Los 50 mejores discos de 2022
Los críticos de música de EL PAÍS escogen sus álbumes favoritos del año en todos los estilos
POP-ROCK INTERNACIONAL
Por fin, el año que nos merecemos
Por Xavi Sancho
Está muy feo hablar mal de los que ya no están, pero en el contexto en el que nos hallamos resulta inevitable hacerlo: musicalmente, 2021 fue una basura. Y tampoco es demasiado elegante echar por tierra a unos para ensalzar a otros, pero recordar la anemia musical del pasado año nos hace valorar mucho mejor lo grande que ha sido este 2022. El continuo que parecía arrancar en 2019 y 2020, que trataba sobre cuatro o cinco negociados más o menos recurrentes en el último lustro que estaban siendo llevados a su máxima excelencia, se rompió. No tuvimos diva que se reinventaba, ni siquiera diva que simplemente volvía, no tuvimos otro paso hacia el revival post punk definitivo, no tuvimos ese disco de sublimación de la música de baile al que nos íbamos acercando, ni ese rompegéneros de la tradición de la música negra al que nos habían malacostumbrado. En fin, no hubo Janelle Monae, ni Taylor Swift, ni Dua Lipa, ni Beyoncé, ni siquiera un clásico entregando su testamento musical y vital. Casi todo lo que llegó fue una versión pobre de la riqueza musical que nos habían prometido. Hasta Lorde falló.
Este 2022 es un asunto totalmente distinto. Para empezar, ha habido disco de Beyoncé, tal vez el mejor disco que ha grabado. Renaissance es un ejercicio de poderío descomunal. Una Beyoncé que se divierte es mejor que cualquier otra Beyoncé. Fue su álbum pandémico, porque cuando uno mueve un camión tan grande como el de ella, todo va más lento. Solo esperamos que tras este Renaissance ya nadie aparezca con un disco gestado durante el confinamiento, que una cosa es aún llevar mascarilla en transporte público y otra que nos hagan recordar ya tres años después que estuvimos encerrados haciendo pan con otro álbum inspirado y gestado en confinamiento.
Podría haber sido el de la diva de Houston el disco del año, pero unos meses más tarde apareció el segundo largo de la Sudan Archives, y su forma de meter en un mismo saco a TLC, J Dilla o Fela Kuti resultó deslumbrante. Casi igual fue el retorno del belga Stromae, quien con su Multitude volvió a presentar un cóctel de africanismo, hip hop, tradición francófona y temas candentes abordados con tanta poesía como realismo. También echábamos de menos a Kae Tempest. La inglesa volvió al sonido digital y a ese hip hop de persona que le da apuro rapear que tan bien se le da. Un triunfo y un alivio. Otro triunfo fue el retorno de Spoon. Este mucho más inesperado. La banda de Austin entregó un disco brillante, que fue recibido como un clásico y que nos recordaba que a estas alturas del siglo XXI las bandas que fueron grandes en su inicio ya casi han entrado en la liga de los clásicos. Es muy probable que de aquí a 20 años pensemos de Big Thief lo mismo que ahora de Spoon o Wilco, y lo haremos gracias a que este año lanzaron un disco doble absolutamente apabullante que anda como un clásico y habla como un clásico. Esto jamás lo serán Wet Leg, pero su éxito gracias a una propuesta tan alegre y desprejuiciada fue un soplo de aire fresco en un universo, el del rock independiente, que, a pesar de seguir lanzando grandes bandas cada año, sabe que es casi imposible que recupere el trono que perdió el día que se editó Kid A de Radiohead y todo aquel andamiaje indie se fue al garete. En fin, que un año en el que lo masivo tiene la calidad de Bad Bunny o Beyoncé y lo subterráneo va desde el ruido de Soul Glo hasta el costumbrismo art rock de Yard Act no puede ser un mal año.
Sudan Archives
Stones Throw / Rough Trade
En su segundo largo, Britney Denise Parks deja atrás todo atisbo de timidez para abandonarse a una pantagruélica bacanal en la que cabe desde el hip hop hasta los ritmos africanos, pasando por el r’n’b o el pop de radiofórmula noventera. Tras un debut algo anémico, en el que faltaban canciones y sobraban ganas de mostrar al mundo lo fotogénica que resultaba con un violín colgado, Parks entrega esta magna obra que la sitúa justo en el espacio que ha dejado libre Janelle Monáe, ahora que parece más interesada en perseguir su carrera cinematográfica que en pisarle los talones a Beyoncé.
Beyoncé
Sony
El homenaje de la artista más grande del siglo XXI a la música de baile de la anterior centuria es una locura en la que se mezclan desde las bolas de espejos de la música disco hasta los sótanos sudorosos del house. La portada es un homenaje a Studio 54, pero el largo está lejos de ser un pastiche nostálgico, gracias a la capacidad de la diva por rodearse de nuevos valores del baile no binario como Honey Dijon y de viejas glorias que nunca pasan de moda, como Grace Jones. Ideado como una larga sesión de dj, sin apenas transiciones entre cortes, Renaissance es la obra más poderosa que jamás haya grabado la de Houston.
Stromae
Universal
A principios de este año, el cantante belga anunciaba su retorno tras más de un lustro. Tras haber sido número uno en 19 países, colaborado con gente como Lorde o Dua Lipa, y también haber padecido un par de traspiés en sus giras africanas, Stromae estaba de vuelta. Le entrevistaron en la televisión francesa, y cuando le preguntaron sobre sus problemas de salud mental, respondió cantando a capella L’enfer, el primer sencillo de este majestuoso Multitude. El vídeo se viralizó. Paul van Haver estaba de vuelta, y lo hacía como solo sabe hacerlo él: con mucho ruido. Este es un trabajo expansivo en el que caben la EDM, el europop, el reguetón y la chanson. Tiene un aire circense, a veces de domador de leones, a veces de funambulista ebrio. Cabalga a lomos de un ritmo de vals, y luego lo hace sobre una agresiva base de hip hop. Sin despeinarse, Stromae no se despeina. Pocos artistas gestionan tan bien el baile llorando como él.
Wet Leg
Music as Usual
Wet Leg es lo más parecido a un fenómeno de público y crítica que el tan denostado universo del pop independiente de guitarras ha logrado desde que el rock anglosajón perdiera el monopolio de la angustia juvenil global. Lo de Wet Leg es un post punk descacharrado en el que lo mismo caben The Raincoats que cualquier grupo de britpop con medio hit y una gira teloneando a Blur por salas medianas de Centroeuropa a mediados de los noventa. Son divertidas, agresivas, dulces y bordes. Y su álbum de debut es un recuerdo de que la revolución no se hace solo perreando, sino que también se puede acometer lanzando vasos de cerveza al aire rodeado de gente con camisetas de The Slits que hace una semana que no se ducha.
