados con la estandarización de los nombres—. Estos son los organismos que, por ejemplo, desde hace años median en el conflicto sobre el nombre del mar que separa a Japón de la península coreana que algunos llaman Mar de Japón y otros Mar del Este.

Ahora, incluso si estos organismos aceptan debatir la propuesta de Trump, es improbable que acepten sus argumentos por razones históricas y legales. El golfo ha llevado su nombre desde 1540, cuando también era llamado Seno Mexicano o golfo de la Nueva España, y actualmente 829.000 metros cuadrados del golfo de México son zona económica exclusiva mexicana, mientras que Estados Unidos cuenta con 662.000; aunque ambos países comparten acuerdos sobre los límites del territorio marítimo, tanto para la navegación como para las actividades económicas. De hecho, alrededor de la mitad de la capacidad de refinado de petróleo y procesamiento de gas natural de Estados Unidos se encuentra a lo largo del Golfo de México, según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, y las aguas del golfo también abastecen alrededor del 40% del marisco del país, según el Fondo de Defensa Medioambiental.

Por estas razones, la primera respuesta de México a la sugerencia del cambio de nombre fue irónica. Al día siguiente de cuando el ahora presidente Trump mencionó por primera vez su idea, el pasado 7 de enero, la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum proyectó en su rueda de prensa mañanera un mapa de 1607 que muestra el territorio del norte de México y de parte de Estados Unidos mezclados. “¿Por qué no le llamamos ‘América mexicana’? Se oye bonito, ¿no? Desde 1607, la Constitución de Apatzingán era de América mexicana. Entonces, vamos a llamarle así”.

El cambio de nombre del golfo se enmarca en el conjunto de amenazas que Trump ha lanzado en contra de México. Ha acusado a su vecino al sur de estar “esencialmente” controlado por los cárteles de la droga, los cuales ha anunciado que se designarán como organizaciones terroristas, y ha reiterado su amenaza de imponerle aranceles si el Gobierno de Sheinbaum no consigue detener de manera radical el tráfico de fentanilo hacia Estados Unidos.

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Sobre la firma

Nicholas Dale Leal
Periodista colombo-británico en EL PAÍS América desde 2022. Máster de periodismo por la Escuela UAM-EL PAÍS, donde cubrió la información de Madrid y Deportes. Tras pasar por la Redacción de Colombia y formar parte del equipo que produce la versión en inglés, es editor y redactor fundador de EL PAÍS US, la edición del diario para Estados Unidos.
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