El muro económico seguira en pie
El muro de Berlín, pese a sus últimos agujeros y a que en su aspecto más oprobioso -el de encerrar a sus ciudadanos- ha desaparecido, sigue en pie, y continuará así durante todavía bastante tiempo. Nadie en su sano juicio contempla su total desaparición fisica de inmediato, ya que esto acarrearía, hoy por hoy, mayores problemas que los que este monumento de la guerra fría ha causado desde que se construyó.Las declaraciones de las autoridades de la RDA en 1961, cuando se levantó el muro, de que era una barrera defensiva contra el fascismo, podemos dejarlas como un añadido de la retórica marxista de la guerra fría, pero en cuanto al carácter defensivo tenían razón, al menos en Un aspecto. Al final de la década de los cincuenta, y hasta la construcción del muro, los berlineses occidentales, cuya economía se había desarrolíado con mucha mayor velocidad que la de sus vecinos, adquiríeron la costumbre de hacer sus compras en el Este.
Las razones son fáciles de imaginar. La supuesta paridad entre el marco de la República Federal de Alemania (RFA) y el de la República Democrática Alemana (RDA) ya había empezado a ser un artificio, pero además, en una economía planificada como la que había impuesto el Partido Socialista Unificado (SED), los precios de multitud de artículos básicos de consumo están subvencionados. En consecuencia, estos hábitos de los wessies -como llaman en Berlín Este a sus vecinos- empezaron a causar graves problemas económicos e incluso de abastecimiento en Alemania Oriental.
Los dos marcos
Si entonces era así, hoy con la decadencia económica de la RDA y la pujanza de sus grandes vecinos, si éstos pudieran recuperar sus viejos hábitos, montarse en sus lujosos coches y atravesar de un tirón la avenida Unter den Linden, cruzar la puerta de Brandeburgo y comprar sus vituallas en cualquier supermercado del Este, el caos económico y de abastecimiento que provocarían hundiría en la miseria a sus hermanos alemanes.
En los bancos de Berlín occidental el marco de la RDA -cuyo valor oficial sigue siendo el mismo que el de un marco de, la RFA- se cotiza entre 8 y 10.
El proceso de destruir realmente el muro y poder llegar a su eliminación física, será, pues, mucho más largo, y dependerá en gran medida, de las medidas económicas que esté dispuesta a adoptar Bonn. Tal vez el marco de la RDA goce de mejor salud que la que reflejan los cambistas de Occidente, pero en cualquier caso la RFA va a tener que establecer una ayuda a la moneda de sus vecinos hasta llegar a una paridad real.
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