Los tres tipos principales de procesos por los que pueden pasar las frutas antes de su venta son la congelación, la deshidratación y la conservación en almíbar.
En el caso de las congeladas, su único inconveniente es la dificultad que puede haber para encontrarlas, a diferencia de otros vegetales. Pero, como ocurre con las verduras y otros alimentos congelados, no hay ningún inconveniente al comerlas. De hecho, como se recolectan en el punto óptimo de maduración, aclara la química experta en nutrición clínica, Ángela Quintas, "mantienen sin problema sus propiedades".
Las deshidratadas, por su parte, "pierden su contenido en agua y concentran su contenido en azúcares", aclara Quintas. Aunque no por esto hay que descartarlas: "Son interesantes para personas con altos requerimientos calóricos, como deportistas que tengan que correr una maratón o hacer deporte en alta montaña".
La peor manipulación es el almibarado, aclara la experta, porque consiste en hervirlas y echarles azúcar. Por tanto, pierden fibra y la fructosa original. "También disminuye su contenido en micronutrientes como el potasio, la vitamina C y los carotenos".