Big Thief
popstock!
Un disco doble cuya confección ha sido un proceso tormentoso que casi acaba con la salud de su lideresa y con la existencia misma de la banda. Este tipo de anuncios acostumbran a ser interesantes solo cuando se leen. Cuando se escucha el resultado, normalmente uno se topa con un álbum demasiado largo y complaciente, excesivamente introspectivo, algo que nadie se atrevió a cortar porque no era cuestión de añadir sangre al doloroso proceso de contorsionismo vital. Pero este Dragon new warm… del combo liderado por Adrianne Lenker es un delicioso y logradísimo catálogo de folk y americana, una especie de Blonde on Blonde para millennials en el que no sobra ninguna canción y en el que incluso hay espacio para el sentido del humor.
Black Country New Road
Popstock!
Apenas unos días antes de lanzar este, su segundo disco, el combo inglés anunciaba que su líder, Isaac Wood, dejaba la banda. Jamás un mal presagio había sido seguido de un acontecimiento tan espectacular como este álbum. Si antes eran una descacharrada, dislocada e inconexa propuesta de post punk para gente que cree que estudiar para un examen es de mediocres, en este disco mutan hacia una suerte de mezcla entre John Cale, Divine Comedy y Scott Walker para gente joven que hasta hace un rato creía que no le gustaba la música que escuchan sus padres. Solo se la tenían que explicar Black Country New Road.
Fontaines DC
PIAS
Este combo irlandes debutó hace tres años con un maravilloso largo de punk nervioso que les convirtió en un fenómeno de tamaño medio dentro del universo de la música independiente que aún se sirve de las guitarras para contar sus cosas. En este, su ya tercer álbum, le dan un giro copernicano a su sonido y se entregan a una personal revisión del indie más oscuro de los noventa, teniendo como principal referente a una de las bandas más oscuras y malditas de la época, sus vecinos Whipping Boy. El resultado es imponente.
Kae tempest
Virgin
Después de The Book of Traps and Lessons, Kae Tempest podía haber seguido acercando su obra como escritora a sus discos, como hizo en aquel largo producido por Rick Rubin. Aquel largo pecaba de excesiva aridez y sus sonidos transitaban acomplejados ante el poder de sus palabras. Este The Line Is a Curve es un asunto totalmente distinto. Kae mezcla las cadencias del recitado con su flow hiphopero clásico, y los ritmos van desde le Uk garage hasta el electro, creando unas atmósferas que resultan siempre interesantes y en ocasiones incluso bailables y tarareables. Y las palabras, bueno, nadie junta palabras como las junta la inglesa.
Bad Bunny
Rimas
El más caribeño de los discos de Bad Bunny le ha valido por segundo año consecutivo ser el artista más escuchado en Spotify. Tal vez Un verano sin ti no parezca tanto un acontecimiento como YHLQMDLG, pero donde aquel marcaba las reglas del juego en el universo de lo que realmente importa en el mundo de la música en esta década, Un verano sin ti las afianza. Grabado en Puerto Rico y con constantes guiños a los sonidos dominicanos, Bad Bunny divide el disco en dos partes: una más cerca del electro-pop, el reguetón y casi todas las formas de moverse que han nacido en el Caribe; la otra, más introspectiva y política.
Spoon
Matador / Popstock
Entre 2002 y 2007, esta banda de Austin fue absolutamente invencible. Con un sonido a medio camino entre Gang Of Four, David Bowie y Elvis Costello, pero evitando siempre sonar revivalistas, se afianzaron como un valor refugio en plena segunda ola de indie norteamericano. Luego colapsaron, primero por querer ‘avintagearse’; luego, por querer actualizarse. Lucifer on the Sofa, su primer largo en un lustro, es, sorprendentemente, si no la mejor, una de sus mejores obras. Un breve, conciso e impecable ejercicio de búsqueda de grietas por las que sacar la cabeza y gritar que el rock ha muerto. A ver si aún queda alguien escuchando.
POP-ROCK NACIONAL
La revolución ‘Motomami’
Por Carlos Marcos
La música no es una competición, pero las listas anuales sí. El año que vio nacer Motomami no resulta un buen momento para salir a competir: te puedes esforzar mucho, pero es muy posible que pierdas. El tercer disco de Rosalía ha sido una atracción imantada desde que se hizo público, allá por marzo. Ha tenido más unanimidad en el ámbito internacional que en el nacional. Mientras allá colmaban al disco de alabanzas, en España ha surgido un nutrido grupo de detractores que hasta el último día de sus vidas lo van a vilipendiar. Todos están en su derecho, por supuesto, y este encendido debate constata que Motomami no son solo sus 42 minutos de duración. Es mucho más: la conquista global, y (muy importante) a su manera, de una artista española como solamente Julio Iglesias lo había hecho antes. Julio Iglesias, otro cantante al que se mira con el gesto torcido por aquí. Fuera de la onda expansiva de Motomami ha habido otras audacias en los últimos 12 meses. Gangster Original, del granadino Yung Beef, se encuentra entre lo mejor de 2022… salvo que se editó en 2021. Una pena que estas listas no se publiquen en enero para incluir los trabajos del último mes del año. 2022 ha sido un tiempo donde el rock (Robe, Fito & Fitipaldis, Vetusta Morla, Leiva…) ha triunfado en concierto con discos de 2021 y donde la escena urbana (Bad Gyal, Gloosito, Ms Nina, Khaled), desprendida emocionalmente del concepto álbum, se ha dedicado a lanzar sencillos. Otro de los logros de Motomami: reivindicar el disco largo entre el público joven.
Rosalía
Sony
Vulnerable en una canción, poderosa en otra, traviesa en varias. Han pasado nueve meses de la edición de Motomami y la impresión sigue siendo la misma: Rosalía domina los estilos musicales actuales y, sobre todo, difunde estados de ánimo siempre desde la autenticidad. Incluso canciones que parecían intrascendentes allá por marzo cuando se editó, como ‘Bizcochito’, han ido adquiriendo un poso seductor. Motomami es un disco amarrado íntimamente a su tiempo. Y ese es su principal riesgo: que dentro de unos años su fortaleza se haya limado. Pero esto es 2022, disfrutémoslo y esperemos la próxima aventura de la artista catalana.
