Mercedes Sosa, la voz de los derechos humanos y de la vida en Hispanoamérica
La cantante argentina asumió el compromiso de los más vulnerables e indefensos y logró convertirse en el grito colectivo de libertad, justicia, verdad y dignidad
Nunca pensó que se ganaría la vida cantando, y de hecho empezó a hacerlo por casualidad, pero Mercedes Sosa acabó definiéndose a sí misma como “cantora antes que cantante, porque cantante es el que puede cantar y cantor el que debe hacerlo”. Descendiente de emigrantes y de indígenas, esa mezcla hizo que se la conociera como ‘La Negra’, por su pelo negro y sus marcados rasgos, pero también como ‘La voz de América Latina’ y ‘La voz de los sin voz’ por su estilo y sus letras reivindicativas y de denuncia.
El 31 de enero de 1965, a Mercedes Sosa, la que se convertiría en la estrella del folclore argentino, le cambió la vida en el Festival Cosquín Folk de Argentina, cuando el cantante Jorge Cafrune la invitó a subir al escenario. Su improvisada actuación recibió tal ovación que le llovieron los contratos a partir de ese momento y su carrera, que abarcaría 60 años, empezó a contemplarse a nivel internacional.
Sosa fue una de las pioneras del movimiento Nueva Canción, un estilo de música con conciencia social basado en elementos populares que florecieron por primera vez en la década de los años 60. Ella disfrutó de su mayor éxito comercial e influencia política al interpretar durante toda su carrera canciones de ese género como Al Jardín de la República, Canción con todos, Alfonsina y el mar, Gracias a la vida, Como la cigarra, Zamba para no morir, Solo le pido a Dios, La maza, Todo cambia, Duerme negrito o Calle angosta, entre muchas otras.
A lo largo de su vida publicó más de 70 trabajos entre álbumes de estudio, grabaciones en directo y recopilatorios, y realizó colaboraciones musicales con casi un centenar de artistas, abarcando, además del folclore, otros géneros como el tango, el pop y el rock.
Haydée Mercedes Sosa, su verdadero nombre, nació en Tucumán, en el noroeste de Argentina, el 9 de julio de 1935, en el seno de una familia humilde de padre obrero en una fábrica de azúcar y madre lavandera. Iba a llamarse Marta Mercedes, pero su padre cambió el primer nombre en el Registro Civil en el último momento. A pesar de ello, en casa siempre la llamaron Marta.
Creció en la pobreza, pero el mestizaje del que provenía le forjó un carácter que le permitió soñar antes de hacer suya la palabra olvidada de los pueblos indígenas, de las mujeres, de los trabajadores y de los niños. Con su canto logró un grito colectivo de dignidad que se extendió a su música y que supone un legado vivo en todo el mundo.
La carrera de Mercedes Sosa comenzó a los 15 años, cuando fue empujada por un grupo de amigas a participar en un concurso de canciones en la radio local. Lo hizo tras el seudónimo de Gladys Osorio, por miedo a su padre. Fue cantar ella y dar por finalizado el concurso, cuyo premio era un contrato por dos meses de actuación en la emisora.
Grabó su primer álbum de larga duración en 1962 y comenzó a hacerse popular en toda América del Sur gracias a su voz expresiva y a la letra de las canciones que interpretaba sobre los problemas cotidianos y la reivindicación de derechos de los más desfavorecidos.
En 1963, desde el Círculo de Periodistas de Mendoza, Mercedes Sosa lanzó el Movimiento del Nuevo Cancionero junto a su marido, Óscar Matus, Armando Tejada Gómez, Tito Francia y otros artistas, que se darían a conocer como el Movimiento de la Nueva Canción. Ella siempre se mantendría fiel a los principios artísticos expuestos en el manifiesto fundacional del movimiento.
En 1965 su esposo la abandonó, dejándola con su único hijo, Fabián, pero tal día como hoy, 31 de enero de ese año, consiguió el reconocimiento que merecía por su calidad artística en el Festival Nacional de Folklore de Cosquín. Allí, sin participar, pero gracias a la generosidad del cantante Jorge Cafrune, el país entero pudo conocer a esta maravillosa cantante argentina al invitarla a subir al escenario. Esa ocasión marcó el nacimiento de la gran artista popular en que se convirtió después a nivel mundial.
Mercedes Sosa jamás dejó los escenarios, a pesar de haber sentido siempre pánico a actuar en público, ni de colaborar con otros músicos, cantantes y poetas. Sin embargo, después de que los militares tomaran el poder en Argentina en 1976 e instauraran la dictadura, le prohibieron cantar y hasta fue detenida sin cargos con una gran presión internacional para que quedara en libertad. Ante esta situación, en 1979 decidió exiliarse, primero en España y luego en Francia.
En los siguientes años, y con continuos viajes, la amplitud de géneros musicales que interpretaba Mercedes Sosa aumentaron, pero su situación personal empeoró: su segundo esposo, Pocho Mazitelli, murió en 1978 y contó que en ese momento llegó a pensar en quitarse la vida.
Sosa regresó a Argentina en febrero de 1983, cuando la dictadura agonizaba y después de la guerra de las Malvinas. Realizó 13 recitales históricos en un repleto Teatro Ópera de Buenos Aires, que se convirtieron en un acto cultural a favor del cambio político, a la vez que significó un hecho renovador de la música popular argentina al incluir temas y músicos provenientes de diferentes corrientes musicales como el tango y el rock.
A medida que su renombre internacional traspasaba fronteras, Mercedes Sosa aprovechaba esas oportunidades para colaborar con artistas fuera de América, como Luciano Pavarotti, Sting, Andrea Bocelli, Nana Mouskouri y Joan Báez, como una muestra representativa de estilos y nacionalidades. Precisamente Joan Báez la describió como “una cantante brillante con un tremendo carisma que es a la vez una voz y una persona; ella es, simplemente, la mejor”.
Sosa logró innumerables reconocimientos y premios no solo por su arte, sino también por su compromiso con los derechos humanos: entre ellos, el Grammy Latino a la mejor grabación folclórica en los años 2000, 2003 y 2006, Además de ser Embajadora de Buena Voluntad de la Unesco para Hispanoamérica y el Caribe.
El 18 de septiembre de 2009 Mercedes Sosa fue hospitalizada en Buenos Aires debido a una disfunción renal complicada por un problema hepático. El estado de salud de la artista, de 74 años, fue empeorando hasta fallecer en la madrugada del 4 de octubre. Sus restos mortales fueron velados en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio del Congreso argentino y su familia publicó una carta tras su fallecimiento dirigida “a todos”, en la que la propia artista invitaba a celebrar la vida y a cantar en su despedida.
Se decretaron tres días de luto nacional y la referencia de la voz, en Argentina y en Hispanoamérica, fue incinerada, según su propio deseo, para esparcir sus cenizas en tres lugares amados por ella: Tucumán, Mendoza, y la ciudad de Buenos Aires. Todos los países hispanoamericanos, a través de sus dirigentes, recordaron, homenajearon y decretaron días de luto por el fallecimiento de Mercedes Sosa y por su contribución a la esperanza de los más vulnerables y a la construcción de un mundo mejor y más justo.
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