A lo largo de esta semana del feroz invierno, me he convertido en un hipocondríaco de las tuberías
Cuando viene gente a casa, nos comunicamos en el lenguaje, no a través de él. El lenguaje siempre está ahí, envolviéndonos, incluso si permanecemos en silencio
Necesitamos lo que no necesitamos con urgencia, ahora, en este mismo instante. ¿Y lo esencial? A lo esencial hemos renunciado
Cualquiera que tenga dos ojos ve por dónde se rompe y se desangra España cada lunes. Y no es por donde nos lo dicen o nos lo dejan de decir, qué va
Los seres humanos somos buscadores incansables de sentido
A los difuntos les da lo mismo tener dueño que no, ya que ni sienten ni padecen, pero a los vivos deberían dolernos esos cuerpos desabrigados como si fueran nuestros
A las personas, sorprendentemente, les gusta ser quienes son, incluso cuando son lo que no quieren
Qué fue de los zapatos viejos y de los calcetines agujereados, qué de las lágrimas que lubricaban la córnea y de las que lloraron la muerte de los padres, qué de los miedos de la infancia, del estupor adolescente y del pánico de la madurez
Mientras avanzamos hacia la digitalización de la economía, pues parece que el euro virtual está al caer, la gente se sigue muriendo de las formas más analógicas que quepa imaginar
Con Luis de Góngora me acuesto, con Baudelaire, me levanto, con el Viaje a Ítaca y con don Antonio Machado. Amén
Apago la impresora como una forma de castigo, para que reflexione, y la enciendo pasadas tres o cuatro horas en la confianza de que, al reiniciarse, mi existencia regresará a su cauce
Temo que nuestra relación con los actores políticos empiece a parecerse a la que algunos espectadores mantienen con los participantes de los programas concurso de la tele
En cada cuerpo extinto hay un trozo minúsculo de nuestro yo. Nos estamos quedando lentamente sin yo. Sin darnos cuenta