Guitarricadelafuente
Sony
Todo comienza con un hilo de voz que asume: “Tengo más de lo que te pido”. Desde ese momento uno se sumerge en el mundo onírico de este valenciano de 25 años llamado Álvaro Lafuente. Con su voz desvalida, Guitarricadelafuente ha creado una disco de debut asombroso, extraño, capaz de viajar a la música tradicional, pero sin imposturas, de forma natural y con sonoridades actuales. Tiene la misma capacidad de oxigenar el alma que desprendía Antonio Vega. Cantera nunca se acaba porque cuando llegas al final no quieres volver a la vulgaridad cotidiana y comienzas de nuevo: “Tengo más de lo que te pido”.
Rubén Pozo
Sony
Rubén Pozo ya no llena pabellones como en los tiempos de Pereza. No, su música en solitario se disfruta mejor en locales reducidos donde ocurren cosas imprevistas, maravillosas, de verdad. Vampiro es su cuarto disco, donde el músico escribe mejor que nunca sobre lo que es la vida: ese día que te levantas con todo patas arriba y llega la noche y el panorama luce más o menos bien. Hay canciones en este disco con hechuras de clásicas: ‘Tras la tormenta’ es una de ellas.
Ede
Infarto Producciones
Lejos de las centellas que inundan la música actual, aquí está una joven madrileña de 24 años que apuesta por la pausa, la poesía de altos vuelos y la emoción por encima de todo. Lucero es su primer trabajo, un disco de sonidos actuales con pequeñas incursiones en la música tradicional (o espiritual, que es un poco lo mismo). “Me dicen que esté tranquila, pero que sea valiente. / Después de todas las piedras que me cosieron al vientre. / Siguen pensando que sonrío cuando les enseño los dientes”. Así de bien escribe y lo canta esta joya del nuevo pop español.
Natos y Waor
Autoeditado
La banda sonora de los barrios, de todos, no solo de los del extrarradio. Y de ahí a llenar pabellones en el centro de las ciudades. Todo conseguido sin asonar por los grandes medios. Así se crean los proyectos que resisten. Este es el camino del dúo madrileño de raperos que, manteniendo su discurso guerrero, amplía el radio de acción musical: además de rap picotean del soul, el rock (colabora Kutxi Romero, de Marea) o la electrónica festiva. Brillantes en las letras y versátiles en las músicas, aquí tenemos el trabajo del año en eso que se llama música urbana.
HIP HOP, ‘R&B’ Y ELECTRÓNICA
El poder del rap y el cuerpo como tesis
Por Beatriz G. Aranda
Verdaderamente, han sido ellas las que, este 2022, han devuelto el poder ideológico al rap con la lucha sociopolítica que recae en el cuerpo como tesis. Hablamos de los notables discos de Megan Thee Stallion, Sampa the Great, Doja Cat y Shygirl. Además, con el nihilismo del drill y sus ritmos secos conquistando la escena hip hop, hay que destacar dos lanzamientos por el estilo único de sus artífices y sus sofisticadas y desprejuiciadas bases musicales. Por un lado, Kendrick Lamar, mapeando la sensibilidad americanas del siglo XXI. Por el otro, EarthGang, dúo que triunfa rascando del trap y ofreciendo una visión de la música negra de hoy. Al igual que Ojerime, Gabriels o Yaya Bey, que fabrican sofisticadas producciones donde góspel, funk, rhythm and blues y blues se enmarañan y complementan. En la electrónica, las pistas de baile se llenaron del trance de los noventa (hasta Orbital sacó disco) y el ambient sigue dando buenas noticias con Roméo Poirier, Sofie Birch y William Basinski. Y aunque el Reino Unido ya no sea el epicentro de la innovación (pensemos en el colectivo Nyege Nyege o el sonido Gqom de Sudáfrica), para comprender el baile-futuro hay que mirar sellos como Nervous Horizon, con un recopilatorio que cuenta cómo el deconstructed club dominará la escena por su esencia inclusiva, apocalíptica y digital. Y mientras eso llega, nada mejor que darle al play a la colaboración de TSVI con Loraine James, el EP de los Two Shell y lo nuevo del proyecto paralelo de Caribou, Daphni.
Kendrick Lamar
Aftermath
Tras estar fuera de la industria cinco años, el regreso del ganador del premio Pulitzer en 2018 con la secuela del magnífico DAMN (2017) no decepciona. La genialidad lírica — We Cry Together debería escucharse cada vez que una pareja se divorcia—, su técnica a la hora de rapear y la experimentación sonora que compacta cada tema permite conocer un poco mejor, en particular, a uno de los artistas más significativos de la última década y, en general, confirmar que el arte, para serlo, es siempre la lucha del creador consigo mismo.
Shygirl
Because Music
Con inteligencia para ahondar en los sonidos de los años noventa y además de una estética poderosa e inolvidable, hay dos razones por las que Shygirl está rozando el éxito mundial. Una, la capacidad de su música, a medio camino entre el hip hop y el baile, para adaptarse a diferentes públicos y escenas. Lo mismo su nombre encaja en un festival de vanguardia que triunfa como parte del cartel de uno masivo. Dos, las colaboraciones. De Sega Bodega a Caroline Polachek, pasando por Mura Masa, Slowthai, Arca o Danny L Harle, la del sur de Londres sabe enriquecer su concepto (voz sensual, letras venenosas) para dar forma a un proyecto con muchísima personalidad.
William Basinsky & Janek Schaefer
Temporary Residence
Después de ocho años investigando conjuntamente en archivos sonoros grabados en cintas, estos dos músicos de vanguardia vinculados a la escena ambient, ofrecían este año el resultado: cinco temas en 42 minutos sobre cómo el tiempo, detenido, también puede hacernos viajar y divagar. Con la templanza de acordes de piano de sonido limpio y brillante insertados en pasajes sonoros circulares, uno tiene la sensación de estar meditando sobre el significado de vivir. Ahí es nada.
Gabriels
Parlophone
Habiendo lanzado sus primeras canciones solamente hace un año, la carrera de este trío estadounidense-británico es, verdaderamente, meteórica. Ya bendecidos por Elton John, en 2022 publican el que es la primera parte de un disco doble —la segunda está prevista para 2023—, tan sólido como emocionante. Con la calidad vocal excepcional de Jacob Lusk como primera capa, Angels & Queens ofrece música atemporal, tan exuberante como cálida.
Daphni
Jialong
No hay mucha pretensión en el tercer disco que saca Dan Snaith de Caribou en su proyecto paralelo más que satisfacer la curiosidad de quienes no tienen cosa mejor que entretenerse. Y es eso precisamente lo que convierte estas 14 canciones en un infeccioso ecosistema de hedonismo y placer, que más que un disco parece la espontánea sesión de un dj al que le gustan los ritmos pisteros y la espontaneidad de mantener los loops todo lo que el momento pida. Sencillo, fresco y, sin quererlo, uno de los discos de electrónica del año.
