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COLUMNA
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El ángel herbívoro

Necesito que se me aparezca un ángel para que me diga que todo está bien y que lo que está mal no depende de mí

Juan José Millás

Soy un enfermo. Llevo varios días con la idea de que se me tiene que aparecer un ángel. No hay forma de sacármela de la cabeza aun sabiendo que los ángeles prefieren a los ministros de Interior. ¿Y para qué necesito que se me aparezca un ángel? Para que me diga que todo está bien y que lo que está mal no depende de mí. Sé que es imposible, ¿y qué? A la idea fija le da lo mismo. Ella está ahí y yo estoy aquí, asando unas costillas en la barbacoa mientras miro a un lado y al otro para detectar la presencia del ángel. Lo único que veo es a un grupo de idiotas (no es verdad, son amigos y amigas de toda la vida, buena gente), que, copa en mano, conversan sobre asuntos políticos que no me interesan porque a lo que estoy (además de a que no se me quemen las costillas) es a darle una buena impresión al ángel que se va a manifestar de un momento a otro. Imagino que la realidad se suspende de súbito, que el tiempo se detiene y que mientras los amigos se quedan en la postura en la que les ha pillado el apagón, como las víctimas del Vesubio, el ángel me toca el hombro.

—Ya estoy aquí —dice.

—Ah, hola, por fin.

No sé si ofrecerle una costilla o un espárrago. Quizá sea herbívoro.

—¿Eres herbívoro? —le pregunto estúpidamente.

Lo debo de haber dicho en voz alta porque alguien contesta cerca de mí que sí.

—Aunque se dice vegetariano —añade.

Le doy otra vuelta a las costillas y a los espárragos, me bebo un vaso de vino, y siento caer sobre mí la culpa de todo lo malo que ocurre en el mundo. Eres un gilipollas, un inútil, no has hecho nada a derechas. ¿Cómo pretendes que se te aparezca un ángel? ¡Por Dios, ni siquiera te llamas Tobías! En esto, veo al gato perseguir y dar caza a una lagartija. Normalmente no se las traga, pero en esta ocasión sí. El felino y yo intercambiamos una mirada extraña. Le brillan los ojos de un modo anormal, como si se tratara de un gato místico. ¿Sería la lagartija el ángel?

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.
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