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Remedios de la abuela que avala el médico (segunda parte)

Por peregrinos que parezcan (¿jengibre para las náuseas?), algunos métodos que empleaban nuestros ancestros para aplacar determinados males tienen hoy el visto bueno de la ciencia

Las abuelas tienen solución para casi todo. Crecieron sin una farmacia prácticamente a la vuelta de cada esquina (aunque tampoco existía el arsenal de medicamentos de hoy en día) y debían buscar alivio a los males cotidianos con lo que tenían a mano. La eficacia de muchos de estos remedios está respaldada científicamente. El doctor Francisco Marín, del grupo de Fitoterapia de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen), explica la ciencia que hay detrás de las recetas clásicas de nuestros mayores.

1. Ajos para el corazón: Cocidos o crudos, el ajo es una de las drogas vegetales más eficaces para la prevención cardiovascular, según el aval de ESCOP (la Sociedad Europea para la Cooperación en Fitoterapia) y la Agencia Europea del Medicamento (EMA): tiene efectos beneficiosos sobre el perfil lipídico (colesterol bueno, malo y total), la hipertensión arterial (leve o moderada) y previene embolias arteriales (y con ello, infartos e ictus). El ajo también se ha mostrado realmente útil en los resfriados e infecciones respiratorias.

2. Limón contra el dolor de estómago: Un estudio del Centro Alemán para la Investigación del Cáncer ha demostrado que el jugo de los cítricos reduce la infección causada por los virus que afectan al aparato digestivo (norovirus). Otro remedio para el estómago menos popular es el jengibre: su efecto antiemético (previene los vómitos) cuenta con el respaldo de la EMA y la ESCOP. “No sólo está recomendado para el mareo del viajero, también para los vómitos de la quimioterapia y de la embarazada”, indica Marín.

3. Clavo (aromático) para dolor de dientes: “Hay que aplicar dos gotas de aceite de clavo directamente sobre la zona dolorida o instiladas en un hisopo de algodón y aplicadas sobre la región dolorosa”, describe. Con ello se consigue un efecto anestésico local, que se mantiene durante dos o tres horas y permite, por ejemplo, comer sin dolor. El remedio es tan efectivo como económico, pero a cambio de muy mal sabor, un inconvenientes que se tolera “por el resultado, que es poco menos que milagroso”, enfatiza el facultativo.

4. Mostaza contra las infecciones respiratorias: La Comisión E del gobierno alemán concede evidencia científica a las cataplasmas a base de compresas con semillas trituradas o harina de la planta de la mostaza (Brassica sp.) para las afecciones de las vías respiratorias y para las inflamaciones osteoarticulares crónicas. Según describe Marín, las cataplasmas deben de aplicarse sobre el cuerpo durante 15 minutos en los adultos y entre 5 y 10 minutos en los niños. El problema llega cuando cada cuál quiere hacer su propia receta: “De ahí a afirmar que la mostaza del perrito caliente va bien para los resfriados, evidentemente, media un abismo”.

5. Hojas de alfalfa y zumo de naranja para la anemia: Nada tan sencillo como mezclar una fuente contrastada de hierro (alfalfa), con otra fuente rica en vitamina C que potencia la absorción de hierro. Se trata de un remedio natural, mejor tolerado que el hierro oral que se vende en las farmacias. Sin embargo, la propuesta está contraindicada en personas con enfermedades autoinmunes (esclerosis múltiple, lupus) y en los trasplantados o que estén bajo tratamiento para prevenir el rechazo debido a que “la alfalfa junto con la naranja aumentan la inmunidad de los que las consumen”.

6. Vahos de eucalipto para la congestión nasal y de pecho: Aspirar el vaho que emana de una cacerola con agua hirviente y hojas de eucaliptos es una imagen del pasado (ahora se utilizan humidificadores con unas gotas de aceite de eucalipto). Su eficacia es reconocida por todas las autoridades sanitarias: EMA y la Comisión E aprueban la utilidad de los preparados a base de hoja de eucalipto para el tratamiento de la tos asociada a catarros de vías altas (garganta y nariz), y ESCOP comparte las recomendaciones del aceite esencial de eucalipto para las infecciones de garganta y nariz.

7. Menta contra la halitosis: Que la menta contrarresta el mal aliento lo recomienda hasta Asno, el burro parlante amigo de Shrek. El olor característico de la menta se debe a su contenido en aceite esencial que es rico en mentol (entre un 45 y un 55%) y de aquí su probable acción antihalitosis. Sin embargo, “si nos ceñimos a lo que dice la evidencia científica, es la propia EMA quien otorga a las hojas de la menta (Menta piperita L.) una acción antiespasmódica digestiva (es decir, preventiva de cólicos, gases y flatulencias)”, explica Francisco Marín. La EMA también adjudica al aceite esencial de menta “eficacia real en el tratamiento de la cefalea tensional, cuando este aceite esencial se aplica de forma tópica a la dosis correcta”. Con todo, el facultativo advierte: “Nunca utilice el aceite esencial sin la supervisión de un entendido en la materia”.

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