REEDICIONES
“Es un negocio sucio”
Por Diego A. Manrique
“Están quemando los discos que había en el almacén/ menudo disgusto, eso no se puede hacer”. Así cantaban Los Nikis en Negocios sucios, su impugnación de la industria discográfica, allá por 1982. Y vuelve a tener sentido. Muchas compañías simplifican sus actividades (y sus plantillas), atentas esencialmente a los ingresos del streaming y la gestión de las licencias de reproducción en publicidad y audiovisuales.
En verdad, no renuncian a vender su música en soportes físicos, preferiblemente de gama alta. Eso explica el desplazamiento del foco desde el CD al vinilo, convertido no por casualidad en el formato de moda. Han aprendido que cualquier LP con cierto prestigio puede ahora ser relanzado en cajas que, rutinariamente, pueden llevar desde cuatro discos (por ejemplo, Animal Magic, de los Blow Monkey) a seis (Yoshimi Battles the Pink Robots, de The Flaming Lips). El engordamiento se produce sumando maquetas, singles, remezclas, entrevistas, directos, remasters.
Hablamos, claro, de países donde se cuida el legado cultural. En España, alargando la idea de Los Nikis, a veces se vaciaban los almacenes cuando cambiaba la propiedad de los sellos. Con frecuencia, hasta se eliminaban los archivos de papel… que incluían fotos y contratos. Pero esa es una historia (de terror) para otra ocasión.
Charles Stepney
Everlasting
Muerto prematuramente con 45 años, Charles Stepney es un desconocido hombre clave de la música de Chicago: arreglador, compositor y/o productor de los discos más atípicos del sello Chess, desde las fantasías de Rotary Connection al jazz de Ramsey Lewis, pasando por las aventuras “psicodélicas” de Howlin’ Wolf o Muddy Waters. Ahora descubrimos sus maquetas caseras, hechas con caja de ritmos y un formidable dominio de los teclados. No estaban destinadas a los oídos del público pero sugieren un Stevie Wonder de un universo paralelo.
Varios
Sony
David El Indio, de Vetusta Morla, y el periodista José Manuel Gómez Gufi han confeccionado una panorámica de las bandas sonoras del cine quinqui, más algunas músicas coetáneas, con preponderancia de las producciones del gran José Luis de Carlos. Así encontramos bajo el mismo tejado a Los Chichos, Los Chorbos y Los Chunguitos. Artistas que iban por libre: la última vez que vimos a Los Chunguitos estaban cantando “Me quedo contigo” ¡a Macarena Olona! Disponible en CD sencillo, LP doble y, uh, casete.
Tom Petty & The Heartbreakers
Warner
El resumen de 20 conciertos en el Fillmore Auditorium de San Francisco, un (logrado) intento de reconectar con sus raíces como banda de club, tocando canciones ajenas y —claro— sus grandes éxitos. Convertidos en una especie de jam band, evitaron osificarse y prolongaron su vida útil veinte años más. Se palpa el subidón de tocar ante un público tolerante, con invitados de lujo (Roger McGuinn, John Lee Hooker). Editado en versión concentrada de 33 canciones o ampliada de 58, tanto en vinilo como en CD.
Varios
Strut
John Sinclair ha pasado a la historia como uno de los más delirantes profetas de la contracultura de los sesenta, el fundador de ¡los Panteras Blancos! Aparte, junto a su labor literaria, fue un activista del jazz. Se descubre ahora que almacenaba abundantes cintas de directos protagonizados por jazzmen como Bennie Maupin, Stanley Cowell, Donald Byrd etc. Son sesiones audaces, a veces conectadas con los experimentos de sus vecinos de Motown Records. Otra inesperada sorpresa: a pesar de no ser grabaciones profesionales, suenan potentes.
Michael Jackson
Legacy
Tras su descomunal impacto, Thiller quedó en nuestro recuerdo como una obra pétrea; no éramos plenamente conscientes del trabajo previo, aunque a lo largo de los años gotearon algunas grabaciones de la época. En este doble, junto al disco original, se juntan 10 cortes en su momento desechados, tanto temas acabados como maquetas muy cuidadas. Vienen firmados por Rod Temperton o el propio Michael. Atención: su búsqueda de material le llevó hasta un instrumental tecno de la Yellow Magic Orchestra, al que Michael puso letra.
JAZZ
Obras capitales de músicos veteranos
Por Yahvé M. de la Cavada
Aunque ha sido un buen año discográfico para la música improvisada, lo más relevante ha sido la definitiva vuelta a los escenarios tras las limitaciones que impuso la pandemia. Lo que en 2021 era luz al final del túnel, en 2022 ha sido regreso rotundo y oxígeno para los jazzistas, que, quizá más que otros creadores, necesitan el directo para dar sentido a su música.
Junto a obras capitales publicadas por veteranos como Wadada Leo Smith, Tim Berne, Enrico Rava y Fred Hersch, Rob Mazurek o Myra Melford, numerosos artistas jóvenes siguen creando música que define el jazz en el siglo XXI, desde figuras dominantes como Mary Halvorson o Tyshawn Sorey, que no publican nada que no sea esencial, a músicos extraordinarios como Jacob Garchik, Kaja Draksler, Kirk Knuffke, Immanuel Wilkins, Eve Risser, Susana Santos Silva, Gard Nilssen o Rodrigo Amado, entre otros. Todos ayudan a cubrir el vacío dejado por Jaimie Branch, una de las figuras más relevantes del jazz contemporáneo, cuya prematura e inesperada muerte fue el golpe más duro que recibió el género este año.
España no se queda atrás: mucha música memorable publicada, con dos auténticos hitos del jazz nacional reciente, SAAM de Marta Sánchez y Zaidín de Liba Villavecchia, y nombres como Perico Sambeat, Abe Rábade, Gonzalo del Val o Juan Saiz, que con Atlantis, Botánica, Tornaviaje y Pindio II, respectivamente, firman algunos de los mejores discos del año.
Paralelamente, las grabaciones históricas siguen siendo parte importante del mercado y han aportado música inédita que ocasionalmente va mucho más allá de la anécdota, como los tesoros desenterrados de Charles Mingus, Ahmad Jamal y Albert Ayler.
