¿Para qué sirve un tomate? (Además de para hacer salsa)
Gazpacho. Ensaladas. Salsa. Ya lo sabes. Pero esta hortaliza tiene muchos más usos: liarse a tomatazos en la fiesta más fotografiada del verano, ser solidario o incluso elaborar cosméticos
Poma amoris, fruto del amor. Ese fue uno de los nombres por el que se conoció al tomate a su llegada a Europa hace cinco siglos. Así lo llamaba el naturalista Pietro Mattioli, uno de los primeros en describirlo, en 1544, por su color. Muchos autores le atribuyeron poderes eróticos. Hernán Cortés fue el primero en traerlo a Europa tras una de sus incursiones en territorio azteca. Pronto se hizo un hueco en la cocina. “Son buenos para las salsas”, escribió el agrónomo Gabriel Alonso Herrera en 1539, tal y como recoge Pedro A. Cantero, antropólogo y especialista en alimentación, en su tesis La matanza vegetal: rituales y usos del tomate en la sierra.
Desde su importación al Viejo Continente, la cocina occidental, y en particular la mediterránea, han hecho de él uno de sus principales aliados. Paradójicamente el mayor productor del mundo de esta solanácea es China, que generó 50.664 millones de kilos en 2013. España fue el noveno, con casi 3.684 millones de kilos.
Muchos acabaron en las ollas de todo el mundo o miles estampados por las calles de la localidad valenciana de Buñol durante la fiesta de la Tomatina. Pero estos vegetales rojos sirven para mucho más. Cuate, aquí hay (unos cuantos usos del) tomate.
Para oler bien
Las hojas de tomate tienen un aroma especial. Sirven para defender a la planta del ataque de multitud de plagas y en perfumería aportan frescura y reminiscencias de las fragancias del campo. Muchos maestros perfumeros lo utilizan desde hace décadas. Esencias de firmas de prestigio como In Love Again y Paris Rebel de Yves Saint Laurent, L’Ombre dans L’Eau de Dyptique o Mar de Coral de Agua de Loewe, incluyen las hojas de tomate entre sus ingredientes.
Para divertirse a tomatazo limpio
El último miércoles de agosto el municipio valenciano de Buñol acoge la mayor batalla campal de tomates del mundo. La Tomatina, que cumplió 70 años en 2015, es una de las fiestas valencianas con mayor proyección internacional. Turistas británicos, indios, japoneses y estadounidenses son los más habituales en esta fiesta, según datos de la organización. El año pasado la Tomatina batió récords al espachurrar por las calles del pueblo 150.000 kilos de tomates. En el evento solo se utilizan las frutas que han sido desechadas para el consumo humano. Este año se han previsto otros 150.000 kilos para la batalla que tendrá lugar el 31 de agosto a las 11 de la mañana. Para participar es necesario comprar una entrada, que cuesta 10 euros, por internet o en las taquillas habilitadas en Buñol.
La fiesta tiene su origen en una pelea entre varios jóvenes el último miércoles de agosto de 1945, cuando esperaban en la plaza del pueblo a que pasara el desfile de gigantes y cabezudos, tal como cuenta la página web oficial del evento. El ímpetu de los chicos hizo que uno de los participantes en la cabalgata cayera al suelo y empezara a golpear todo lo que encontraba a su paso cegado por la cólera. Casualmente había un puesto de verduras cercano que fue pasto de la multitud exaltada. Los tomates se convirtieron en la principal arma arrojadiza hasta que la policía disolvió a la muchedumbre.
Un año después, los muchachos se reunieron de nuevo para lanzarse tomates, esta vez traídos de casa. Desde entonces se convirtió en una tradición, aunque fue prohibida por las autoridades en varias ocasiones durante los años cincuenta. Su empuje ha sido imparable: en 2002 fue declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional por el Ministerio de Industria, Energía y Turismo. Cada año crece la cifra de participantes. El año pasado 22.000 personas —el máximo aforo permitido— se liaron a tomatazos en este municipio de 10.000 habitantes.
Para ser solidario
Con motivo de la Tomatina, este fruto rojo también sirve para echar una mano a quien más lo necesita. La marca de tomate frito Orlando se ha comprometido a donar un kilo del producto por cada mención que logren en Twitter con el hashtag #TomaTweetdeOrlando, al programa solidario 1 Kilo de Ayuda. Esta ONG proporciona ayuda alimenticia y acompañamiento en la búsqueda de empleo a los miembros de familias en riesgo de exclusión social.
Quienes quieran participar deben enviar un tweet incluyendo el hashtag #TomaTweetdeOrlando. De acuerdo con la marca, los vecinos de Buñol, el pueblo de la Tomatina, se ha volcado con esta iniciativa, además de personajes conocidos como Miki Nadal, Dafne Fernández o Susana Guasch. Orlando donará hasta 10.000 kilos de tomate frito hasta el 31 de agosto, día de la Tomatina.
Para echárselo por encima
La industria cosmética se ha fijado en el licopeno, un componente del tomate con propiedades antioxidantes, para elaborar productos de belleza que luchen contra los radicales libres. La marca surcoreana Tony Moly lo emplea junto al limón en una máscara facial, la casa estadounidense MakingCosmetics Inc lo comercializa en aceite y una marca española, Cosmética Natural de Licopeno, elabora un sérum a partir de tomates extremeños. El fabricante de jabones Lush lo usa como ingrediente en una máscara relajante para pies.
"No hay estudios científicos que respalden las bondades del tomate sobre la piel humana, es cierto que posee un efecto refrescante y al ser un producto natural, no va a tener ningún efecto negativo excepto para los alérgicos a la hortaliza", sostiene Javier Pedraz, dermatólogo del Hospital Clínico San Carlos, en Madrid.
Para convertirse en el plástico del futuro
Heinz y Coca-Cola ya han puesto en el mercado botellas que contienen un 30% de materia vegetal. En 2012, varias empresas, entre las que estaban Heinz y Ford, anunciaron la creación de PET Technology Collaborative, un grupo de investigación para acelerar el desarrollo de un plástico de origen vegetal. Querían elaborarlo aprovechando los más de dos millones de kilos de restos de tomates que genera la fabricación del kétchup. Hasta hoy, no ha habido ningún otro anuncio sobre los progresos de la investigación. En 2014, un directivo de Heinz anunció en una conferencia sobre packaging que una primera versión del plástico vegetal podría comercializarse en 2018.
Para cocinar y estar sano
Un tomate de tamaño medio tiene entre 18 y 20 calorías. Uno grande, de 300 gramos, hasta 60 calorías. “Engorda lo mismo que un café con leche desnatada o un yogur”, sostiene Miguel Ángel Rubio, endocrinólogo del Hospital Clínico San Carlos de Madrid.
El licopeno aporta al tomate propiedades anticancerígenas. Este caroteno se absorbe mejor cuando se consume con grasas, por eso prepararlo de manera que se combine con aceite de oliva es una buena opción: ya sea en salsa, en ensalada, rehogado o en gazpacho. "La mezcla de aceite, ajo y especias lo convierte en auténtico cóctel antioxidante", apunta Rubio, quien añade: "Si se consume crudo permite absorber todas las vitaminas que normalmente se pierden en la cocción".
Esta noticia, patrocinada por Orlando, ha sido elaborada por un colaborador de EL PAÍS.
Babelia
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