_
_
_
_
LA IMAGEN
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Un disgusto. O dos

Hay palabras que se pasan de moda: explotación laboral, colonialismo, imperialismo… Pero siguen provocando situaciones que elevan la irritación

Juan José Millás

Hablar de explotación laboral puede costarte aún el calificativo de paleomarxista. Con el acento en la primera parte del término. Antiguo, vamos, viejuno, carca, fuera de órbita. Porque lo guay es el capitalismo sangriento, el liberalismo económico, la economía financiera. Lo guay, lo cool, lo fresco, como se llame en este instante, es que se derrumbe en Bangladesh un complejo textil defectuoso y que se lleve por delante a 500 o 600 personas sin que se abra un sumario en ningún sitio. Si se te ocurre decir en una cena que nuestros pantalones vaqueros, nuestras camisas de colores, nuestros zapatos deportivos están manchados de sangre, o que los multimillonarios que aparecen en las revistas como ejemplo para la juventud emprendedora han amasado su fortuna con la piel y los huesos de miles de niños y de niñas que se dejan la vida por un euro al mes, te tacharán de aguafiestas, como si lo que estuviéramos viviendo usted y yo ahora mismo en esta parte del mundo fuera una celebración y no un funeral.

Pero a lo que íbamos, que ya no nos queda sitio, es que hay palabras que se apartan de la circulación sin que la realidad a la que nombran haya cambiado un ápice, signifique lo que signifique ápice. Tal y como demuestra la última aventura europea de Evo Morales, a quien vemos en la foto saludando al respetable, jamás el colonialismo y el imperialismo, términos absolutamente démodés, se atrevieron a tanto. ¿Cómo se explica esta disfunción continua entre las palabras y las cosas? Con muchas dificultades, claro, pues su mera denuncia puede costarle a uno un disgusto. O dos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_