Wadada Leo Smith
TUM
La culminación de la monumental celebración por el 80 cumpleaños de Wadada Leo Smith publicada por TUM Records desde 2021 (un total de 23 cedés repartidos en cinco cajas y un álbum) llegó con dos cajas aparecidas simultáneamente: una reunía siete cedés con composiciones para cuarteto de cuerda, y la otra, quizá la mejor de toda la serie, se compone de cinco discos a dúo en los que el trompetista y compositor toca frente a frente con bateristas muy diferentes, todos ellos viejos amigos: Pheeroan akLaff, Andrew Cyrille, Han Bennink y Jack DeJohnette. La profundidad y la pureza de la música en Emerald Duets es fascinante, y en estas grabaciones encontramos parte de la música más bella jamás registrada en este formato.
Mary Halvorson
Nonesuch
Dos álbumes en uno que funcionan de forma independiente (así se han publicado en cedé y plataformas), pero que adquieren más sentido escuchados en conjunto (así se ha publicado en vinilo). Halvorson se supera a sí misma apoyada por dos nuevas formaciones: un sexteto junto a viejos y nuevos colaboradores (Adam O’Farrill, Jacob Garchik, Patricia Brennan, Nick Dunston y Tomas Fujiwara) y el cuarteto de cuerda Mivos Quartet. Punto de inflexión en la carrera de Halvorson, ambos discos suenan como la culminación de su trabajo hasta ahora y como una nueva y deslumbrante dirección, no solo como compositora, sino también como guitarrista. Nadie en el mundo suena como ella.
Kirk Knuffke Trio
TAO Forms
Knuffke es uno de esos músicos que destacan más por su presencia en bandas de otros que por su propia música, injustamente desconocida. Lo cierto es que hay muy pocos trompetistas en la escena actual tan sólidos, versátiles y brillantes como él, y este extraordinario disco junto a los veteranos Matthew Shipp y Michael Bisio es un hito en su carrera. Todo en el álbum es redondo: el sonido generado por el grupo, el equilibrio entre libertad y control, y la conexión de tres personalidades muy marcadas creando colectivamente en perfecta sintonía.
Tim Berne / Gregg Belisle-Chi
Intakt
El primero de dos álbumes a dúo publicados por Tim Berne en 2022 tiene algo muy especial. El otro, One More, Please, junto al pianista Matt Mitchell, es tan bueno como Mars, pero el encuentro con el guitarrista canadiense Gregg Belisle-Chi tiene algo de naturalidad extrema, de música interpretada con una complicidad fuera de serie. Las composiciones de Berne fluyen con precisión milimétrica y, al mismo tiempo, el diálogo de saxo alto y guitarra suena relajado, sin la más mínima tensión. Las cualidades tímbricas e interpretativas del dúo son únicas, y el disco, perfecto.
Gard Nilssen Acoustic Unity
ECM
El de Nilssen es, junto a Punkt.Vrt.Plastik, uno de los grupos más excitantes de la escena europea. El contrabajista Petter Eldh milita en ambos, de la misma forma en que Nilssen está presente en varias formaciones que han dado forma al jazz europeo contemporáneo, pero Acoustic Unity es más que el encuentro de tres músicos afines. Con su último álbum el grupo alcanza la talla de los grandes: han forjado una identidad en la que todos son esenciales, y su música, de aspecto tradicional en una primera escucha, es más fresca y moderna que la de la mayoría.
MÚSICAS DEL MUNDO
Turbulencias en la torre de Babel
Por Javier Losilla
Justo el año en el que Khaled, rey que fue de aquella música que entusiasmó a la juventud argelina en los ochenta y conquistó el mundo una década más tarde, ha editado nuevo álbum tras años de silencio discográfico, la Unesco incluye el raï en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Y del norte de África (donde Imarhan, la banda de Tamanrasset) marca el tono de la nueva música tuareg, al oeste del continente: Costa de Marfil ha celebrado en 2022 el veinte aniversario del nacimiento del coupé decalé, ritmo bailongo que surgió en la diáspora, se nutrió del zouglou local y del soukous congoleño y tuvo en DJ Arafat (fallecido en 2019) uno de sus creadores más brillantes. Por cierto: Rokia Koné, Pamela Badjo, Linda Ayukupa, y Star Feminine Band destacan en el universo de la negritud. En África y Asia, como se ha podido comprobar en Rabat durante la reciente sexta edición de la feria-festival Visa For Music, se vive una nueva fase de reinvención de la psicodelia. Grupos como El Khat, Al-Qasar y Monsieur Domani, y cantantes como Liraz son paradigmas notables. El podio sonoro de América latina en el año que se va lo han ocupado intérpretes como Natalia Lafourcade, Ibeyi, Adrian Quesada, iLe, Lucrecia Dalt, Tulipa Ruiz y Silvana Estrada, y en el europeo se han inscrito nombres como los del inclasificable Stromae y, aunque con acento africano, Montparnasse Musique. En las españas, Guitarricadelafuente se suma a un plantel de artistas que tienen un pie en la raíz y otro en las puntas. La Babel de las músicas del mundo, vaya. Y se han ido Pablo Milanés, Gal Costa y el salsero romántico Lalo Rodríguez.
Natalia Lafourcade
Sony
A Natalia Lafourcade, que recreó como pocas el repertorio de Agustín Lara, se puede aplicar sin pudor, poniéndolo en femenino, lo que el polígrafo Carlos Monsiváis escribió sobre el compositor de ‘Solamente una vez’: “Felizmente antigua y anacrónicamente audaz”. En su primer disco con canciones propias desde que publicó en 2015 Hasta la raíz, despliega un mapa emocional trazado con dolor, ausencias, temores y despedidas, pero también con bálsamo y celebración. Adán Jodorowsky firma una producción brillante en un álbum que tiene el sabor de viejos clubes de humo y nostalgia. Los pianos marcan una atractiva decadencia, y las guitarras apuran el sonido hasta zonas fronterizas.
Al-Qasar
Glitterbeat
El franco-americano Thomas Attar Bellier creo Al-Qasar en el culturalmente complejo barrio parisino de Barbés, de ahí que no sorprenda que la banda la formen músicos de varias nacionalidades. Su vigorosa apuesta sonora recoge vibraciones orientales, trance norteafricano y psicodelia global. Arabian fuzz, llama Al-Qasar a su guiso musical, haciendo referencia al efecto setentero de distorsión fuzz box. Lee Ranaldo (Sonic Youth) y Jello Biafra (Dead Kennedys), que recita al poeta revolucionario egipcio Ahmed Fouad Negm, colaboran en este primer disco del grupo, que cuenta también con el laudista argelino Mehdi Haddab (Speed Caravan) y las cantantes Hend Elrawy, de El Cairo, y Alsarah, sudanesa residente en Estados Unidos. Who Are We? Es un explosivo epítome de folclore moderno; de folclore del siglo XXI.
Oumou Sangaré
World Circuit
Tras el álbum Mogoya, un artefacto de bajos y guitarras poderosos, electrónica y psicodelia que tuvo posteriormente un par de versiones, Sangaré, la gran hechicera de la música wassoulou, ha editado este año Timbuktu, todo un tributo a la región de su país del mismo nombre, y donde vuelve de nuevo a rebelarse contra las guerras, los matrimonios amañados, la opresión de las mujeres, el sufrimiento de los niños y otros males vergonzosamente perennes. Y para poner todo eso en solfa ha elegido, con gran despliegue instrumental, un lenguaje musical algo menos radical que el de Mogoya, pero de claro y premeditado sonido contemporáneo.
Monpartnasse Musique
Real World X
El productor franco-argelino Nadjib Ben Bella y el DJ sudafricano Aero Manyelo forman Montparnasse Musique, quien con Archeology ha inaugurado Real World X, el nuevo sello de Peter Gabriel. En él, el dúo traza una sinuosa línea rítmica que une el Magreb con Johannesburgo, recorrido que tiene parada especial en Congo. Miembros de Konono Nº1, Kasai Allstars y Mbongwana Star, entre otros, participan en este viaje que va más allá de la chatarrería sonora armada en las calles de Kinshasa, en un cruce de lenguajes musicales orgánicos y sintéticos que dialogan y construyen una gozosa y excitante Babel panafricana.
Silvana Estrada
Glassnote Records
Dice la mexicana Silvana Estrada que Marchita, su segundo álbum, “es un viaje al interior para comprender la tristeza”. Y habrá que convenir que esa travesía íntima es, sin duda, un hermoso ejercicio de comprensión. De comprensión, reitero, no asunción de la pesadumbre. Así, no estamos ante un disco de aflicción sino de tránsito emocional, una propuesta delicada, minimalista en ocasiones, pero de una fuerza musical extraordinaria. Silvana despliega la profundidad (no el desgarro) de Chavela Vargas, y la calidez rotunda de Mercedes sosa. Toca el cuatro venezolano, que enreda con cuerdas clásicas con ecos de jazz. No en vano, su debut con Lo sagrado lo hizo en compañía del guitarrista Charlie Hunter.
EXPERIMENTAL
Diálogos cruzados
Por Álex Sánchez
Si esta lista de discos destacados de 2022 en el campo de las músicas libres tomara la forma de una serie de conversaciones inventadas, la primera palabra la podrían tener Björk (Fossora) y Lucrecia Dalt (¡Ay!) con un diálogo sobre geopolítica desde la óptica del pop experimental de exquisita factura. La Monte Young (Trio for Strings), Terry Jennings, Charles Curtis y, de nuevo, La Monte Young (Piece for Cello and Saxophone) y Sara Davachi (Two Sisters) debatirían sobre minimalismo duro, sin concesiones: las tres son escuchas en las que tiempo y sonido podrían hasta confundirse. Más cercano al espíritu del rock, en una frecuencia más accesible, se situaría el coloquio entre Oren Ambarchi (Shebang) y Bitchin Bajas (Bajascillators). Will Guthrie al frente del ensemble Nist-Nah (Elders), Dewa Alit liderando la formación Gamelan Salukat (Chasing the Phantom), Valentina Magaletti (Rotta) y Alvin Curran (Drumming Up Trouble) conversarían desde sus respectivas visiones del pasado, el presente y el futuro de la percusión en un sentido amplio de los instrumentos que la conforman, mientras que Bill Orcutt (Music for Four Guitars), Marisa Anderson (Still, Here) y el recopilatorio nacional Manos Ocultas harían lo propio pero con la guitarra como protagonista. Jazz, soul y hip-hop estarían presentes en la charla entre billy woods (Aethiopes), Moor Mother (Jazz Codes), Jeff Parker (Mondays at the Enfield Tennis Academy) y Mary Halvorson (Amaryllis & Belladona). Y al final, Alison Cotton (The Portrait You Painted of Me), Laura Cannell (Antiphony of the Trees), Tomás de Perrate (Tres golpes) y Carcáscara (II) comentarían el estado de las cosas en esa habitación, tan propia, que da cabida a música tradicional y experimentación sonora.
Terry Jennings, Charles Curtis
Saltern
Pese al título de la pieza no suena saxo alguno en esta composición de Terry Jennings rescatada y repensada por La Monte Young para cello solo y entonación pura (o just intonation). Charles Curtis, conocedor como pocos de un amplísimo repertorio para cello y especialista en música contemporánea, interpreta con profundo conocimiento una música rica en texturas, mínimos cambios de dinámica y compleja harmonía.
Bill Orcutt
Palilalia
Catorce nuevas composiciones originales de alrededor de los tres minutos de duración cada una. Todas ellas interpretadas en cuatro capas de guitarras eléctricas por el propio Orcutt. El que fuera miembro fundador de los inclasificables Harry Pussy allá por principios de los años noventa elabora un complejo pero accesible ejercicio de estilo alrededor del minimalismo (la repetición de melodías y motivos articula el disco) como eje casi ético y vuelve a dar cuenta de su amplitud de miras en lo estético: suenan aquí con la misma naturalidad cortes alrededor del blues, el country, de filiación punk o cercanos a la música contemporánea.
Dewa Alit & Gamelan Salukat
Black Truffle
Dos cortes de alrededor de 15 minutos conforman el segundo disco para Black Truffle de Dewa Alit y su ensemble Gamelan Salukat. Alit es uno de los referentes de la nueva composición para el complejo y fascinante mundo del gamelán (grupo variable de instrumentos —principalmente— de percusión de origen indonesio que suele interpretarse en ceremonias religiosas o civiles en el país asiático). La ecuación entre tradición y modernidad se resuelve aquí en una ritualística combinación de complejas texturas y ritmos, tonos y microtonos de bellísima escucha.
Moor Mother
Anti-
Articula Camae Ayewa (nombre real de Moor Mother) en su último disco un intrincado discurso alrededor del jazz como género musical y más allá: la propia palabra y sus connotaciones, sus implicaciones políticas e históricas a lo largo de sus más de cien años de historia, su validez su relación con otras músicas afines (como el blues o el hip-hop, principalmente); jazz y conciencia de clase, de género (no musical), del color de piel. Jazz Codes es un extraño y evocador collage en el que la palabra hablada, el jazz tradicional y el de vanguardia y la música experimental de corte más radical resultan en un extraordinario trabajo de síntesis histórico-musical de finísima factura.
Lucrecia Dalt
Rvng Intl.
Entre la ciencia ficción, la reflexión geopolítica (y más allá) sobre los orígenes, el territorio y la identidad cultural, Lucrecia Dalt firma un álbum de gran carga conceptual en el que el varias músicas de raíz Latinoamericana (bolero, son) y el jazz establecen intrincados y bellos vínculos con la electrónica de corte experimental (se diría que hasta de bajo presupuesto, pero esto es claramente una decisión estética en este caso), las grabaciones de campo y los códigos clásicos de la canción de autora. Extraño, inclasificable y profundamente personal.
FLAMENCO
Vuelta a la guitarra flamenca, las palmas y el cajón
Por Fermín Lobatón
Lo que no hace mucho se señalaba como tendencia se ha consolidado como una realidad incuestionable: cada vez son más los flamencos —cantaores, guitarristas y artistas del baile y de la danza— que hacen uso de recursos de la música electrónica en la presentación de sus trabajos, ya sean grabaciones o espectáculos. Tanto es así que no sería osado afirmar que las producciones de cante (o de baile) con guitarra y palmas comienzan a escasear, en discos y circuitos. Es el signo de los tiempos y, dentro de esta línea, ha brillado el trabajo de Rocío Márquez y Bronquio, mientras que, a la contra, Rosario La Tremendita, una pionera, regresó a los orígenes recreando su anterior grabación acompañada de guitarras flamencas, palmas y cajón.
Más allá de la electrónica, encontramos proyectos tan sobresalientes como el último disco de Perrate o el espectáculo de David Lagos, Cantes del silencio. Ambos cantaores buscan nuevas sonoridades con originales instrumentaciones en el acompañamiento. El flamenco y su escala andaluza continúan inspirando creaciones que trascienden el género para incorporar otros acentos y culturas. Serían los casos del guitarrista Josemi Carmona, que, en trío con Javier Colina y Bandolero, pone aire flamenco a un repertorio cosmopolita, o de Jorge Pardo, que llena su jazz de flamenco o viceversa. También queda, además, espacio para la escucha sosegada y los sonidos naturales, como los que ha ofrecido el guitarrista Alejandro Hurtado, rescatando el repertorio de Ramón Montoya y Manolo de Huelva, o el pianista Dorantes con su disco de piano solo, en el que parte de la tradición para realizar un fenomenal ejercicio de improvisación.
Perrate
(El Volcán / Lovemonk)
Los tintes de negritud que tiene Perrate en su garganta, un metal de sonoridades densas y arcaicas, se antojan idóneos para un viaje a formas musicales antiguas (siglo XVII), preflamencas: la lúdica chacona, la inquietante folía o la socarrona jácara, cortes en los que luce sus registros más graves con una instrumentación tan original como contundente. Estilos flamencos también antiguos (romance, seguiriya y soleá), además de las burlonas bulerías, interpretados de forma canónica, también encuentran espacio en una reveladora y sorprendente grabación producida por Raül Refree con la dirección artística de Pedro G. Romero.
Dorantes
(Flamenco Scultura)
De la épica dominante de su anterior grabación, La roda del viento, el pianista, en su séptima grabación en solitario, vira a la desnudez del piano solo que, de forma inevitable, se llena de un envolvente lirismo. Dos elementos entran en juego: la memoria como inspiración y la improvisación como método. En la base, la música de estilos flamencos tan reconocibles como integrados en una aspiración superior: la comunicación de experiencias vitales expresadas con el lenguaje de soleá y bulería, seguiriya, alegrías, tangos, rondeña y granaína. Sobre sus estructuras melódicas, Dorantes elabora un discurso lleno de intimismo.
Rocío Márquez & Bronquio
(Universal)
Dos artistas, provenientes de muy distintas disciplinas —cante flamenco y música electrónica—, deciden aventurarse en un viaje común de exploración y descubrimiento. En el trayecto se han debido encontrar de forma feliz, dada la redondez que ofrecen los resultados. Una amplia relación de estilos flamencos, insertados en un universo eléctrico que los envuelve, los distorsiona o descompone en partes que se integran en un todo fluido y coherente a la escucha, por más que las diferentes paradas en la ruta deparen un sinfín de cambios en ritmos y registros. Los textos son parte indispensable para la comprensión del discurso.
Jorge Pardo
(Karonte)
La energía del flautista y saxofonista parece inasible al agotamiento. La proliferación de proyectos y colaboraciones no resta fuerza a su música que, con un discurso jazzístico, le puede conectar con músicos de la escena de Brooklin, donde se grabaron las bases de los temas, o con otros de distintas culturas musicales. Además de la rítmica, el imprescindible acento flamenco viene aportado por unos guitarristas tan diversos como personales. Bajo la batuta de Pardo, cinco composiciones tan maduras como frescas. Las sesiones de grabación formaron parte del imprescindible documental Trance, que sobre el músico dirigió el director Emilio Belmonte.
Josemi Carmona, Javier Colina, Bandolero
(Universal)
La asociación del guitarrista Josemi Carmona con el contrabajista Javier Colina y el percusionista Bandolero se asemeja a la de un trío de jazz estable, dado lo equilibrado de sus producciones. Jazzístico es el tratamiento que dan a las composiciones o versiones de su repertorio, pero la intención y el aire no pueden ser más que flamencos. La tercera grabación del grupo arranca con unos fandangos, para ir añadiendo un cancionero muy cosmopolita, que incluye lo mismo a Mancini que a Corea o a autores brasileños. La cantante Rozalén abrocha la grabación versionando el ‘Juramento’ de Rosa Passos.
CLÁSICA
Fuego, Pasión y Wolfgang Rihm
Por Luis Gago
Recién abiertos los regalos de Reyes, el año tuvo un arranque musical fulgurante, con dos recitales sobresalientes de la soprano Lise Davidsen (y el lujo añadido de Leif Ove Andsnes al piano) y Yevgueni Kissin en Madrid. En marzo llegaría, con décadas de retraso, el estreno en España de El ángel de fuego de Prokófiev, con una producción desasosegante del mejor Calixto Bieito (que patinaría, sin embargo, poco después con Tristán e Isolda en Viena) y una gran dirección musical de Gustavo Gimeno, nombrado poco después, por lo allí demostrado y por largos merecimientos propios, el sucesor de Ivor Bolton como director musical del Teatro Real. Fuera de España, Barrie Kosky mostró en Múnich que vida y muerte son casi indistinguibles en esa engañosa fábula animal que es La zorrita astuta de Janáček, mientras que Romeo Castellucci escenificó un largo ritual de desenterramiento colectivo en Aix-en-Provence con la música de la Sinfonía “Resurrección” de Mahler. En la Markplatz de Leipzig, un cantante, una teclista y un percusionista cargaron sobre sus hombros con todo el peso musical y dramático de la Pasión según San Juan de Bach, operando una catarsis colectiva en la que los asistentes cantaban los corales y bebían cerveza casi al mismo tiempo. Un cielo doloroso se rozó en Salzburgo con una asfixiante interpretación de Jakob Lenz que su autor, Wolfgang Rihm, siguió semiescondido en su silla de ruedas. Pocas veces ha sido un compositor tan intensa, sincera y emotivamente aplaudido: un genio vivo. Para cerrar el círculo, Lise Davidsen acaba de encarnar a la desdichada Giorgetta en el excelente Trittico de Puccini con que ha despedido el año el Liceo de Barcelona.
Robert Schumann. 'Sinfonías'
Deutsche Grammophon, 4862958
Daniel Barenboim estaba llamado a ser uno de los grandes protagonistas del año musical clásico: por la conclusión en primavera de la trilogía operística de Mozart y Da Ponte, con el estreno de Don Giovanni, y por nada menos que un nuevo Anillo del nibelungo de Wagner en la Staatsoper berlinesa, a cuyo frente lleva ya tres décadas doradas. En noviembre llegarían las celebraciones de su octogésimo cumpleaños. Pero un gravísimo problema de salud, justo después de las representaciones mozartianas de abril, ha trastocado todos los planes y está por ver si Barenboim, retirado desde hace meses de los escenarios, podrá despedir el año dirigiendo la Novena de Beethoven, como es su intención. Es ya la tercera vez que lleva al disco las Sinfonías de Schumann y esta integral, grabada con una Staatskapelle de Berlín en estado de gracia en el otoño de 2021, es, sencillamente, la mejor de la historia. Allí donde tantos se han estrellado, él erige cuatro versiones insuperadas y, probablemente, insuperables.
Matthew Locke, 'Psyche'
Harmonia Mundi, HMM 905325.26
“La largamente esperada ópera de Psyche ha aparecido con todos sus ornamentos: nuevas escenas, nuevas máquinas, nuevos vestidos, nuevas danzas francesas; esta ópera se ha representado de manera espléndida, especialmente en los decorados, cuyo coste ha ascendido a más de 800 libras. Se ha interpretado durante cerca de ocho días sin interrupción”: con estas palabras describió John Downes la producción de Psyche, de John Locke, en el Dorset Garden Theatre de Londres en febrero de 1675. De aquella combinación de textos hablados, música, danza y espectaculares efectos escénicos, Sébastien Daucé recrea ahora los números instrumentales y vocales conservados y lo hace con su talento natural para la concertación fresca, ágil, espontánea, y para imprimir unidad y sentido narrativo a un conjunto de números musicales por regla general muy breves. Su Ensemble Correspondances y una larga lista de excelentes solistas vocales resucitan esta pequeña joya desconocida en torno al mito eterno de Eros y Psique.
Igor Stravinski, 'El pájaro de fuego'. 'Apolo y las musas'
Harmonia Mundi, HMM 905303
Ha sido el año de Gustavo Gimeno: acaba de renovar su contrato al frente de la Sinfónica de Toronto hasta 2030 y su debut en el Teatro Real con la producción más redonda e impactante de la temporada (El ángel de fuego de Prokófiev) lo llevó en volandas hasta su dirección musical, que ocupará de facto a partir de 2025. Será justo entonces cuando abandone la titularidad de otra gran orquesta, la Filarmónica de Luxemburgo, con la que ha grabado dos ballets muy diferentes de Stravinski: el rusófilo y transgresor El pájaro de fuego y el helenófilo y clasicista Apolo y las musas. El talento de Gimeno para perfilar nítidamente ritmos, dibujar colores y ordenar planos sonoros se traduce en dos versiones necesariamente antagónicas de músicas a su vez inconciliables del compositor de las mil caras. Una grabación de enorme transparencia en el Gran Auditorio de la Philharmonie de Luxemburgo ayuda a resaltar una lectura que huye de lo fácil y externo para primar los pequeños detalles otras veces inaudibles.
Hildegard von Bingen, 'Cantos sacros'
Signum, SIGCD717
“Una pobre y pequeña forma femenina” o “una pluma movida por el hálito de Dios”: así se definió en sendas cartas Hildegard von Bingen, la menor de diez hermanos que fue entregada por sus padres nobles como oblata a un monasterio benedictino a los ocho años y cuya vida se desarrollaría ya siempre dentro de muros eclesiásticos, gran parte de ella en el convento de Rupertsberg, fundado por ella misma en 1150. Cinco textos en honor de diversos santos, tres concebidos como loas a la Virgen y uno relativo al Espíritu Santo se revisten con sus propias melodías, largas y sinuosas, todo ello vertido en solitario por la voz desnuda y por momentos sobrenatural de Grace Davidson, que prescinde por completo de otros cantantes o instrumentistas sin temer a la monotonía. El programa —una serie de himnos y secuencias— es casi idéntico al que grabó Gothic Voices hace cuarenta años, pero Davidson propone un encuentro íntimo y a solas, sin testigos, entre el oyente y la gran mística medieval. Una hora fuera de este mundo.
Olivier Messiaen, 'Vingt Regards sur l’Enfant-Jésus'
Erato 9029 61966-6
Los buenos aficionados lo saben, aunque él siempre se ha mantenido al margen del furor mediático: el francés Bertrand Chamayou es uno de los más grandes pianistas actuales. Admirador de la música de su compatriota Olivier Messiaen desde su infancia, el año pasado decidió encerrarse a desentrañar y grabar, sin nadie a su alrededor, una de sus obras más extremas, las Veinte miradas sobre el Niño Jesús, que es mucho más de lo que parece desprenderse de su título: una epopeya iluminada por una fe exuberante y desmedida. Chamayou, que este pasado verano ha tocado la parte de piano de la Sinfonía Turangalîla como solo los superdotados pueden hacerlo, encabeza quizás una tercera vía de aproximación al compositor tras las que representan su mujer, musa y primera intérprete (Yvonne Loriod) o sus discípulos directos (con Pierre-Laurent Aimard como adalid de todos ellos). A modo de alfa y omega, Chamayou ha optado por enmarcar las veinte miradas con breves homenajes a Messiaen compuestos por Anthony Cheung, Tōru Takemitsu y Tristan Murail, a modo de pórtico, y György Kurtág (…humble regard sur Olivier Messiaen…) y Jonathan Harvey como epílogo. De principio a fin, y al margen de creencias, un auténtico deslumbramiento.
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